Edición Impresa

Procesan a un hijo de Pimpi

Una jueza de Menores encausó al muchacho, apodado Chamí, por el homicidio de Sebastián Galimany y dos ataques armados contra otro joven, cuyo testimonio fue fundamental en el caso y debió mudarse.

Por: Negui Delbianco

El caso que determinó un escándalo en la Policía provincial y terminó con el desplazamiento del subjefe de la regional Rosario, en el que quedó en evidencia la protección de un sector de la fuerza al entonces ex jefe de la barra brava de Newell’s, Roberto Pimpi Camino, tiene ahora un procesado. Se trata de Jonathan C., alias Chamí e hijo del luego asesinado líder del paravalanchas leproso, quien fue encausado por la magistrada Gabriela Sansó, a cargo del Juzgado de Menores Nº 2, en el homicidio de Sebastián Galimany, de 22 años, el 19 de enero de 2009 en zona sur. En ese hecho fue baleado Facundo S., un año menor, quien ya había sido atacado a tiros el 19 de mayo del año anterior, agresión que le provocó la pérdida de la falange de un dedo y el astillado de un antebrazo. Su testimonio fue vital para involucrar al acusado y debió mudarse de la ciudad ante las amenazas recibidas. Chamí fue detenido un año después del crimen y debe responder penalmente por ambos ataques –su defensa apeló los procesamientos–, ocurridos en la zona donde Pimpi fue amo y señor.

La magistrada revocó cada uno de los planteos de la defensa en cuanto hacían notar ciertas inexactitudes en el relato de Facundo S., quien de los cuatro testigos fue el único que señaló a Chamí como su atacante, y argumenta que, si se tiene en cuenta la violencia y la rapidez con la que se desarrollaron los hechos, es entendible que sólo recuerde a su agresor y –por ejemplo– no haya reparado en el detalle de cuál era su vestimenta mientras intentaba esconderse bajo un auto para resguardar su vida.

Chamí negó conocer a las víctimas ni saber quién fue el agresor que en 2008 le metió dos disparos a Facundo S. Sin embargo, Sansó tuvo en cuenta que, en el careo que se hizo entre Chamí y el chico herido, la víctima en ningún momento se amedrentó por tener delante a su atacante y al homicida de su amigo y mantuvo coherencia en sus declaraciones. La magistrada también desestimó la sugerencia de la defensa sobre la supuesta animosidad de Facundo S. para inculpar al padre de Chamí, Pimpi Camino. “Luego de ser herido de bala por segunda vez en el término de un año, rompe el silencio y cuenta lo que sabe. A pesar de que ello también lo atemoriza a él y a su familia, tanto que fue objeto de custodia policial permanente para luego mudarse de la ciudad”, remarcó Sansó.

En la única cuestión que la jueza coincide con los defensores es en la crítica que se hace sobre el accionar de la Policía científica, tanto que desestimó por irregularidades la hipótesis criminalística. “No obstante las formalidades omitidas a las que apunta no han alterado en lo fundamental el aporte de elementos mínimos necesarios para formular una hipótesis del hecho, pues los acontecimientos fueron de por sí tan elocuentes, que a pesar de la escasez de datos y las desprolijidades señaladas, es factible llegar a una conclusión de certeza sobre la materialidad del hecho y autoría”, señaló.

El crimen

Ese 19 de enero de 2009 todo comenzó antes de las 18, cuando Facundo S. le pidió la moto prestada a su amigo Galimany, y vecino de las torres que reinan en Gutiérrez 474 bis, para ir a la farmacia. En el camino, Facundo S. protagonizó un accidente de tránsito, sin más lesiones que algunos raspones, con otra Yamaha Cripton conducida por Brian V., de 18 años, en la esquina de Olegario Andrade y Grandoli. Como todo sucedió a sólo 6 cuadras de su vivienda, Facundo llamó a Galimany para que llevara los papeles del seguro. Todo transcurría sin mayores sobresaltos hasta que en el lugar se aparecieron Chamí y otros jóvenes, quienes insultaron y corrieron a tiros a los chicos, declararía luego Facundo S. ante la magistrada. Galimany le pidió a Roberto V., el padre de Brian V., quien llegó al lugar unos minutos después del choque, que le guardara la moto en su casa de Grandoli al 4900 mientras huía de los proyectiles.

Alrededor de las 21, el papá de Brian V. llamó a Galimany y le dijo que fuera a buscar la moto porque no quería problemas. Tras esa comunicación, el joven junto con Facundo S. y dos amigos más se presentaron alrededor de las 22.30 en la vivienda en una camioneta para buscar la moto, la cual tenía la rueda delantera doblada. Mientras Galimany acomodaba la moto en la caja de la chata y Facundo S. terminaba de ultimar los detalles del seguro con Roberto V. en la puerta de la torre, se apareció Chamí custodiado por un chico apodado Triple Seis (luego asesinado, ver aparte) y abrió fuego contra los presentes, según la acusación. Galimany no tuvo oportunidad de reacción porque estaba de espaldas y recibió al menos dos tiros arriba de la camioneta y uno cuando yacía en el piso. Por su parte, Facundo S., quien sí pudo ver a sus verdugos, fue alcanzado por un disparo en la pelvis que le perforó los intestinos. Con los heridos en la caja, el fletero aceleró y no paró hasta que estacionó frente a la casa de Galimany en Gutiérrez 474 bis, donde los bajó a todos. Los heridos fueron llevados al Heca: Galimany murió a los pocos minutos.

Cuando Facundo S. despertó a las pocas horas le contaron que Sebastián había muerto, pero ante un oficial de la comisaría 11ª negó saber quién los había atacado. Dos días después el oficial Juan Raffo, entonces en la Inspección 3ª Zona, lo visitó y lo convenció de que hablara para que la muerte de su amigo no quedara impune. Raffo tuvo protagonismo en las crónicas policiales porque por esta declaración, en la que Facundo S. señaló al hijo de Pimpi como el homicida, dijo que sus superiores le reprocharon haberles hecho perder 50 mil pesos, cifra que había sido ofrecida por Camino para que Chamí consiguiera impunidad (ver aparte).

Comentarios

10