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Ciencia y Tecnología

Pollo campero producido bajo condiciones agroecológicas

La Facultad de Veterinarias y el Inta Pergamino trabajan para lograr un ave que se críe a campo, como en otras épocas.


La cátedra de Genética de la Facultad de Ciencias Veterinarias, de la UNR, y profesionales del departamento de Avicultura del Inta Pergamino vienen desarrollando un trabajo para producir un pollo local. Se intenta ofrecer como alternativa a la ya clásica producción industrial, cuya explotación intensiva ha puesto en tensión la relación entre etología y producción animal. Esta búsqueda se sustenta en dos sólidos pilares: seleccionar por medio de cruzamientos, siguiendo un programa de mejoramiento genético, animales de estirpes adaptados al medio y de desarrollo más lento. Por otro lado, pensando también en la idiosincrasia de los productores y adecuadas a las condiciones culturales de las zonas rurales donde podrán producirlos, favoreciendo con su incorporación a familias con necesidades básicas insatisfechas y a pequeños emprendedores para que puedan volcarse a la producción rentable.
Inta Pergamino cuenta con el programa ProHuerta, desde el cual y por medio de voluntarios, se visitan y seleccionan a los grupos familiares a quienes se les proveerán ejemplares para que comiencen con su producción.
La Facultad de Ciencias Veterinarias de Casilda y el Inta Pergamino, a través de un equipo conformado por la ingeniera agrónoma Ana María Dottavio, la médica veterinaria Zulma Edith Canet y el ingeniero agrónomo Ricardo José Di Masso, han concentrado sus esfuerzos en este objetivo que puede redundar en beneficios múltiples.
A este objetivo principal se unen otros igualmente virtuosos: se trata de una producción que contempla el bienestar animal, que resguarda la armonía entre etología y la producción animal, y que se adecua a las condiciones culturales de las zonas rurales. El Ciudadano consultó al ingeniero Di Masso sobre el posible impacto que puede tener esta iniciativa: “Seguramente tendrá, en principio, repercusiones sociales en grupos familiares que entren en el sistema de ProHuerta que ha instaurado Inta Pergamino”, afirmó Di Masso, y agregó: “El pollo campero es un producto que genera Inta Pergamino, en su sección avicultura, con un bucle genético; a partir del cual se hacen cruzamientos para producir este pollo particular que tiene menor velocidad de crecimiento que el pollo parrillero industrial”.

—¿En qué cambia la modalidad de producirlo?

—Es una modalidad de producción que está vigente en otras partes del mundo. Allí se lo plantea como un producto diferencial con un mayor costo, como un producto gourmet. En cambio, el Inta Pergamino, a través del programa ProHuerta, selecciona a familias con necesidades básicas insatisfechas en todo el país por medio de una red de colaboradores voluntarios para distribuirlos. Se trata de un proyecto nacional.

—¿El pollo parrillero no es oriundo de nuestra zona?

—Los pollos y los huevos que comemos son producto de especies oriundas de otros países. Esas especies están en manos de empresas multinacionales y responden a patrones genéticos obtenidos en el exterior. En su momento, hemos importado a los abuelos de estos que hoy producimos y comercializamos. En el Inta Pergamino se están obteniendo productos que son de razas asimiladas; a partir de ese material venimos desarrollando cruzas para obtener distintas alternativas de pollo campero.

—¿Esos entrecruzamientos tienen alguna intervención genética?

—No. Es por selección natural y cruzamiento. Nosotros no hacemos selección artificial.

—¿Qué características diferenciales tienen los pollos camperos?

—Son más rústicos, tienen mejor sanidad. Al pollo comercial, la genética lo convirtió en un ave que nace pesando 50 gramos y a los 42 días pesa dos kilos y medio. Se trata de animales que no pueden desplazarse. Tienen problemas inmunológicos y sanitarios. Además, su producción exige una gran demanda de insumos energéticos.

—¿Qué características externas tienen estos pollos?

—En general son más estilizados; los pollos que consumimos habitualmente son pollos muy compactos, de patas cortas y de plumaje blanco. El pollo campero tiene un plumaje coloreado y muy variado, patas más altas, con huesos más grandes y mejor base de sustentación.

