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Rutinas contraproducentes

Muchos chicos comienzan las clases y, a la par, sus actividades fuera del horario escolar. La psicóloga Guelman afirma que el ámbito cruel que suele ser la escuela y la sobrecarga es un cóctel peligroso.

Con el comienzo del ciclo lectivo, los niños, niñas y adolescentes comienzan también con sus actividades fuera del horario escolar. Algunos practican deportes, otros aprenden algún idioma o participan de talleres de expresiones artísticas de todo tipo. Lo cierto es que a pesar de las obligaciones que les implica estudiar, hay otras exigencias que mantienen durante el año. Siempre se habló de estrés en los adultos, pero poco se habla del que amenaza a los chicos.

La psicóloga Mirta Guelman comentó a El Ciudadano que en 2009, ante la expansión y el temor al contraer la gripe A, la suspensión de clases y el desalojo de consultorios médicos y hospitales como medida preventiva, fue la causante de que “los chicos que llegaran al consultorio hayan estado mucho más saludables que en la misma época, años anteriores”, dejando en claro el grado de rechazo que suelen tener los chicos al colegio.

—¿Cómo influye en el chico la carga horaria de actividades extraescolares?

—Detecto, desde los primeros años, cuadros de miedos, hipertensión, crisis de taquicardia, alteraciones del sueño, hambre, irritabilidad, depresión y cambios de humor. Lamentablemente se los “encarcela” en falsos diagnósticos de hiperkinéticos o bipolares para luego medicarlos. Necesitamos medir la adrenalina, si está alterada, por la actividad diaria y las exigencias. La consecuencia es gran parte de los síntomas de estrés que encuadra lo descrito. Además, con las nuevas tecnologías se visualizan lesiones cerebrales por el aumento de la encima.

—¿Se justifica tanta exigencia?

—La mayoría de los chicos, según sus circunstancias singulares y familiares, suele estar infra o sobre exigidos. No se tienen en cuenta los cambios emocionales y físicos del proceso de crecimiento y utilizan el verbo “es”, en lugar de “está siendo” o “se está haciendo”. Así comienzan los “prontuarios escolares”, difíciles de ser borrados, ya que lo pasan año a año. Además, en la escuela no se trabaja con la convivencia, sino que reinan las peleas, castigos y burlas que marcan de por vida. Respecto a los contenidos, se ve en la secundaria la discapacidad para aggiornar contenidos programáticos y sumamos, mezclamos u obligamos a memorizar sin experimentar, pensar, reflexionar para que puedan generar conocimientos nuevos. Otro factor problemático es el aturdimiento de estímulos provenientes de las múltiples pantallas a las que están expuestos como la tevé, la computadora y el teléfono celular que provocan dispersión, pero no por eso deben los chicos ser diagnosticados y medicados.

—¿Y la doble escolaridad?

—La doble escolaridad puede ser buena o mala, según como se diseñe. En la escuela 103 Roque Sáenz Peña evitaron el cierre de los talleres a contraturno y ayudó muchísimo a niños que no tenían recursos para elegir y adquirir aprendizajes complementarios y deseados. Pero la mayoría de las escuelas no tienen en cuenta que ni un adulto intelectualizado soportaría estar sometido todos los días a “conferencias” de parte de los docentes.

—¿Entonces existe estrés en los chicos?

—Sí. Las exigencias y las currículas educativas son las mismas para todos, pero no se tienen en cuenta las diferencias madurativas. Agrupar chicos por edades cronológicas, desde junio, es absurdo. Un nene de 5 años y medio, difiere notablemente de uno de 6 cumplidos varios meses antes. Una niña de 12 años, que terminó su desarrollo sexual, acompañado por el de la corteza cerebral, no puede calificarse igual que el varón de la misma edad cronológica, que está en un grado evolutivo muchísimo menor. Hay que diferenciarlos, atenderlos, e incorporar lo que explica la epigenética (aquello según la cual los rasgos que caracterizan a un ser vivo se configuran en el curso del desarrollo, sin estar preformados en su genética). Los niños y adolescentes no tienen por qué transformarse en superhéroes que todo lo pueden.

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