Ciudad

El arte de robar

Pide recompensa por el cuadro robado del Museo Estévez que fue recuperado

Juan Pablo Martínez, quien dice haber participado de la devolución de "La asunción de Santa Catalina" a Rosario denunció que Interpol nunca le pagó lo prometido por su intermediación. Reclama que al menos le devuelvan los viáticos de la operación


La historia que enmarca a los cuadros robados en los primeros años de democracia no deja de brindar sorpresas. Atribuidas a manos desocupadas post dictaduras, las recuperaciones de algunas de estas obras fueron tan cinematográficas como los robos. «La asunción de Santa Catalina” fue recuperada a fines de 2018, un cuadro de Murillo sustraído 35 años antes. Pero ahora apareció Juan Pablo Martínez que dice haber participado de la recuperación del cuadro y denunció que Interpol nunca reconoció su participación y reclamó obtener una recompensa, o al menos que le devuelvan los viáticos de la operación.

En diálogo con El Ciudadano, el broker que vive en Paraguay explicó que en 2018 otro vendedor le ofreció comprar el cuadro de Esteban Murillo que fue restituido en 2019 al museo rosarino. Martínez no acostumbraba comercializar obras de arte, y siempre según dijo él, fue asesorado por un curador del Museo del Prado en España para confirmar que era el cuadro robado.

Le pidió a quien le ofrecía el cuadro una serie de fotografías siguiendo determinados estándares (sin flash, a x distancia, etc) y se lo mandaron. “Me lo mandaron, pero me advirtieron que tenía complicaciones. Lo busqué y descubrí que lo buscaba Interpol”, explicó Martínez.

El broker contó que pidió asesoramiento en Paraguay y después se contactó con la directora del Estévez, y a dos comisarios de Rosario. “Me di cuenta que tenían algo que era peligroso”, agregó. Quince días más tarde, siempre según su relato, autoridades de Interpol le pidieron que haga la denuncia y trabaje en recuperar el cuadro.

“Había nacido mi hijo y estaba corto de dinero. Me dijeron que no tenían plata para mi traslado desde Asunción así que puse la plata porque me prometieron que por la ley de recompensa la iba a recuperar”, dijo Martínez.

El broker llegó a Buenos Aires y trabajó en la división de patrimonio cultural de Interpol. Anoticiaron a la jueza que investigó el robo en Rosario. “Tuve que demorar la transacción con quienes vendían para armar el operativo. Les decía que mi comprador estaba entrando plata a Uruguay. Nuevamente de mi billetera pagué el viaje a Uruguay para hacer el operativo y atrapar a los traficantes”, relató Martínez.

Según Martínez, primero citó a los traficantes en un bar en la Ciudad Vieja de la capital uruguaya. “Tenía sillas afuera y cámaras de seguridad para registrar los movimientos. Hasta el mozo del bar era de Interpol. Parecía una película de Jason Bourne. Me junté con los traficantes y quedamos en hacer la operación por 2 millones de dólares dos días más tarde”, contó el broker.

Los traficantes le ofrecieron a Martínez hacer el intercambio de cuadro por dinero en un hotel donde conocían al jefe de seguridad. “Era imposible hacerlo ahí entonces les propuse hacerlo en la autopista interbalnearia, camino a Punta del Este, así no corrían peligro civiles”, recordó.

El atraco

Siempre según contó Martínez, los traficantes lo pasaron a buscar. Primero fueron a la casa de un contador, donde vio el cuadro de Murillo. Y relató: “Era el original. El óleo era antiguo. Cargamos la camioneta y nos fuimos. Estaban todos muy nerviosos y armados. Salimos en convoy. Frenamos en una estación de servicio, llenamos tanque y fuimos a Punta del Este. En un peaje había un operativo de tránsito y en ese momento  aparecieron de todos lados: dos drones, cuatro cinco motos, helicóptero, etcétera. Interpol actuó rápido”.

La Policía esposó a los traficantes y a Martínez. “Interpol me trató como un príncipe y pasé 24 horas detenido con ellos. Quería volver a mi casa, pero no me dejaron. Entré en el programa de protección a testigos. En el medio mi vida económica se fue a pique porque no pude trabajar”, explicó.

Según Martínez, desde el Ministerio de Seguridad le prometieron devolver la plata que puso, pero nunca cumplieron. Para recuperarla también contactó a la Municipalidad de Rosario. “Estuve cuatro veces en Rosario para hacer los trámites. Jamás pagaron nada”, agregó.

Según el hombre, entre 2018 y 2019 perdió su casa, auto y hasta una muela. “Lo hice porque es patrimonio mundial, para que cualquier persona de Rosario pueda apreciar un Murillo. Un cuadro así no lo puede tener un delincuente”, concluyó.

