Ciudad

Ayolas y Grandoli

Se movilizaron contra la violencia en La Tablada

La comunidad de la escuela 551 se juntó para luchar contra la estigmatización que sufren sus alumnos.


Ya desde el vamos, la escuela 551 de barrio La Tablada tiene una fuerte carga de compromiso, sobre todo si se repara en que lleva el nombre de “Sonia Beatriz González”, una joven obrera del Swift desaparecida a los 18 años durante la última dictadura militar.

Con ese espíritu, su comunidad educativa comenzó a trabajar en un proyecto que se llama “Otras voces frente a la violencia” poco tiempo después del linchamiento que terminó con la vida de David Moreira en barrio Azcuenaga, a fines de marzo de 2014. La intención fue brindarles contención a los alumnos, quienes muchas veces son estigmatizados solamente por su condición humilde y son sometidos a una injusta condena social. Así fue que ayer realizaron un evento en la puerta de la institución, en Ayolas y Grandoli, y marcharon por el barrio para visualizar una realidad que es dura pero que puede cambiarse.

De la movilización participaron docentes, vecinos, alumnos y sus padres. “El plan es que se puedan escuchar sus voces. Hay como una especie de estigma de que por nacer en Tablada parece que genéticamente uno es negro, choro, drogadicto, y siempre cae esa condena social sobre estos chicos y sus familiares”, contó Melina Barsola, quien es docente y una de las organizadoras de la actividad.

La intención es que todos esos prejuicios cambien y que los alumnos se saquen de encima el estigma de creer que están predestinados al fracaso o la violencia. “Es un trabajo muy lento pero creemos que está rindiendo sus frutos. Lo que buscamos es un cambio en la sociedad. Cuando ocurrió el linchamiento de Moreira se nos encendió una especie de alarma y nos pusimos a trabajar para que no volviera a ocurrir nunca más con otro chico la misma situación”, siguió.

Durante el mediodía de ayer, se concentraron en la puerta de la escuela para luego, con banderas y consignas, dar una vuelta por el barrio para hacer conocer un mensaje de paz e invitando a la no violencia. “Acá suele haber luchas entre bandas, es una realidad muchas veces peligrosa. Cuando empezamos con el proyecto, los chicos no querían hablar y poco a poco se fueron soltando y expresando sobre lo que pasaba”, relató la docente.

“Sabemos que no hay soluciones milagrosas ni mágicas. Para poder concientizar a la sociedad hay que recorrer un largo camino. La lógica del barrio sigue siendo en parte violenta pero vemos que se puede mejorar. Cada uno poniendo su granito de arena”, destacó.

“Hace dos años que decidimos que las voces que queremos que también se escuchen son las nuestras. Decidimos juntarnos para que la gente vea que somos un barrio que no quiere tener violencia, que estamos trabajando para eso y que el estigma que se crea sobre casi todos nosotros no es tan real. Ocurre en todos los barrios”, continuó Barsola.

Según se desprende de los distintos testimonios, la convivencia empezó a ponerse en riesgo cuando la solución para todo era la violencia. Ser violento se instauró como el único medio de conseguir respeto y tener una identidad.

En esta etapa 2015, los autores de esta movida pintaron murales, proyectaron cine debate, realizaron talleres de murga y otras manifestaciones para unir a la comunidad.

Compromiso con sus ideales

En 2012 se produjo una polémica alrededor del nombre de la escuela Nº 551 cuando la comunidad educativa votó que se llamara Sonia Beatriz González, en homenaje a una joven obrera del Swift desaparecida durante la última dictadura militar de barrio La Tablada. En un principio, el Ministerio de Educación de la provincia rechazó que se llamara así por considerar que no se trataba de una “persona destacada”, según argumentaron, pero la insistencia del gremio docente Amsafé y los referentes del centro educativo lograron que finalmente se apruebe el pedido.

Un año antes, en 2011, estudiantes y profesores de esa escuela decidieron “bautizarla”.

Para eso trabajaron en distintas propuestas, sobre las que investigaron, argumentaron y terminaron votando. Así quedaron propuestos, y en este orden llamar a la escuela: Sonia B. González, María Elena Walsh, León Gieco y barrio Tablada, siendo la primera la finalmente elegida por lo que la institución pasó a ser la primera escuela en la provincia en llevar el nombre de una víctima de la dictadura.

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