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Rousseff ya puso primera

La mandataria electa de Brasil encabezó ayer su primer encuentro con el equipo de transición y no se descarta que se mantengan, en el futuro gobierno, los funcionarios clave del presidente Lula da Silva.

El día después de ser consagrada como la primera mujer que llega a la presidencia de Brasil, en una segunda vuelta que ganó con el 56,05 por ciento de los votos, Dilma Rousseff encabezó en su casa de Lago do Sul, en Brasilia, la primera reunión de su equipo político. Se trató de definir la forma en que continuará el diálogo con los partidos aliados y la integración de  su equipo de transición, donde no se descarta mantener en el futuro  gobierno a funcionarios clave del presidente, Luiz Inacio Lula da Silva.

A horas de regresar a Porto Alegre para descansar hasta el viernes, la ex ministra encargó al presidente del Partido de los  Trabajadores (PT), José Eduardo Dutra, y al diputado federal paulista  José Eduardo Cardoso las negociaciones con la decena de aliados que conformaron la coalición que la llevó al triunfo.

En tanto, el ex ministro de Hacienda Antonio Palocci y el ex prefecto de Belo Horizonte Fernando Pimentel tendrán a su cargo montar el equipo de transición, para el cual el gobierno ya había destinado, mediante un decreto de junio, unos 2,8 millones de reales y la posibilidad de sumar a una treintena de funcionarios.

Aún no acallados los festejos, los nombres que podrían integrar el futuro gabinete dilmista se cruzan de acuerdo a las fuentes y versiones, y se alternan entre la continuidad de algunos hombres clave en la última etapa de la administración de Lula da Silva y los que acompañaron a la candidata en toda la campaña.

Uno de los planteos que hoy difunden los medios locales es la posibilidad de mantener a Guido Mantega en el ministerio de Hacienda y a Henrique Meirelles en el comando del Banco Central, al menos en un primer período de transición, para dar una fuerte señal  de continuidad económica a los siempre inquietos mercados.

Otros que podría tener una continuidad entre el gobierno saliente y el entrante es el asesor presidencial y coordinador de las políticas de gobierno durante la campaña, Marco Aurelio García, y también se podría dar la misma situación con el actual director de la estatal Petrobrás, Sergio Gabrielli.

Fuentes diplomáticas afirmaron que en el área de las Relaciones Exteriores, el nuevo canciller que reemplazaría a Celso Amorim, podría ser su vice, Antonio Patriota.

La lista de nombres continúa y se menciona para la Casa Civil –un cargo equivalente al de jefe de Gabinete– a Paulo Bernardo actualmente en Planeamiento, y Alexandre Padilha, de Relaciones Institucionales; mientras que el jefe de Gabinete de Lula Gilberto Carvalho, está conceptuado para ocupar Derechos Humanos u otro cargo en el Planalto.

Pero de no prosperar la idea de continuidad, Rousseff también podría decidirse para Hacienda por Luciano Coutinho, actual presidente del Banco Nacional de Desarrollo.

Entre sus colaboradores, la electa presidenta podría contar con el diputado Cardozo –quien fue su coordinador jurídico de campaña– para el Ministerio de Justicia; su asesor Giles Azevedo  para la jefatura de la Casa Civil o el ex ministro de Hacienda y su coordinador general de campaña, Antonio Palocci.

La danza de nombres tendría un largo camino ya que las  presiones no llegarán solamente desde el interior del PT, sino de los principales partidos aliados, en  particular el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (Pmdb) que quiere hacer valer su peso político.

Rousseff en distintos momentos de la campaña reconoció la importancia que le daría a su coalición y aseguró que gobernará con ella, lo que anticipa que el PMDB podría aspirar a incrementar en su cuenta los seis ministerios que alcanzó a tener con la alianza con Lula da Silva.

Las disputas ya habían comenzado semanas atrás, pero en el ámbito legislativo, en el que el Pmdb mantiene hasta hoy la presidencia del Senado, con José Sarney, y de la Cámara de Diputados, con el electo vicepresidente Michel Temer, para cuya sucesión el PT ya le pone el saco al diputado Eduardo Vacarezza, también de fuerte participación en la campaña.

Entre tantos nombres, no se menciona hasta hoy a ninguna mujer, y en un primer repaso siempre surge la figura de la senadora electa por San Pablo, Marta Suplicy, quien luego de la primera vuelta dijo que estaría honrada de ser la mano derecha de Dilma en su presidencia.

En su primer discurso tras ser declarada victoriosa en el balotaje del domingo pasado, Rousseff trazó sus primeras líneas en materia económica, y se comprometió a dar al país estabilidad fiscal y controlar la inflación, que se ubica en un 4,7 por ciento, por encima del centro de la meta oficial. “Haremos todos los esfuerzos por mejorar la calidad del gasto público, por la simplificación y atenuación de la tributación y por la calificación de los servicios públicos”, destacó al dejar entrever la posibilidad de una reforma tributaria.

Rousseff también se comprometió a acabar con la miseria en la que viven más de 20 millones de brasileños y a que el país “se convierta en una nación de clase media”.

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