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Pasará diez años en prisión por asesinar a un jubilado

Por el hecho también había sido detenido el concubino de la condenada, que luego fue absuelto.

Lucía Demarchi / Carina Ortiz

Una joven de 26 años fue condenada, mediante la modalidad de juicio abreviado prevista en el nuevo Código Procesal Penal, a 10 años de prisión por el delito de “robo seguido de muerte”. La víctima fue Francisco Muñoz, de 79 años, quien la noche del 22 de diciembre de 2008 fue asesinado de una decena de puñaladas en su casa del barrio Empalme Graneros. Por el hecho fue absuelto su concubino, a quien testigos vieron salir de la casa con su ropa con manchas color escarlata y con un arma en la mano.

El Juzgado de Sentencia de la 4ª Nominación, a cargo de Julio Kesuani, condenó a diez años de prisión a Gladys Beatriz Roa, una joven de 26 años imputada por el delito de robo seguido de muerte. Esto, después de llegar a un acuerdo entre partes a partir de la figura del juicio abreviado, prevista en el nuevo Código Procesal Penal de la provincia de Santa Fe.

La víctima del homicidio por el que Roa fue condenada es Francisco Ramón Muñoz, un jubilado de 79 años que la noche del 22 de diciembre de 2008 fue asesinado de una decena de puñaladas en su casa del barrio Empalme Graneros, en la zona noroeste.

Por este mismo hecho también fue detenido Oscar Ramón U. –conocido como el Ciego por su discapacidad–, concubino de Roa. Sin embargo, en base a su declaración y la de su mujer, el magistrado entendió que la autora material del hecho había sido Roa, por lo que el Ciego fue absuelto.

Lo llamativo es que en un primer momento, por los relatos de los testigos que vieron salir a la pareja de la casa de Muñoz, él era el principal sospechoso, ya que estaba manchado con sangre, tenía el arma homicida en su mano y, además, es un ex convicto que ya había purgado una condena en la Unidad Penitenciaria Nº 1 de Coronda.

Francisco Muñoz era un jubilado que siete meses ante de su muerte había comprado por 14 mil pesos una casita en Garzón 1408 bis, en el barrio Empalme Graneros.

Según se desprendió del relato que un vecino de la zona aportó a la causa, ese día, cerca de la 17, vio al Ciego y a Roa charlando con Muñoz. Horas después, a eso de las 23, escuchó que el anciano gritaba, por lo que salió con su hermano a la calle. En ese momento, escucharon un segundo grito. «¿Qué querés?», habría dicho Muñoz, a lo que alguien contestó que se callara la boca.

Luego, los testigos escucharon ruidos “como de sillas que se caían”, por lo que volvieron a entrar a su casa y allí se quedaron con la luz apagada hasta que decidieron llamar a la Policía, detalla el fallo.

Pero mientras esperaban la llegada de los uniformados vieron que de la casa del anciano salían el Ciego y Roa, a quienes intentaron cerrarles el paso con un portón. Sin embargo, cuando vieron que el hombre tenía la mano y la ropa ensangrentada y un cuchillo, los dejaron ir.

Según aseguraron vecinos, Roa trabajaba como empleada doméstica en la casa de Muñoz, y de acuerdo con la declaración que la joven realizó en sede judicial, ese día había ido a la casa del jubilado a cobrar 20 pesos que le debía de la semana anterior.

En el fallo consta el relato de Roa, que explicó que ese 22 de diciembre, cerca de las 21, le pidió a su marido que la acompañara a la casa de Muñoz. El Ciego accedió.

Cuando llegaron a la vivienda del anciano, éste habría comenzado a decirle palabras obscenas a la joven, algo que según ella era habitual. Pero su pareja reaccionó ante las palabras del jubilado.

De acuerdo con el relato de la muchacha, en ese momento Muñoz agarró un cuchillo y arremetió contra el Ciego. En ese contexto, ella intentó impedir el ataque y logró hacerse del arma blanca. Habría sido en este momento cuando le asestó las puñaladas. Pero Roa enfatizó que había actuado “en defensa propia”, porque si algo le pasaba a su marido ella no estaría viva. Luego –dijo– ambos huyeron por temor.

Muñoz fue encontrado sin vida en el comedor de su casa por la Policía, que llegó al lugar momentos después del hecho.

Según dijeron ante el tribunal el hijo y la nieta de la víctima, el anciano había cobrado dos mil pesos de la jubilación y el aguinaldo, y además había extraído del banco mil pesos más. Muñoz solía esconder su dinero dentro de una media, en el mueble donde guardaba los zapatos. Este dinero no apareció. Por eso la causa quedó caratulada como “robo seguido de muerte”.

Gladys Beatriz Roa, que deberá pasar los próximos diez años en prisión, fue considerada la autora material, ya que es “la única persona que pudo haber provocado lesiones múltiples y hemorragia severa en el cuello”, porque en su relato admitió “haberle sacado el arma blanca que portaba el occiso”, reza el fallo.

En este sentido, el juez Kesuani consideró que “no se advierte actuación vinculante certera del coprocesado (Oscar U.)”, que fue absuelto por el magistrado.

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