Central Córdoba sumó un valiosísimo empate en su excursión a José Ingenieros. Almagro lo ganaba desde los 20 minutos del primer tiempo, hasta que a diez del final apareció Alejandro Fiorina para darle al Charrúa un punto más que importante desde lo anímico.
Lo tuvo para ganar. También lo pudo haber perdido. Es que en el tramo final Córdoba dilapidó dos o tres chances claras de gol, tal como le pasó al Tricolor mientras estuvo 1-0 arriba.
El Charrúa mostró una cara en la primera mitad y otra muy distinta en el complemento. Al principio sufrió y prácticamente no generó situaciones de peligro, pero después reaccionó y hasta mereció quedarse con el triunfo.
El plan inicial de Ricardo Palma falló estrepitosamente. Medina nunca logró convertirse en el conductor del equipo y los delanteros (Juan Carlos Lescano y Martín Salinas) casi ni entraron en contacto con el balón.
Almagro tampoco exhibió demasiados pergaminos como para erigirse en protagonista, pero le alcanzó con una pelota parada para ponerse en ventaja ante un apático Central Córdoba.
Al Charrúa no le salía una y apeló a la única arma que le quedaba: el amor propio. Y así, con más voluntad que inteligencia, lo fue arrinconando al local. Palma buscó variantes en el banco y con el correr de los minutos dispuso los ingresos de Nicolás De Bruno, Leandro Bazán y Fiorina, quienes le dieron más volumen de juego al equipo.
El Tricolor lo pudo haber liquidado de contra, pero chocó con un decisivo Juan Cruz Leguizamón, quien mantuvo en uno la diferencia con varias atajadas espectaculares.
Y de tanto ir, Córdoba tuvo su premio: centro de Bazán y gol de Fiorina. Pero no se conformó con el empate. Siguió atacando como lo hizo durante todo el segundo tiempo y lo pudo haber ganado, pero el destino y la mala puntería de Lescano se lo impidieron.
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