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“Para mantener viva mis obras necesito de mi voz”

Por Javier Hernández. El guitarrista rosarino Guillermo Rizzotto visitará sus tres discos de estudio antes de publicar su nueva producción. Antes de volver a Barcelona, donde reside, el músico se presentará esta noche, a las 21.30, en el Túnel 4 del Parque España.


rizzotto-dentroEl año pasado cuando con su guitarra a cuestas Guillermo Rizzotto llegó a Rosario, lo hizo con motivo de dar a conocer El sentido del paisaje, un tercer disco de estudio donde planteaba un bello recorrido por su Argentina natal a través de colores y sutilezas. Ahora, nueve meses después, y con un trabajo grabado con un ensamble noruego a punto de ver la luz, regresa a su ciudad natal para hacer una retrospectiva de toda su carrera en una velada donde parece querer cerrar un círculo que lo lleve a descubrir el mundo con otros ropajes. Con entradas a precios populares, el músico se presentará esta noche, a partir de las 21.30, en el Túnel 4 del Centro Cultural Parque España (Sarmiento y el río).

Durante la velada, el músico residente en Barcelona desde 2006 aprovechará para anticipar algunos temas de Vindu (Ventana en noruego), su cuarto álbum de estudio que fue grabado en el país escandinavo en octubre de 2013 y que, en junio, llegará a las disquerías argentinas, españolas y noruegas. Continuación de Solo Guitarra (2006), El paso del tiempo (2009), y El sentido del paisaje (2013), el nuevo trabajo permite al músico “hacer un punto de encuentro entre dos músicas y culturas”, contó a El Ciudadano.

—Los terceros discos suelen marcar la afirmación de un camino pero también anticipan un cambio. ¿Estás de acuerdo? ¿Cómo será “Vindu”?

—La observación es buena porque es un poco así. Yo siento como si fuera el principio o el final de una etapa. Cuando comencé a grabar este disco (Vindu) en Noruega, junto a músicos de allá, me dio la impresión de que fui mucho más allá y me atreví a llevar los colores y mi búsqueda personal a otros lugares muy diferentes a lo que venía haciendo.

—¿Qué significa “Vindu”?

—Significa “ventana” en noruego. Justamente, el planteo es que el disco es un punto de encuentro entre dos músicas y culturas. Y con esa premisa trato de mirar desde los dos lados de una ventana, de una cultura hacia la otra y viceversa. La idea fue un poco esa: escribir arreglos de mi música para sus instrumentos y, al mismo tiempo, yo hacer arreglos con mi background de sus músicas.

—Existen en tus trabajos dos variables que se repiten: una es el sentido del tiempo, la otra la importancia del paisaje. ¿Cómo vinculaste el folclore argentino-latinoamericano con la música noruega?

—La música noruega tiene sus raíces en la música celta y medieval y, por esa razón, se puede encontrar en la música irlandesa y en un montón de lugares donde los celtas estuvieron presentes. En ese sentido no tiene ninguna relación con nuestra música. En lo personal me interesa más que el paisaje visual lo que yo llamo el paisaje empírico: la sensación del paisaje.

—Tus discos se descubren también con la imaginación.

—Si uno analiza mis discos se dará cuenta que siempre traté de hacer una búsqueda de color o de pinceladas, de estados de ánimo que van más allá de la música folclórica argentina. La idea de este encuentro con músicos noruegos, pero que también puede ser con gente de otros lugares –como me pasa ahora que estoy tocando con el guitarrista flamenco José Luis Montón–, tiene que ver con relacionar la música con el lenguaje de uno; es decir, uno tiene un paisaje empírico que hace que tenga una personalidad. El hecho de confrontarse con músicas que no tienen nada que ver con uno es una forma de conocerse y de involucrarse musicalmente con el mundo. Yo  creo mucho en las raíces de las músicas y así estoy tocando jazz, música contemporánea y electrónica. Las raíces y la experiencia es el paisaje empírico desde donde uno puede comunicarse.

—Nombraste a Montón; ¿con qué búsquedas nace el proyecto junto al músico flamenco?

—Es un proyecto interesante porque él es un guitarrista que viene del mundo del flamenco pero a la vez tiene un pie afuera y trata de transmitir lo que siente más allá de cualquier convención del género.

—¿Cómo es el trabajo que hacen a dúo?

—Una vez, hablando antes de pensar en hacer algo juntos, nos dimos cuenta que nos sentíamos parte de un contexto musical –cada uno por su lado– pero a la vez fuera de eso. Yo, que toco con reminiscencia de música argentina, no podría considerarme un guitarrista de folclore. A él le pasaba algo similar con el flamenco. Como los dos componemos se nos ocurrió ponernos a trabajar en buscar un punto de encuentro entre esos dos toques: nuestras búsquedas son muy distintas pero representan, también, dos enfoques del instrumento.

—¿Qué te llevó a organizar esta retrospectiva que harás en Rosario? ¿Hay una búsqueda por actualizar sonoridades y, quizá, paisajes?

—La retrospectiva surge casi por una necesidad personal. Cuando hago una presentación siempre trato de incluir y difundir cosas del pasado de mi carrera porque la realidad del músico independiente es que, para mantener viva mis obras, necesito de mi voz. Si yo no toco nunca más un disco que hice hace años lo único que queda es el camino propio de cada disquito que va por ahí dando vueltas. No es menor ese camino tampoco, pero uno mismo, mientras esté en esta vía, creo que tiene que encargarse de mantener viva la obra.

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