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Refinería

Piquete tras arresto por robo enfrentó a vecinos y policías

Habitantes de la ex Villa Tacconi se levantaron luego de violenta detención de limpiavidrios acusado por arrebato. Postal de contrastes en un barrio precario donde viven 50 familias, después del cierre de célebre búnker.


Las Torres Dolfines se asoman por entre las chapas de la villa de Refinería, un asentamiento enclavado en una de las zonas más coquetas de la ciudad. En sus esquinas conviven dos mundos extremos que durante años supieron codearse en un concurrido búnker de drogas que fue derrumbado a principios de abril, días después de que las fuerzas federales desembarcaran en Rosario. Ayer, la violenta detención de un limpiavidrios por parte de prefectos que lo acusaron de robar un celular en el semáforo de avenida Francia y Caseros derivó en un piquete realizado por los vecinos del ala pobre y un posterior desalojo en manos de la Policía provincial, que terminó con la detención de otras cuatro personas, arrestadas cuando le recriminaban a los uniformados la comisión de apremios, amenazas y disparos con balas de plomo.

“Estamos cortando la calle porque hace una hora se llevaron a un vecino que limpia vidrios en el semáforo de Acevedo y Francia. Lo golpearon re mal, le pegaron entre veinte prefectos. Lo patearon como a un perro. Uno de los milicos le pegó tantas patadas que se cayó solo. Nosotros estábamos en el medio del campito limpiando una sartén para comer y vimos todo. Siempre pasa lo mismo porque no los dejan limpiar vidrios. Apareció un prefecto y le dijo que se vaya, que no podía estar en la parada. Como no se fue aparecieron un montón más y se le fueron al humo. Lo cagaron a palos, casi lo matan. Entonces nos metimos y ahí empezaron los empujones”, dijo ayer por la tarde una de las manifestantes momentos antes de la llegada de la Policía, que irrumpió para desalojar el piquete, acción que también fue denunciada por los vecinos por el uso de balas de plomo.

Otra mujer que participó del piquete dijo que ante la brutal paliza que le propinaban al joven, se metieron todos los vecinos y entre empujones y forcejeos lograron sacarlo. “Lo rescatamos de los golpes porque lo estaban verdugueando y ahí se vinieron todos encima nuestro. A patear rancho por rancho. Nos gritaban: «Negros de mierda, los vamos a matar a todos, son todos unos villeros, unos choros de mierda», y empezaron a tirar tiros”, recordó la mujer que exhibía unas cinco vainas calibre 9 milímetros para luego asegurar que iba a presentar una denuncia en Fiscalía.

Según la versión policial, “la villa se levantó” para evitar la detención de un ladrón que había sido apresado por efectivos de Prefectura momentos después de sustraerle 12 pesos y un celular a una chica de 22 años, Julieta T., tras exhibirle una cuchilla por la ventanilla de su vehículo en el semáforo de Francia y Caseros. Según ese relato, una vez que Luciano A., de 18 años, se hizo con el magro botín, fue perseguido por prefectos, dos de los cuales resultaron lesionados por vecinos de la villa donde intentó buscar resguardo.

Piquete en la costanera

En el asentamiento precario que supo llamarse Villa Tacconi, hasta la apertura de un visitado búnker que lo hizo célebre bajo el nombre de La Refi, convivieron en armonía la más cruda de las pobrezas con el lujo ostentoso de los dueños de la costanera. La función de la Policía entonces, según los vecinos del ala pobre, unas cincuenta familias, era pasar a buscar el cobro semanal de las regalías de la venta de drogas y garantizar la seguridad de la clientela. El pasado 9 de abril, con el desembarco de dos mil prefectos y gendarmes en Rosario, esa jugosa boca de expendio de cigarrillos de marihuana y alita de mosca, donde la gente del centro hacía cola y sacaba números para comprar, fue cerrada y desde entonces, las juntadas de vecinos pobres en las esquinas, como limpiavidrios o malabaristas de semáforos, comenzaron a molestar al tiempo que se acrecentaron los arrebatos.

Ayer, el historial de ese asentamiento quedó plasmado cuando los vecinos que cortaban calle Caseros al 100 bis, la antigua entrada del búnker, señalaban a los policías que desalojaban el piquete como los mismos que solían pasar a cobrar.

“A mi sobrina la cagaron a palos y se la llevaron porque le pidió a un cana, que estaba re drogado, que se limpie la nariz, que le chorreaba agua blanca. El tipo no podía ni hablar y estaba re agresivo”, dijo una mujer momentos después de la detención de cinco vecinos.

“Estos ranchos son todos de chapa. Le das un gomerazo y los traspasás. Estos locos empezaron a los tiros. Y acá hay criaturas y embarazadas”, dijo un muchacho, quien también acusó a uno de los uniformados por estar “re drogado”. Según los vecinos, los detenidos tras el piquete fueron Nadia y Ramón A., de 16 y 39 años, Mónica B., de 41, y Roxana C., de 14.

Un vocero policial dijo que durante el desalojo del piquete fueron detenidos tres mayores y una menor a los que imputaron de “daños” contra una empresa de construcción que se levanta en un terreno de enfrente, cuyo cartel reza “Condominio del Alto, cuarta etapa”, de la que según la acusación habían sacado “chapas” para realizar el piquete.

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