Ciudad

Nuevas viviendas gastarán hasta un 40% menos de energía

Por Claudio de Moya. Es por la ordenanza de eficiencia energética del edil Cortés, cuya reglamentación se está terminando.

Rosario se encamina a ser la primera jurisdicción del país en exigir, con normas específicas, el cumplimiento de estándares de eficiencia energética para todas las nuevas construcciones o la remodelación de las existentes.

El municipio está terminando de redactar la reglamentación de una ordenanza impulsada por el concejal Alberto Cortés que modifica el actual Reglamento de Edificaciones. La iniciativa incorpora criterios de diseño obligatorios: entre otros ítems, y siguiendo especificaciones técnicas internacionales, establece parámetros para las aislaciones térmicas, la orientación de aberturas y los colores de cerramientos y paredes. El cumplimiento de estas disposiciones, más la modificación de ciertos hábitos, permitirán según estudios técnicos disponibles ahorros de hasta un 40 por ciento en el consumo del gas y la electricidad necesarios para climatizar una vivienda o comercio. Y esto sin pérdida de confort para quienes permanecen en su interior. La tarea de reglamentación está a cargo de un comité asesor integrado por investigadores de la Universidad Nacional de Rosario y la sede local de la Tecnológica, más representantes de los colegios de ingenieros  y de arquitectos junto a técnicos del Ejecutivo.

Uno de los desafíos que encara este grupo es el desarrollo de un software, que será actualizable por internet y les facilitará a los proyectistas los cálculos y documentación que deberán presentar para habilitar el inicio de obras bajo el flamante régimen.

Con calor en el aire y en los humores sociales, y más allá de la asignación de responsabilidades, los reiterados cortes en el servicio de energía eléctrica desnudaron este verano la distancia que existe entre la creciente demanda de potencia por parte de la población y la capacidad de abastecerla de, en este caso, la Empresa Provincial de la Energía (EPE), que no genera electricidad sino la distribuye. Se cargaron las tintas sobre un déficit histórico de inversiones en infraestructura, se cruzaron acusaciones y se apuraron planes de obras para Rosario, pero lo cierto es que el consumo eléctrico en la ciudad aumenta a razón de un siete por ciento promedio anual –estimaciones de la EPE– y nada hace prever que esa tendencia se revierta.

Sin embargo, hay otra mirada sobre el problema, menos coyuntural y más estratégica aunque complementaria: apunta precisamente a racionalizar el uso de una energía cada vez más escasa a nivel global respecto de las crecientes demandas sociales. Y ello, sin que haya que resignar calidad de vida. En ese contexto fue que el concejal Cortés, del Partido Socialista Auténtico-Proyecto Sur, presentó el año pasado el proyecto de ordenanza que introduce en el Reglamento de Edificación local una sección denominada “Aspectos higrotérmicos y demanda energética de las construcciones”.

Es una serie de exigencias de diseño que, una vez reglamentada la norma, tendrán carácter obligatorio para los nuevos edificios públicos y privados, casas particulares o locales comerciales que se levanten en la ciudad, y aún para las grandes remodelaciones de las construcciones existentes. La norma fue aprobada el 14 de abril del año pasado, y promulgada por el Ejecutivo rosarino un mes después. Lo que hoy se está poniendo a punto es su complicada reglamentación.

“Esto recién empieza a aparecer en las normativas. La ordenanza local de mi autoría es la primera de su tipo en el país”, remarca Cortés. Aclara que hay una ley bonaerense aprobada ya en 2003 y reglamentada siete años después, pero por ser legislación provincial requiere la adhesión de cada municipio, y como hasta ahora ninguno dio el paso es aún “letra muerta”. La ciudad autónoma de Buenos Aires también aprobó una iniciativa similar a fines de 2009, pero sólo válida para los edificios públicos.

Civilización del petróleo

“En la Argentina estamos 30 o 40 años atrasados respecto de Europa. Allí, la dependencia del combustible importado hizo que con la crisis del petróleo (en 1973) se tomaran medidas y se dictaran normas de ahorro y uso racional de energía”, enfatiza el concejal rosarino, quien además es licenciado en Física y no “toca de oído” en la materia. Es que, pese a la promoción de las llamadas energías renovables, todavía un alto porcentaje de la generación eléctrica para refrigeración, y el gas mayormente utilizado para calefacción, son de origen fósil, un recurso que la naturaleza tarda millones de años en producir y que está en vías de agotamiento, además de producir altos niveles de contaminación ambiental con los gases que desprende su “quemado”.

