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Procesan a un hombre por matar a palazos a su mujer

El crimen ocurrió en mayo pasado en la casa que compartían en barrio Casiano Casas desde hacía 20 años.

“Yo sé que mi mamá en el último tiempo le tenía miedo, iba con una navaja, me decía: «Vos no sabés de lo que es capaz tu padre»“. Así describió una de las cinco hijas del matrimonio la compleja relación en la que vivían sus padres tras 20 años de matrimonio que se disolvió de la peor manera a fines de mayo pasado, cuando Ángel de 52 años, golpeó con un palo tipo “bate de béisbol” a su esposa, quien cayó tendida en el patio delantero de la vivienda, del barrio Casiano Casas. Una semana antes, su mujer lo había denunciado por amenazas surgidas cuando ella le pidió el divorcio. Ahora, el hombre fue procesado y deberá ir a juicio por homicidio calificado por el vínculo y amenazas coactivas por la titular del Juzgado de Instrucción 14ª, quien describió el hecho como un “claro hecho de violencia de género”.

Las cinco hijas del matrimonio compuesto por Ángel, de 52 años y Claudia, Mandaio, de 42, fueron testigos y víctimas de la nociva relación en la que había devenido la relación de sus padres, que llevaban 20 años casados, aunque en el último tiempo sólo compartían el techo, ya que dormían en habitaciones separadas y se comunicaban para agredirse.

Así lo plasmaron en distintos testimonios las jóvenes, de 24, 22, 18 y dos mellizas de 16, quienes presenciaron varias situaciones de violencia, aunque refirieron no haber visto maltratos físicos.

“Mis padres no se hablaban desde hacía un año. La relación entre ellos no iba más, pero igualmente vivían en la misma casa, debido a que ninguno de ellos tenía el dinero suficiente para irse a otro lugar”, contó una de las hijas del matrimonio tras agregar: “Mi madre estaba arreglando las cosas para irse de forma definitiva a su pueblo natal en Monte Buey (provincia de Córdoba)”.

Final anunciado

Según consta en una denuncia policial realizada una semana antes del homicidio, Claudia había pedido a su marido que le firme el divorcio, y éste, además de negarse, le propinó amenazas en las que le advertía que si lo denunciaba iba a matarla.

La mujer hizo caso omiso a la bravuconada de Ángel y su denuncia, radicada el 23 de mayo en la seccional 10ª, funcionó como una profecía, ya que el hombre fue detenido durante varios días y al recuperar la libertad, volvió a su casa, ubicada en inmediaciones de Washington al 1900, dejando más vulnerable la situación de la mujer.

“Lo único que vi es la citación que le llegó a mi papá, sé que lo tuvieron retenido un tiempo y que después pudo salir, no sé bajo qué términos y condiciones, pero salió. Mi papá después de eso se quedó bastante alterado y enojado”, declaró durante la instrucción de la causa una de las hijas del matrimonio.

Pero en otro punto de su declaración indicó: “Sé que discutían porque mi papá quería que se vaya porque la convivencia era insoportable, no podían más, mi mamá no hacía ningún aporte a mi casa, ni económico, ni cualquier trabajo doméstico… y a mi padre le molestaba mucho, entonces sé que le pidió que se vaya, y agarró sus cosas y se las sacó a la vereda… mi mamá no trabajaba. Después de eso mi mamá parece que hizo la denuncia”.

El día posterior al homicidio, un primo hermano de Claudia dijo a este diario: “Para mí nunca se llevaron bien, ni siquiera antes de casarse, pero así y todo estuvieron juntos más de 20 años. Primero tuvieron las tres primeras nenas. Después empezaron a buscar el varón, pero nacieron las mellizas”.

“Ella se quería volver a Monte Buey y ponerse una tiendita de ropa, porque ellos se dedicaban a fabricar ropa”, agregó el hombre. De hecho, Claudia y Ángel comercializaban sus manufacturas con vecinos de la zona, que luego las vendían al público.

“El otro día una mujer que vive acá me decía que iban a terminar así, pero la verdad que yo nunca lo pensé. Sabíamos que peleaban, pero igual se los veía siempre muy tranquilos”, expresó en su momento una vecina de la cuadra.

Según la resolución de la jueza de Instrucción de la 14ª Nominación, María Laura Sabatier, las hijas del matrimonio relataron que la convivencia entre sus padres se había tornado insoportable y refirieron que luego de la citación policial, el 30 de mayo, el hombre quedó “bastante alterado y enojado”.

A eso, la jueza agregó que en los últimos tiempos la mujer vivía con miedo, “a punto tal de llevar en su poder una navaja” y agrega que la misma le dijo a su hija: “Vos no sabés de lo que es capaz de hacer tu padre”.

El mismo fallo refiere que el día del homicidio, Ángel llegó muy alterado a su casa acusando a su esposa de haberle robado dinero de la caja fuerte y le dijo a una de sus hijas: “Pedile que se vaya porque la mato”.

Además, la jueza hizo referencia a varios relatos de las muchachas que aseguraron que la semana del homicidio su madre tenía planificado mudarse a su pueblo natal, en la provincia de Córdoba, donde había estado la semana anterior.

“Estos elementos cargosos permiten reconstruir históricamente el hecho que nos ocupa como así también la autoría de Ángel J. quien  básicamente admite haber dado muerte a su esposa Claudia Mandaio”, dice el fallo judicial en relación a la declaración indagatoria del imputado, quien refirió no recordar el momento en que se desencadenó la pelea en la que también resultó herido con un cuchillo de cocina.

“Estimo oportuno destacar que de los testimonios que proporcionan las hijas del matrimonio se desprende la existencia de un claro caso de violencia de género preexistente que culminó de la peor de las formas posibles”, sostiene el fallo.

La jueza de Instrucción Sabatier agregó que “las permanentes discusiones que las hijas cuentan, el miedo de Claudia que la llevó a denunciar las amenazas de su marido –no sólo con nulo éxito sino con consecuencias fatales ya que exacerbó su básico carácter violento- me, permiten válidamente inferir que Ángel actuó con pleno dominio de sus acciones, plasmando en los golpes letales dados a su cónyuge –plurales golpes efectuados con un palo tipo “bate” que provocaron estallido de cráneo- un accionar que había previsto y anunciado”.

Por lo tanto, la jueza procesó a Ángel J. por la “probable comisión como autor de los delitos de amenazas coactivas y homicidio calificado por el vínculo, en concurso real”, y transformó en prisión preventiva su actual detención.

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