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“Nunca en la historia se leyó y escribió tanto como ahora”

Por Santiago Baraldi.- Rodolfo Hachen, lingüista rosarino, analizó las nuevas formas de comunicación y las mutaciones del lenguaje.


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“La lengua está siempre viva, no hay que temer a los cambios, si no hoy seguiríamos hablando en latín”, afirma el lingüista Rodolfo Hachen, docente de la UNR e investigador del Conicet, quien analizó las nuevas formas de comunicación que imponen hoy las redes sociales y el riesgo que las palabras tengan sus propias mutaciones. Recién llegado de San Pablo, Brasil, donde participó del Foro Internacional de Educación Popular afirma que “no existe momento en la historia de la humanidad en que se haya escrito y leído tanto como ahora, que la escritura y la lectura estén al alcance de tantos como ahora”. Hachen, critico de la Real Academia Española, la describe como una institución “represora que le dice a la gente cómo hay que hablar; algo totalmente absurdo porque la lengua pertenece únicamente a los hablantes. Si no dejamos que la gente se apropie de la lengua, no se apropia de su ideología, no se apropia de su cultura, no se apropia de su postura política. Siempre es muy reaccionario cuestionar los cambios lingüísticos, porque son inevitables; si no hubiera habido cambios no existirán el catalán, el portugués, o el francés”.

—La irrupción de las nuevas tecnologías, las redes sociales, ¿aceleran los cambios en el lenguaje?

—Tenemos una sociedad acelerada. A mí me fascinan los medios de comunicación como el chat, la cosa inmediata con los mensajes de texto. No existe momento en la historia de la humanidad que no se haya escrito y leído tanto como ahora, que la escritura y la lectura estén al alcance de tantos como ahora. Hay quienes critican cómo los chicos escriben sus mensajes de texto o en el facebook; mi pregunta es, ¿el miedo es a que escriban y lean así, o a que escriban y lean? La escuela no nace para enseñar, sino para controlar. Con estos medios de comunicación se pierde el control, ¿qué hubiera pasado en la dictadura si estos medios hubieran existido? Podríamos haber denunciado al mundo de manera inmediata lo que estaba ocurriendo. Todo el mundo tiene un teléfono en su mano con la posibilidad de escribir. Cuando alguien responde OK en su celular, diciendo okay resume un montón de explicaciones, y hay gente que dice que esa palabra viene de otra lengua ¿y qué palabra no viene de otra lengua?

—Hoy, saludar ya no se dice: “buen fin de semana” sino directamente “buenfinde”; o los chicos con los dos puntos y el cierre de paréntesis “dibujan” una sonrisa, 🙂 también un ícono para reemplazar palabras.

—La lengua siempre refleja la dinámica social y tiene cambios. La lengua que se usa no se maltrata ni se desusa, al contrario, todo se incorpora y si no fuera así, seguiríamos hablando en latín. Ese miedo al cambio, a pensar que se deforma el lenguaje castellano, no lo comparto. Si escucháramos una grabación nuestra, de cómo hablábamos hace 20 años, seguro que vamos a escuchar palabras o giros que ya no se usan más y eso, muy lejos de empobrecer la lengua, la enriquece. La lengua está siempre viva. Cuando generamos palabras nuevas como guglear , lo que la lengua conserva, como vehículo de comunicación, es la estructura, las formas de verbalizar, de sustantivar. Cuántas palabras usamos hoy, que antes no usábamos, porque no existía el objeto para ser nombrado. Cada grupo tiene la forma que lo representa, la cuestión idiomática, tan vinculada con la identidad, entonces hablo de manera que me distinga de los otros. Hay gente que preocupada dice: ‘uy, mirá cómo hablan los jóvenes que no se les entiende’; y ellos no quieren que los entendamos, ellos sí se entienden. La lengua refleja un miedo que la gente tiene a la dinámica social, y yo no tengo miedo al cambio social, es más: me gusta el cambio social. Entonces, cuando se dice ‘se debería hablar de tal manera’, ‘se debería pensar de tal manera’, ‘se debería actuar de tal manera’, la ‘tal manera’ es la que yo digo y en el caso del castellano está representado por la Real Academia Española y a mí no me interesa lo que ellos digan. Me interesaría que ellos, después de cien años, acepten algo que la gente está usando hace cien años.

—En 2004 cuando se realizó el Congreso de la Lengua, usted participó del contra congreso, el de Las Lenguas, ¿qué rol cumple hoy la Real Academia Española?

