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Perros frustran fuga de presos

Cinco reclusos de la Unidad de Detención Nº 3 fueron descubiertos en los techos, a punto de saltar el muro de seis metros de alto. “El encierro hace que la gente intente cosas impensables”, dijo Pablo Cococcioni, secretario de Asuntos Penitenciarios.


La Unidad de Detención Nº 3, ubicada en la entrada de barrio Echesortu, muy cerca del cementerio El Salvador y frente a la sede de la Guardia Urbana Municipal (GUM), tiene la fisonomía clásica de una cárcel de fines del siglo XIX: grandes e imponentes muros y pequeñas arcadas a modo de mirador; separan una suerte de isla circular ubicada en la manzana delimitada por las calles Zeballos, Montevideo, Suipacha y Riccheri. Por eso se conoce como La Redonda. Desde afuera parece infranqueable, una fortaleza imponente, pero según el titular de la Secretaría de Asuntos Penitenciarios, Pablo Cococcioni, “el encierro hace que la gente intente cosas impensables”. Anteayer por la noche, cinco reclusos llegaron a los techos del penal que dan a calle Montevideo, con la intención de saltar hacia la calle y escapar. “Pretendían tirarse desde un muro de no menos de 6 metros”, señalaron voceros del caso, quienes indicaron que los presos fueron descubiertos poco antes de lograr su cometido, gracias a los perros que custodian la cárcel.

Cuando mediaban las 22 del jueves, la calma impuesta en la Unidad de Detención Nº 3, también conocida como cárcel de encausados, se desarmó en pocos instantes. Es que corridas en los pasillos, luces que iluminaban todo el perímetro y alarmas de distinta índole avisaron a los carceleros que algo se estaba gestando en el penal. Los ruidos también alertaron a los vecinos de la zona, quienes no salieron a la calle, pero comenzaron a mirar de reojo los alrededores de la penitenciaría.

En pocos instantes, lo que se intuía cobró cuerpo: cinco reclusos del pabellón B del presidio intentaban fugarse. “Los hombres fueron descubiertos por los ladridos de los perros; estaban en los techos, intentando saltar un pasillo, lo que les permitiría llegar hasta la pared que da a la calle”, señalaron fuentes del caso.

Los presos habían apilado camas y colchones, para poder trabajar sobre una ventana con barrotes, el único al exterior que tiene la celda. “Usando las camas como escalera, los internos limaron la reja de una ventana, que está en la parte superior del portón de entrada a la célula B. Una vez que la rompieron, tomaron los techos”, afirmaron los voceros.

El plan estuvo calculado casi a la perfección, pero finalmente quedó trunco por perros de la sección Canes de la Policía provincial, que fueron destinados al penal hace poco tiempo.

“Si bien siempre tuvimos perros en la cárcel, hace cuatro meses pusimos en uno de los pasillos que da a la zona del conflicto un número importante de animales para prevenir este tipo de hechos”, afirmaron los pesquisas, quienes indicaron que, a su vez, los techos son controlados por 3 garitas con guardiacárceles.

“La mecánica parece disparatada, pero los que intentaron fugarse son personas de contextura pequeña, muy ágiles. Además, para uno parece una locura saltar de 6 metros al vacío, pero cuando los muchachos pasan un par de años encerrados los márgenes de lo lógico se corren” señaló a El Ciudadano Pablo Cococcioni, secretario de Asuntos Penitenciarios.

El intento de evasión fue desbaratado por los propios penitenciarios, que fueron apoyados por personal del Comando Radioeléctrico y la seccional 6ª, con jurisdicción en la zona, que rodearon la manzana y la zona, ante la sospecha de que algún adelantado hubiera logrado huir antes de desbaratarse el plan.

Cerca del mediodía de ayer, con los ánimos calmados y bajo un fuerte operativo policial, los presos que intentaron huir fueron trasladados a otras unidades de mayor seguridad. “Los muchachos que intentaron fugarse fueron reubicados en el pabellón disciplinario de Piñero (Unidad de detención Nº 11); y luego cuatro de ellos fueron llevados al penal de Coronda”, afirmaron voceros del caso.

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