De hecho, en la Argentina y según el informe anual 2010 de Cammesa –compañía que maneja el mercado mayorista de energía eléctrica en el país tras la disolución de la estatal Agua y Energía–, el 58,6 por ciento de la electricidad generada ese año fue a través de centrales térmicas, que se alimentan de gasoil, fuel oil, gas y en escasa proporción de carbón. El 35,5 correspondió a las centrales hidroeléctricas, y el 5,9 por ciento a las nucleares (la remodelada Atucha II comenzará a aportar al sistema eléctrico interconectado nacional recién este año).

Cortés remarca la importancia de la norma que lleva su rúbrica: “En Rosario se han hecho algunas cosas, como el reemplazo de lámparas comunes por bajo consumo en luminarias públicas, o la semaforización a través de leds, pero son iniciativas aisladas y no hay una política sostenida en el tiempo”. Y resalta que “es entendible que inmediatamente después de la crisis de 2001 las prioridades fueran otras, pero ahora, con el boom de la construcción, si los edificios que se levantan no se hacen con criterios de eficiencia energética y tienen una vida útil de 50 años o más, lo que se está haciendo es modelar el futuro en cuanto a un consumo de energía alto, entonces es fundamental que se tome el tema con rapidez”.

Reglamentación e informática

Eduardo González es arquitecto y responsable del área de Construcciones Sustentables de la Subsecretaría de Medio Ambiente municipal. Es el referente estatal directo del complicado trabajo de reglamentación de la ordenanza de Cortés. “El consejo asesor, de seis miembros, se está reuniendo una vez por semana”, informa el funcionario.

La tarea no es sencilla, explica: el texto, por ejemplo, remite a normas Iram (Instituto Racionalizador Argentino de Materiales) sobre eficiencia energética en edificaciones que fueron modificadas desde la redacción de la normativa local, por lo que hay que tener en cuenta esas actualizaciones, que son periódicas. También evolucionan las tecnologías de nuevos materiales de aislación térmica. Y cambian las condiciones climáticas, por efecto del mentado “calentamiento global” del planeta. El mismo informe 2010 de Cammesa cuantifica este último fenómeno en el país: la cantidad anual de jornadas con temperaturas superiores a los 26 grados viene creciendo en forma constante, pasando de cinco en 1996 (cuando se inicia la serie estadística) a 44 en 2010. Esto fuerza el aumento de las exigencias de climatización, y el consumo de energía resultante. Por eso es estratégico racionalizarlo, generando hábitats que requieran menos horas de funcionamiento de los equipos de aire acondicionado –y en invierno de los calefactores– mediante una reducción de las transferencias energéticas hacia o desde el exterior de las viviendas.

“Tratamos de generar una normativa que sea aplicable, para lo cual uno de los ejes es el diseño de un software que permita realizar los cálculos y actualizaciones de normas o condiciones climáticas on line. Que incorpore los avances técnicos y los normativos, que facilite los cálculos que haya que presentar ante la Municipalidad, de modo que el proyectista no necesite hacer un máster para cumplir con los requisitos”, refiere el arquitecto González. “El trabajo es arduo y tiene varios frentes, porque implica modificar hábitos profesionales, rutinas constructivas e incluso de producción de los materiales (desde aberturas hasta aislantes térmicos). Por ello se plantea una gradualidad en las exigencias de cumplimiento de la norma, de acuerdo al uso de las construcciones, diferenciando las destinadas a vivienda, comercio o depósito. Y en esto participa la Secretaría de Planeamiento municipal”, agrega el funcionario.

Los costos no son problema

Sobre los mayores costos que la adecuación a la inminente normativa generará para los desarrollos inmobiliarios o los particulares, tanto Cortés como González estiman que serán poco relevantes. “Si el proyectista es bueno, no necesariamente habrá un aumento en los precios de la construcción”, refiere el arquitecto. Aunque no hay plazos para terminar de cerrar la reglamentación de la ordenanza, tanto el concejal como el funcionario estiman que será la primera de su tipo que se entre en vigencia en el país. No arrojará resultados instantáneos, claro, porque su horizonte es estratégico y, además, deberá estar acompañada por una mejora en la prestación de los servicios.

“Lo que ha pasado en los últimos días con los cortes de la EPE es un sacudón, pero los temas de fondo no figuran en las declaraciones de casi nadie y es preocupante. Si bien sé que la ordenanza no generará soluciones inmediatas, sería deseable que los temas del ahorro y la racionalización de los consumos ocuparan al menos la mitad de los discursos”, reprocha Cortés.

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