—Dicta normas, regula las editoriales, se toma el atributo de que es la única que puede ejercer el derecho a certificar el idioma castellano en el Instituto Cervantes….entonces lo que hay es un gran negociado, tienen un poder sobre la lengua. En Brasil, por ejemplo, docentes de castellano de cualquier universidad tienen su titulo habilitante, pero gracias a la influencia de la Real Academia y el Instituto Cervantes, tiene que validar su título, pagando, en el Instituto Cervantes, así las universidades pierden autonomía y lo que hay es un negocio enorme. Es decir que ahora, si no tienen el dinero para validar el título, éste no los habilita a trabajar después de haber cursado años en la universidad. Entonces hay un poder en el uso de la lengua, sobre todo en hacerle creer a la gente que habla mal. Eso es decir: no podés hablar, es cerrarles la boca.  Todas las instituciones represoras como la Real Academia Española, la escuela o la crítica literaria, le dicen a la gente cómo hay que hablar y es absolutamente absurdo porque la lengua pertenece únicamente a los hablantes. Los lingüistas, lo único que podemos hacer es describir las formas que los hablantes hablan, no podemos regular cómo se debe hablar. Muchas veces se confunde la gramática con la lengua. La gramática es una forma de escribir, la lengua es una teoría determinada en un momento determinado. Yo no puedo, como hacen los diccionarios, determinar significados de las palabras. El significado de un término se determinaba por la intersección lógica de los usos. No puedo preestablecer el significado. Ahora, si no dejamos que la gente se apropie de la lengua, no se apropia de su ideología, no se apropia de su cultura, no se apropia de su postura política. Siempre es muy reaccionario cuestionar los cambios lingüísticos, porque son inevitables, pasan, si así no fuera no existirán el catalán, el portugués, el francés…

—¿Decir que los chicos no leen es más un mito o la falta de lectura también conspira contra el vocabulario?

—Creo que se recurre a un pasado ilusorio. ¿Cuándo se leyó más? De mis compañeros de la secundaria, éramos tres o cuatro los que leíamos novelas, en mi casa jamás se leyó, no tenía biblioteca, ni hubo nunca un libro. Celebro cómo se lee y se escribe hoy, hay muchos chicos que llegan a la lectura por las historietas o el animé. Ahora, el concepto de ‘se lee o no se lee’…también está el tema de qué les ofrecemos para que lean.

—¿En las escuelas se sigue enseñando Castellano como hace 40 años? 

—Casi lo mismo, hoy hay algo más comunicacional. Se sigue confundiendo gramática con lengua, todavía no se trabaja sobre el conocimiento que el hablante tiene de su propia lengua. Yo no puedo decir que voy a enseñar castellano a alguien habla castellano, yo puedo reflexionar sobre su lengua, que piense cómo usa su lengua, cómo la estructura. Lo que le enseñan de afuera son nomenclaturas de una teoría y una gramática que no le van a servir para nada. No puedo decir, como dicen algunos profesores, ‘los chicos no saben los verbos’, si no los supieran no podrían hablar, lo que no saben es una nomenclatura que un lingüista se le ocurrió ponerle para decirlo de determinada manera. La escuela debería poder mostrar un abanico de posibilidades de usar la lengua asociada a determinados contextos.

—Usted como lingüista también capacita a docentes, ¿cuál es el nivel de los mismos?

—Soy formador de formadores. Cuando tengo charlas con las maestras y me dicen los chicos no leen o no saben escribir, después las pongo a prueba. Di una clase a maestras y al finalizar les pedí que en media carilla resuman lo que les interesó de la clase…¡el frío que les corrió por la espalda a esas maestras! (se ríe), empezaron: ‘y ¿no podemos hacerlo en grupo?’. Tenemos en manos de gente que no lee ni escribe la transmisión de la lectura y la escritura. En uno de estos cursos, les he preguntado a las maestras cuánto hace que no leen un libro por placer y ninguna lo recuerda.

—¿Hay alguna palabra que identifica a los argentinos, además del uso del “che”?

—No hay elemento que nos identifique más en el mundo que el ‘boludo’ y el ‘che’. En cualquier país que voy a dar una charla, me piden que explique el ‘boludo”.  Es el Maradona de la lengua. El uso del ‘che’ también y la utilización del voceo, cosas que nos caracterizan. El boludo dejó de ser una ofensa en los 80, 90. Muchos insultos dejaron de ser ofensa, como el ‘hijo de puta’ que se puede usar como cosa buena y la mala simultáneamente. ‘Tal tipo es un hijo de puta’ o ‘¡qué hijo de puta!, como algo elogioso. O ‘qué culo me encontré algo’ o ‘me salió para el culo’.

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