—La mitología popular sostiene que los pollos que comemos están tratados con hormonas para adquirir un volumen y un crecimiento más rápido…

—Es la mitología. El pollo se faena a una edad tan temprana, a los 42 días, que la administración de hormonas no tendría efecto metabólico alguno. Es un mito.

—¿Las personas que se incorporen al Plan ProHuerta del Inta Pergamino, deben contar con una pequeña estructura como para criarlos; el clásico gallinero que en muchas casas se tenía en el fondo?

—El pollo campero está pensado para hacer una producción de lo que llamaríamos pollo de traspatio; destinados a pequeños emprendedores, familias que quieran producir este tipo de producto. El programa ProHuerta del Inta Pergamino cuenta con un conjunto de voluntarios que visitan a las personas seleccionadas. Luego entran en un programa de asesoramiento donde se les indica modo de criarlos y cómo generar infraestructuras necesarias, como comederos y bebederos con material reciclable de la vida cotidiana y se les proporciona un número reducido de animales para que comiencen la cría y la producción.

—¿Qué precauciones deben tener para la sanidad; ya que sabemos que los pollos pueden ser vehículos de algunas enfermedades?

—Nosotros los tenemos con un plan sanitario mínimo. Cuando se les entregan los ejemplares van con una vacuna contra la enfermedad de Marek que se les suministra al momento del nacimiento. No reciben otro plan sanitario. Pero debemos tener en cuenta que se trata de animales rústicos que viven en ambientes abiertos y no en ambientes hacinados como en los criaderos de producción masiva. Los pollos camperos deben criarse en libertad, en los patios, con acceso a campo, por lo que la incidencia de enfermedades es menor.

—¿Le proveen las primeras dosis de alimentos junto a los animales?

—En ProHuerta se los alimenta con granos, los que se disponga en el momento del año. En la Universidad del Noroeste, en Corrientes, se están haciendo ensayos con alimentos no tradicionales, como leguminosas, a partir de las cuales se hacen alimentos para pollos de tras patio. Hay que tener en cuenta los costos crecientes de la alimentación que inciden en la producción de carne. Nosotros les damos alimentos balanceados, formulado específicamente para ese tipo de pollo de menor velocidad de crecimiento. Cuando llega a las familias para su producción la idea es que se los críe con granos más el alimento que el animal tenga acceso en su nuevo hábitat mientras camina por el campo y se alimenta, escarbando y picoteando.

—¿Cuáles son sus expectativas con respecto a este cambio en la producción de carne aviar?

—El pollo va a estar de regreso a su lugar de origen; el traspatio, el parque, el campo. Pensamos que el impacto de este programa va a estar dado en lo económico, ya que puede transformarse para algunos pequeños productores en un ingreso adicional; y, en otros, transformarse en su propia alimentación, si no alcanzan la escala que todo emprendimiento industrial requiere. El programa ProHuerta lo que hace es promover la instalación de huertas familiares y estimular la incorporación de proteína animal a la dieta de la población. De todas maneras, se apunta también a un mercado de consumo gourmet: el de los altos consumos, ya que el costo de producción es mayor con lo cual su costo final estará por sobre el precio referente del mercado. El programa también está planteado como una alternativa de diversificación para pequeños productores que puedan criar lotes de 500 o 600 animales.

—¿Se pensó en la cadena de comercialización?

—Sí, ya que el problema es dónde faenar 500 animales. Ya hay algunas propuestas. Una de ellas es generar en la Facultad de Veterinaria de Casilda una planta de faena para pequeños volúmenes, no sólo de pollos, sino de lechones, conejos y otros animales que pueden ser criados a campo por pequeños productores; para evitar que éstos hagan faena clandestina y comercialización por fuera de la cadena tradicional y evitar la informalidad que no beneficia a nadie, sobre todo porque no va a estar sometida, esa producción, a ningún control sanitario.

—¿Desde cuándo está en esta investigación?

—Llevamos unos 15 años con el estudio y la experimentación en genética avícola de pollos camperos. Además, en este momento estamos evaluando un híbrido local que se llama Campero Casilda, producto de un cruzamiento que hemos hecho. La idea es que se transforme en un pollo marca registrada de la Facultad de Veterinaria de Casilda, junto al Inta Pergamino.

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