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Patrimonio cultural del humor

El caricaturista gráfico Juan Carlos Colombres, conocido popularmente como Landrú, celebrará hoy sus 92 años. Su familia creó una fundación con el objeto de recopilar toda su obra de más de siete décadas y así mantenerla vigente.


El humorista gráfico argentino Juan Carlos Colombres, conocido popularmente como Landrú, se prepara para celebrar hoy sus 92 años. Mientras tanto, su hijo Raúl y su nieto Gonzalo abren las puertas de la Fundación Landrú, una organización sin fines de lucro que tiene como misión mantener vigente toda su obra de más de 70 años de trabajo en los medios, material que, además, es parte del patrimonio cultural argentino.

Landrú, que en 1945 publicó su primer dibujo en la revista Don Fulgencio, de Lino Palacio, y que desde ese momento marcó un antes y un después en el humor gráfico, celebra una vida entera dedicada a este oficio. “no se cumplen 92 años todos los días, está muy bien de salud, no sale mucho, pero el sentido del humor y su cabeza están geniales”, tranquilizó Gonzalo Colombres, su nieto de 39 años, publicista y comunicador.

“Hace un tiempo con mi padre Raúl surgió la idea de hacer algo con toda la obra de mi abuelo y fue entonces que creamos la fundación para recopilar los 70 años de

publicaciones, documentar, digitalizar y preservar los trabajos. La idea es difundir la obra para mantenerla vigente como patrimonio cultural. Esa es nuestra misión”, agregó el nieto, en diálogo con Télam.

Lo cierto es que la fundación como proyecto se empezó a gestar en 2012 pero, según indicó Colombres, “recién ahora es oficial”. A través de la Fundación Landrú (www.landru.org) se llevan adelante proyectos como el Landrú digital, un museo virtual, un blog de la revista Tía Vicenta y, en breve, “vamos a lanzar una tienda online con productos con dibujos del artista”, porque “la gente nos pide cosas”, dijo.

Además de su particular semblante, este hombre dejó su huella con chistes políticos y sociales en emblemáticas revistas como Rico Tipo, Vea y Lea, El Hogar, Loco Lindo, Medio Litro, Leoplán, Dinamita, Mundo Argentino, Popurrí y Patoruzú, entre otras.

En 1957 creó su más notable aporte al humor argentino, la revista de actualidad política Tía Vicenta, una publicación que, además de estar cargada de desenfadado humor político, satirizaba las costumbres y usos idiomáticos de la sociedad argentina, convirtiendo a Landrú en el humorista del momento. En 1966, el presidente de facto, el militar Juan Carlos Onganía, molesto por una caricatura suya, ordenó su clausura. Hasta ese entonces, la revista había llegado a vender unos 450 mil  ejemplares semanales.

Landrú –multipremiado, gran bailarín y letrista (en 1958 creó el grupo musical Los Tururú Sereneiders)– colaboró en los principales medios gráficos del país, fue el primer libretista de Tato Bores y creó varios personajes como el famoso gatito que aparece en sus viñetas. Pero, también, dejó marcas indelebles en el colectivo social: fue él quien bautizó “Villa Cariño” a la zona del barrio de Palermo frecuentada por parejas de enamorados.

También recaen en la autoría de Landrú los apodos “el chancho” a Álvaro Alsogaray, “la jirafa” a Arturo Frondizi y “la tortuga” a Arturo Ilia; introdujo la sigla G.C.U. (Gente Como Uno) como expresión del grupo social de pertenencia de personas con buen gusto y popularizó expresiones en desuso, algunas provenientes del lunfardo, como “mersa” y “piruja”.

Uno de los rasgos típicos en las caricaturas de Landrú es la presencia de un gato dibujado con una amplia sonrisa y los ojos abiertos con mirada pícara, tal gato se halla casi siempre cerca de la firma, como si el felino representara al humorista siendo testigo de un mundo absurdo al cual se observa y soporta desde el humor.

Gracias a ley de Mecenazgo, que concibió este trabajo como patrimonio cultural, hijo y nieto de Landrú pudieron conseguir fondos para recuperar la historia artística del humorista.

Ahora trabajan en la segunda fase que consiste en rastrear los más de 40 mil dibujos que realizó para Clarín (trabajó desde 1972 al 2007) y seguirán su rastro por la editorial Atlántida.

“Hay muchos archivos perdidos, como su primera publicación en Don Fulgencio. Tenemos que buscar en bibliotecas y archivos. Es un trabajo arqueológico. La semana pasada, por ejemplo, vino un fanático y nos trajo recortes y chistes que recopiló en su vida. Queremos fomentar a que la gente se anime a prestarnos sus colecciones para digitalizarlas. Nos interesa preservar y completar la obra en digital”, subrayó Gonzalo Colombres.

Parte de la apuesta es que la obra no caiga en el olvido, sino que tenga vigencia. “Hoy en día hay muchos chistes que son actuales, también a los más jóvenes les puede interesar el humor absurdo de Landrú y sus personajes divertidos”, agregó.

Consultado acerca de las vivencias que experimentó de chico junto con el humorista, su nieto expresó: “Me remonto a los 7 años cuando íbamos los siete nietos todos los sábados a comer a su casa, era divertidísimo, nos contaba chistes, nos gustaba ir. Él siempre era el centro de la mesa”.

Un gran proyecto para digitalizar encaminado, un museo virtual ya creado, exposiciones en ciernes, un blog y gran movimiento en las redes sociales muestran a un Landrú recargado, atento a nuevos públicos, mientras que re enamora a viejos seguidores. “La gente está encantada”, resumió su nieto orgulloso de su abuelo, quien en 1982 recibió un Diploma al Mérito de los Premios Konex por su larga trayectoria como humorista gráfico.

El caso “Charlie Hebdo”

Landrú sufrió la censura en primera persona cuando en 1966 el presidente de facto, el militar Juan Carlos Onganía, molesto por una caricatura suya, ordenó la clausura de la revista Tía Vicenta que el humorista había creado en 1957. Consultado sobre la repercusión que tuvo el atentado a la revista satírica francesa Charlie Hebdo donde dos encapuchados entraron a la redacción y asesinaron a doce periodistas, Gonzalo Colombres dijo que su abuelo, un viejo militante de la libertad de expresión que en 1971 recibió en Nueva York la distinción María Moors Cabot, todo lo que pasó le pareció “repugnante” ya que, como destacó, “detesta la violencia”. Citando a Landrú dijo, además, que “fue un ataque al humor, a la libertad de expresión. Es un tema que para él es muy vulnerable. No lo podía creer y está expectante. Repudió todo este tipo de disparates”, señaló el nieto.

 

 

 

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