Espectáculos

Para Salinas “la libertad estética es innegociable”

El guitarrista Luis Salinas volverá a la ciudad el 6 de abril, con su mezcla armónica de jazz, brasileña, funk y tango.  Para el músico, la gente ya aceptó su libertad creativa y musical.

Foto de Carlos Furman

A poco más de un año de su último show en la ciudad, donde llegó a fines de 2010 para presentar Sin tiempo (decimocuarto disco de su carrera), el virtuoso guitarrista Luis Salinas comenzará el sábado en Buenos Aires una serie de recitales que lo traerá de regreso a Rosario el próximo 6 de abril para presentarse en Willie Dixon (Suipacha y Guemes).

En base a un repertorio que comprenderá los lenguajes del jazz, el funk y la música brasileña, los conciertos  de Salinas se establecen bajo criterios de “libertad estética” que, según aseguró el músico, “son innegociables”.

“Hubo un tiempo en el que, cuando dejaba de tocar al mango para hacer una zamba o un bolero, había una parte del público que se levantaba y se iba, pero hoy se aceptó mi libertad musical”, expresó Salinas en diálogo con la agencia de noticias Télam.

Elogiado por artistas de la jerarquía de Horacio Salgán, Dino Saluzzi, BB King, y Mercedes Sosa, el guitarrista explicó que siempre sintió inclinación “por la libertad de frasear una melodía e improvisar sobre eso”.

“Trato de manejar el concepto del jazz, ese momento único e irrepetible. Y esa libertad es innegociable”, sentenció.

Salinas ofreció  concierto de funk y blues e La Trastienda de Buenos Aires con entradas agotadas, y ahora emprende una mini gira que lo reencontrará con sus seguidores rosarinos en el templo del rock local.

Entre los músicos que lo acompañarán estará el baterista Waldo Madera, el bajista Alejandro Herrera, el tecladista Javier Lozano y el percusionista Oscar Pocho Porteño, entre otros.

El particular vínculo que Salinas establece con su público llevó a que, con los años, ya no le demandaran la expresión de sus virtuosos solos de guitarra creando un escenario propicio para que el músico pudiese recorrer diferentes climas con mayor libertad. En relación con esta transición, Salinas contó: “Cuando empecé tocaba temas de (Carlos) Santana y (George) Benson, hasta que empecé a tocar mis canciones. Me salía aquello que había escuchado desde siempre y yo escuchaba de todo. Eso por un lado fue bueno y por otro no, porque la prensa no sabía en qué lugar ponerme. En un momento me di cuenta que cuando tocaba latin jazz me anunciaban en el diario y cuando tocaba folclore no”, destacó. Y reconoció: “De a poco fueron aceptando mi libertad musical y eso fue una bendición. Los premios ayudaron mucho. Además, los mismos músicos de cada género, de algún modo, te van autorizando. El público sabe que no hay especulación, que toco todo con el mismo amor”.

Ese recorrido también le sirvió a Salinas para ir venciendo el preconcepto de la rápida ejecución: “Un día se dio de tocar con Frank Gambale, que es uno de los más rápidos del mundo. Pero cuando terminé de tocar no me sentía bien. Llegué a mi casa, me puse a tocar y me salieron boleros, cosas diferentes, que no llevaba al escenario. Me parecía que estaba yendo hacia un único lugar. Ahí empecé a cambiar el repertorio”.

“Hubo momentos, especialmente en las segundas partes de los conciertos, en los que estaba tocando al mango y luego pasaba a una balada o una zamba y había gente que se levantaba y se iba. Perdí un público y gané otro. Después vino la experiencia de tocar con BB King y otras cosas, y todo se fue aceptando”, recordó.

Consultado acerca de cómo afectó en el desarrollo de su enfoque musical el haber recorrido decenas de escenarios junto con consagrados músicos del mundo, dijo Salinas: “El haber ido a Jujuy, a Santiago del Estero, me permitió abordar el género folclórico de otra manera. Cuando ves cómo un tipo de ahí baila los ritmos, los acentos, los paisajes, te acercás al género de una manera que no se logra sólo con escuchar los discos. Siempre trato de escuchar para atrás, de ir a la raíz. Lo mismo que cuento con el folclore me pasó con los gitanos y los jazzeros”.

Con un nivel de autosuperación que cautiva a varias generaciones, en cada show el guitarrista suele reinterpretar diversos clásicos de la canción latinoamericana. Consultado respecto de si al hacer esto busca no repetir la manera en que fueron grabados originalmente, expresó: “Hay artistas que son muy capaces de planificar y decir «voy a hacer algo diferente», por ejemplo el Chango Farías Gómez, que era un creador. Por un lado está el músico que tiene esa capacidad y también el que simplemente toca. Yo estoy en este segundo grupo. Me acuerdo de un elogio lindo de Mercedes (Sosa) que me decía que le gustaba lo que hacía porque no intentaba hacer folclore como un tucumano o un santiagueño. A mí siempre me gustó frasear una melodía e improvisar sobre eso, no hay mucho más. Después, si cuando tocás pasa algo que nunca pasó, mucho mejor. Pero eso es algo que queda para quien escucha”.

Respecto de si a esta altura de su carrera existe algún autor que haya querido grabar pero que no se sentía maduro para afrontarlo, Salinas sorprendió con el nombre del emblema del bandoneón: “Un amigo siempre me insiste con grabar algo de (Astor) Piazzolla, pero sucede que a su obra le tengo mucho respeto. Fue tan grande que, de hacer algo, quiero que sea algo creativo y no sólo para decir «toqué a Piazzolla». Es algo que tengo pendiente pero que todavía quiero entender mejor antes de dar mi opinión”.

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