El golpe

El 2 de noviembre de 1983, tres personas ingresaron al Museo Estévez de Rosario, frente a la plaza 25 de Mayo y a media cuadra de la Municipalidad. Maniataron a los pocos empleados y fueron directo a la sala en la que se encontraban, además del cuadro de Murillo, “Retrato de un joven”, de El Greco; “El profeta Jonás saliendo de la ballena”, de José de Ribera; “Retrato de Felipe II”, atribuida a Alonso Sánchez Coello y recuperada en el hotel porteño, y “Doña María Teresa Ruiz Apodaca de Sesma”, de Francisco José de Goya, cuya aparición sería luego la clave para conectar el papel que jugaron los servicios en este tipo de golpe. Es que en 1995 el Goya fue encontrado en una camioneta que manejaba Ernesto Lorenzo, alias Mayor Guzmán, lugarteniente y chofer del líder de una banda de paramilitares, la de Aníbal Gordon, en el barrio porteño de Belgrano. En las últimas décadas Lorenzo caería por narcotráfico.

La causa judicial estuvo en los Tribunales de Rosario a cargo de René Bazet, quien procesó a tres personas por robo calificado y a una cuarta por encubrimiento. La Cámara Penal revocó luego los procesamientos y dictó la falta de mérito a los cuatro imputados.

Conexión Rosaura

Ricardo Ragendorfer, autor “Robo y Falsificación de Obras de Arte en la Argentina”, le dedica un capítulo llamado Conexión Rosaura a los dos golpes contra museos rosarinos. El periodista y escritor describe una escena en el lobby del hotel Westin Park de Miami, cuando el ex jefe de Bomberos de la Federal, Longo, intentaba vender el cuadro “Palomas y Pollos” a través de un contacto argentino. Ese contacto era Leandro Sánchez Reisse, quien armó una ratonera con el FBI detrás que terminó con Longo y su esposa presos. Al caer, Longo tenía en el bolsillo una foto del “Retrato de Felipe II” de Sánchez Coelho, recuperado semanas más tarde.

La causa Castagnino fue investigada en comienzo por el magistrado rosarino Bazet. Casi una década después se hizo cargo del juzgado Rodenas. Y contó que Leandro Sánchez Reisse quedó involucrado por escuchas telefónicas, aunque luego alegó que su participación en esa venta frustrada fue por orden del FBI, organismo estadounidense para el que trabajaba como agente encubierto, versión que fue corroborada por un miembro de la delegación de esta oficina en la Argentina, William de Godoy.

En aquella oportunidad Sánchez Reisse aseguró que los cuatro cuadros restantes jamás habían salido del país y sugirió que el dirigente radical Enrique “Coti” Nosiglia pudo haber tenido algo que ver con el espectacular caso. Además, habló de una “zona liberada” por el entonces jefe de la Unidad Regional II de la Policía de Rosario para la concreción del atraco.

Sánchez Reisse también acumuló alrededor de cuatro años preso en distintas épocas por el secuestro extorsivo del empresario Fernando Combal, y también estuvo involucrado en la causa Amia, donde se lo acusó de plantar pistas falsas. Asimismo, fue mercenario para los contras nicaragüenses, trabajó para la DEA y la CIA, y se fugó de una prisión de máxima seguridad francesa en 1985.

“100 millones de dólares”

Durante su declaración en el juzgado de Rodenas, trece años después del robo al Castagnino, Sánchez Reisse contó una historia con ribetes fantásticos, que lo vinculaba con su actividad de espía. Dijo que estuvo oculto durante seis meses en Las Vegas por orden del FBI y para preservarse de un atentado que iba a sufrir en Montevideo. “Desde 1978 trabajo el tema del narcoterrorismo, estuve dos años prestando servicios en Bogotá (Colombia) para la DEA y fui víctima de tres atentados contra mi vida, uno por esta causa, a la que entré luego de toparme con el ex comisario de la Policía federal Juan Carlos Longo. Él me ofreció 100 millones de dólares en cuadros sin saber que yo era agente encubierto. Desarrollamos la investigación, logramos la detención y la recuperación de la obra pero yo terminé detenido”, describió.

“Aunque salí en libertad por falta de mérito no quiero que me sobresean por prescripción del sumario sino porque se haya demostrado mi absoluta inocencia. En este momento lo que quiero es irme al extranjero para trabajar a favor de mi país, como siempre. En este caso evitando el fenómeno de la vietnamización de América latina. También sigo trabajando sobre el robo al museo, y por eso sé que (Enrique) Nosiglia está nombrado en el expediente. Otra cosa que hice fue enviarle una carta al (entonces) presidente (Fernando) De la Rúa, –interrumpe la charla para exhibir la respuesta del secretario privado del primer mandatario– advirtiéndole que se cuide de Chacho Álvarez”, declaró Sánchez Reisse, quien fallecería en 2015, dos meses después de ser absuelto en la causa por los secuestros extorsivos.

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