Ciudad

Atrincherados II

Otro barrio que se encierra

Vecinos del loteo Funes City levantarán barricadas en los accesos para controlar el ingreso al barrio. Lo harán tras numerosos robos, en particular de materiales de construcción, y reubicarán cámaras de video para vigilar mejor.


Vecinos del loteo Funes City quieren restringir el acceso al barrio con barricadas de tierra para frenar robos a sus viviendas y obras en construcción. Prometen que este domingo, con camiones y una pala retroexcavadora, cerrarán catorce de las diecisiete calles por las que se ingresa al barrio y reubicarán cámaras de vigilancia en puntos estratégicos para controlar el tránsito. Según contaron a El Ciudadano, tomaron la decisión luego de considerar que los pedidos al municipio de la vecina localidad por mayor seguridad no fueran respondidos.

La iniciativa sigue el camino del barrio Tango, ubicado entre las avenidas San José de Calasanz (continuación de Mendoza) y la autopista a Córdoba, en el extremo oeste de Rosario, donde vecinos del lugar hicieron cavar un foso para impedir el ingreso de personas con fines delictivos.

En acción

Distinto a lo habitual, este domingo será un día de trabajo para las treinta familias que viven en el barrio abierto Funes City, lindero y al oeste de la pista de aterrizaje del Aeropuerto Islas Malvinas.

Desde temprano recibirán a dos camiones y una retroexcavadora con sus respectivos operarios que se encargarán de levantar catorce barricadas en otras tantas esquinas por las que se accede al barrio. Sólo tres quedarán despejadas como accesos pero vigilados por dos cámaras de video monitoreadas en forma privada.

Concluido el trabajo la jornada cerrará con un asado a la canasta para “seguir pensando alternativas institucionales en procura de mayor seguridad en la zona”.

En diálogo con este medio, uno de los vecinos y promotores de la iniciativa, Marcos Messineo, explicó: “Hicimos una reunión de emergencia para debatir qué podíamos hacer para evitar más robos y surgió esta idea”.

Según el relato del hombre, en las últimas semanas un escruche a una vivienda y un robo de materiales renovaron la angustia de los vecinos del loteo donde se levantan alrededor de 350 nuevas casas.

“Venimos de un año donde la delincuencia nos pegó mucho. Y no hemos tenido respuesta del municipio. Inclusive hubo casos donde intervino la guardia municipal que fueron muy dudosos. Estamos muy temerosos y esto no era así”, señaló Messineo.

De acuerdo con el vecino, entre 2012 y 2013 las calles del por entonces embrionario loteo estaban barricadas con tierra a cuenta de que el desarrollador mantenía trabajos de infraestructura y otras tareas hidráulicas de rigor.

“Compartiremos los gastos (unos 5 mil pesos) y con la ayuda de las cámaras que ya había puesto el desarrollador, que reubicaremos, podremos tener al menos conocimiento de la patente de los autos y motos que entran y salen”, precisó el hombre.

Según Messineo, no sólo aportarán dinero las familias que ya viven en el lugar sino también quienes aún están construyendo sus viviendas en la zona.

Marcha sin éxito

A mediados de noviembre el barrio abierto Funes City también fue noticia y ligado con iniciativas contra la inseguridad.

Los vecinos convocaron a una caravana de autos que recorrió la localidad, pasó por la seccional de Policía y culminó en el Concejo Municipal de la vecina localidad para pedir que se cree un consejo de seguridad ciudadana. Y más: llevaron reposeras para “sentarse a esperar la respuesta de los concejales”, como explicaron entonces.

Según contaron los mismos vecinos un mes después este pedido no tuvo ningún avance en el órgano legislativo.

Al compás de los reclamos

El caso de Funes City se conoció días después de que vecinos del barrio Tango cavaran un zanjón para obstruir el ingreso de delincuentes con vehículos. Tras el revuelo mediático que ello produjo, autoridades municipales y policiales se reunieron con los vecinos y prometieron elaborar un plan integral de seguridad para la zona.

La Zanja Alsina fue la primera (Por Ruben Adalberto Pron)

La Zanja Alsina, construida entre 1876 y 1877 y así llamada por el ministro de Guerra del presidente Nicolás Avellaneda que la ideó, llegó a tener 374 kilómetros de largo y atravesaba de este a oeste la actual provincia de Buenos Aires para marcar frontera entre la “civilización” y los dominios aborígenes. Jalonada por 109 fortines se extendía desde Nueva Roma, al norte de Bahía Blanca, hasta Italó, en el sur de Córdoba.

Consistía en un foso de tres metros de ancho por dos de profundidad cavado en “v” con sesenta centímetros de ancho en el fondo, y con la tierra removida se levantó un terraplén paralelo para acentuar el obstáculo, que tenía por fin detener las incursiones de los indios pampas sobre las estancias e impedir que pudieran llevarse de regreso la hacienda robada, que luego se comercializaba en Chile.

Cada fortín, por su parte, constaba de un foso perimetral que encerraba un rancho para alojar a la dotación y un mangrullo desde donde vigilar los alrededores. Con un oficial al mando y ocho a diez soldados a su cargo, la misión era patrullar a lo largo de la zanja para detectar los movimientos de la indiada.

Era la época de la organización nacional, construida sobre el modelo liberal en lo político, conservador en lo económico, centralista por la supremacía de Buenos Aires pese a la ficción de federalismo que los convencionales de 1853 habían establecido en la letra de la Constitución, y fundamentalmente excluyente en lo cultural y social: eran ciudadanos los que poseían propiedad; el resto era “la chusma”, originarios incluidos.

Un siglo y medio después, signada por una notoria incapacidad del Estado para prevenir el delito y una exacerbada sensación de inseguridad basada en hechos reales que nadie desconoce pero que ciertos medios de comunicación amplifican perversamente repicando desde las pantallas con imágenes que se repiten una y otra vez para multiplicar indefinidamente los mismos hechos, vuelve a ponerse en boga la idea de dividir al “bien” del “mal”, de separar en vez de incluir.

Ya no bastan –aparte de una policía poco confiable– alarmas, cámaras de video, vigilancia privada y patrullajes ídem; ahora vuelve, remozada, la idea de la Zanja Alsina: foso y terraplén para dejar afuera a los indeseables.

Alguien se está olvidando –o desprecia profundamente reconocerlo– quiénes crearon la exclusión, quiénes arrojaron a los arrabales de la marginalidad a ingentes masas de desposeídos y carenciados por la acción de los que suelen considerarse “la parte sana” de la sociedad.

Muchos de ellos son los que se ven correr detrás del dólar debilitando la moneda argentina y la autonomía nacional. Otros, ahora se sabe, tienen cuentas en Suiza.

Hacen bien en encerrarse. Pero hay que recordar que la Zanja Alsina, cavada a pala y pico por gente reclutada a la fuerza por no acreditar propiedad ni poder justificar empleo y por las mismas razones convertida en fortinera, resultó un recurso ineficaz.

El plan superador, encarnado por Julio Roca, fue correr la frontera hasta el río Negro exterminando lo que se encontrara al paso.

Es de esperar que ésa sea la parte que a nadie se le ocurra repetir.

Comentarios