El Hincha

Rivoira no es todo

Llegó el Chulo especialista en ascender equipos, Chacarita, Instituto y Atlético Tucumán. También en juntar fracasos en Primera división.

Héctor Rivoira hace rato que figura en la libreta de anotaciones de Gonzalo Belloso, lo buscaron cuando la actual dirigencia ganó las elecciones y Jorge Burruchaga manifestó que no estaba dentro de sus planes dirigir en la B Nacional. Por entonces Rivoira dirigía Huracán y contestó que no. También sonó su nombre, ahora en versión periodística después de la humillante derrota de Central ante Ferro, pero la cosa no pasó a mayores y Reinaldo Merlo fue confirmado en su continuidad. Ahora sí es tiempo del Chulo, quien en una reunión que duró diez y se realizó en la ciudad de San Nicolás,  aceptó la condiciones sabiendo que hay un único objetivo: Ascender.

Y en ese rubro Rivoira parece ser un especialista, primero lo consiguió con Chacarita allá por el 98/99, un lustro después repitió el logro con Instituto de Córdoba, y recientemente lo hizo al frente de Atlético Tucumán. En todos los casos la segunda parte de la historia tuvo un saldo netamente negativo, duró 4 partidos en Primera con Chacarita, 9 en Instituto y 12 con Atlético. Si se le agrega su frustrante reciente paso por Huracán, sucediendo a Cappa, queda claro que lo suyo es el ascenso.

La historia sigue con darle identidad al equipo. ¿Podrá Rivoira acomodará el equipo como le gusta, con dos líneas de cuatro y dándole prioridad el orden defensivo por encima de la creación?. ¿Y con eso alcanzará para devolver a Central a su lugar de origen, como lo es la Primera División?. Y si bien Central parece tener el mejor plantel de la categoría, este grupo de futbolistas tiene en su foja un número importante de frustraciones, nueve técnicos con un par de repeticiones (Merlo y Russo), a los que arrastraron a inevitables fracasos.

Hay un grupo de jugadores a los que les pasa lo peor que le puede pasar a un futbolista. Se acostumbraron a perder, y su gente aceptó esto como una cosa “casi” normal. Se contentan  llenando la cancha y acompañando el equipo parece que le alcanza pára sentirse bien. Pero los números acumulados son penosos. Mostaza Merlo avisora un ascenso seguro mientras pide “calma” a los periodistas (¿?) y al gente. Más paciencia se le puede pedir al sufrido hincha canalla. También llegó el tiempo que los jugadores, con el Kily a la cabeza, dejen de hacerse responsable de cada momento desafortunado y comiencen a ganar partidos. De eso se trata, “hacer las cosas bien, evita pedir disculpas o hacerse cargo de consecutivos fracasos”.

Un ejemplo claro es el del pibe Braghieri que con poco más de 80 partidos en primera tuvo nueve técnicos, una promoción y descenso consumado, trastornos nerviosos que lo dejaron fuera del equipo en un par de oportunidades y un estado de ánimo sobre el que se debe trabajar. Y no es el único caso. El Kily González, quien por el solo hecho de ser discutido por muchos hinchas no es ídolo de Central sino un referente importante, se lo nota mucho más adaptado a un estado de pelea permanente que con un rostro feliz por el éxito logrado. Falta poco menos de un dos tercios de torneo, es mucho tiempo. ¿Podrá Rivoira revertir la situación?. Ese es su mandato, y no admite fallas.

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