Ciudad

Muestra de fe

Otro multitudinario Vía Crucis del Padre Ignacio

Cerca de 300 mil personas participaban anoche de la ceremonia religiosa organizada por el sacerdote en la parroquia Natividad del Señor de barrio Rucci. Como cada año, llegaron desde distintos lugares para pedir y para agradecer.


Una multitud de fieles se concentró ayer en el corazón de barrio Rucci para participar del clásico Via Crucis del padre Ignacio Periés. Los fieles venían desde distintos lugares: Coronda, Villa Amelia, Paraná, Rufino, entre otras localidades. También había rosarinos y vecinos del barrio de la zona noroeste.

Los seguidores llegaron en autos, micros y otros vehículos que los transportaron desde horas tempranas al barrio Rucci, todos con deseos de estar en las primeras filas de la caminata.

También los asistentes cargaban bancos, reposeras, sillones, equipos de mate y bidones de agua, con la esperanza de que, tras las 14 estaciones, la mano del carismático padre Ignacio la transformara en agua bendita.

La ceremonia central comenzó a las 20.30 desde Gómez Cornet y Concolocorvo. El recorrido siguió por Palestina, la colectora de Circunvalación, Pallieri, Peirano, Homero Manzi, Blomberg, colectora José María Rosa, López Buchardo (por debajo del puente), Castex, Brasilia, Walt Disney, Gambartes, avenida Kennedy y avenida de los Granaderos, hacia el oeste.

En esta edición, los fieles contaron con la supervisión de 150 agentes de la Secretaría de Control y Convivencia Ciudadana, Defensa Civil y un extenso operativo de seguridad que comenzó ayer al mediodía.

Muchos de los seguidores, como acostumbran cuando van a ver al padre Ignacio, llevaron fotos de familiares enfermos y otros de los que ya se recuperaron, como “milagros” que adjudicaban a la mano del célebre sacerdote.

Lo cierto es que a la convocatoria de Ignacio el tiempo acompañó, un poco fresco, pero los feligreses fueron preparados y se llevaron abrigo para no pasar frío.

Entre los fieles que marchaban siguiendo la recreación del martirio de Jesús, había padres que llevaban en cochecitos a sus hijos, nacidos entre un Via Crucis y otro. También había niños en los que la curiosidad se imponía al cansancio del lento caminar de los seguidores.

Uno de los rituales de esta ceremonia es hablar de la cantidad de personas que asistieron. Las autoridades policiales, que suelen ser más cautelosas que los organizadores, estimaron que hubo cerca de 300 mil fieles.

Antes de comenzar la primera estación de la ceremonia, el padre Ignacio dijo que sentía una “gran satisfacción” desde el sacerdocio. “Porque uno tiene la gracia de acercar tanta gente al corazón de Dios”, marcó.

Además destacó que en esta edición del Vía Crucis hay gente de “29 países que lo está siguiendo” y que “es un año especial” porque es el año de la misericordia. “Y espero que en esta misericordia la gente pueda encontrar esperanza”, insistió.

Además del acto litúrgico, que junto con la bendición del padre Ignacio es el momento cúlmine de la convocatoria de cada Semana Santa desde hace muchos años, hay historias que se tejen a su alrededor y son las que arrastran cada uno de los fieles que llegan hasta el barrio del noroeste rosarino.

Enrique y Ana están casados hace más de 30 años, son de zona oeste, tienen tres hijos y seis nietos. “Hace cinco años que realizamos el Via Crucis. Venimos a pedir y a agradecer. Pedimos mantener nuestro trabajo y por la salud de nuestros hijos y nietos”, explicó Quique, mientras su mujer le cebaba un mate.

Andrea, María Laura y Natalia son amigas, oriundas de Villa Amelia, y es el segundo año consecutivo que concurren a la ceremonia.

“Vinimos y volvemos en trafic como el año pasado. El motivo de nuestra visita a Rosario es para pedir trabajo, bienestar y salud. El padre Ignacio nos transmite mucha paz y tranquilidad”, resaltó Andrea.

En otra de las esquinas de barrio Rucci se encontraba Haydée con su hijo Maximiliano y sus dos hermanas. Todos viven en Coronda y llegaron en colectivo. “Cada año que pasa se pone más lindo el Via Crucis. Vengo a agradecer por tener salud. Siempre pido por mi hijo y por toda la familia”, contó emocionada la mujer.

Ramón y Vivian son una pareja consolidada desde hace más de una década y los mismos años hace que realizan al Vía Crucis. “Pedimos por trabajo, que sigamos con salud y agradecemos todo lo que tenemos”, expresó el joven.

Ermelinda es del Chaco y hace 32 años que vive en Rosario. Vino con su hija Jazmín y forman parte de la multitud que fue a agradecer. Hace 10 años que hacen el Via Crucis, aunque esta vez Jazmín tuvo algo que pedir: hace unos meses se quedó sin empleo.

Tras un recorrido de varios kilómetros, la procesión terminó cuando el padre Ignacio dio un mensaje final y bendijo a los presentes.

Lo que sí se mantuvo es una proporción inalterable: la mitad tiene algo que pedir, la otra, algo que agradecer.

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