Opinión Mundial

Nuestra argentinidad al palo

Empezó el Mundial. Y la adrenalina corre. Y a horas del debut de Argentina, empiezan los análisis sobre la posibilidad cierta o no de conseguir ese título esquivo desde hace 32 años.

Y la realidad es que la previa estuvo plagada de fallas. Se improvisó a más no poder. Tres técnicos distintos, una eliminatoria donde se clasificó dando pena, e incluso un Messi que renunció y luego se arrepintió.

Y Sampaoli, lejos de mostrar coherencia, se sumó a las desprolijidades. ¿O acaso no es demasiada ventaja llegar al Mundial sin amistosos serios de preparación? El último partido computable fue una goleada inapelable ante España, algo que debería haber encedido alarmas, pero no sucedió.

Algunos jugadores llegan sin ritmo tras lesiones, como Agüero, Mercado y Biglia. O como el caso de Caballero, que atajó poco y nada en Chelsea.

Entre presiones internas y externas, y decisiones propias, Sampaoli se dio maña para armar una lista de 23 que no ilusiona demasiado. Y eso que en épocas mundialistas los argentinos nos esperanzamos fácil con el brillo de los nombres. Pero esta vez no. Cuesta encontrar sustento en la nómina.

El único que salva la ropa es Lionel Messi. Por si no tuviera presión de cara a su última chance mundialista, el rosarino aparece como la única carta seria para pelearle a otras selecciones mejores plantadas. Una vez más le cargamos nuestras frustraciones previas y le pedimos que nos traiga la Copa. No importa si hicimos todo mal en la previa, la prolijidad es para los alemanes (mal no les va). A nosotros con el talento nos alcanza, o eso es lo que creemos. Cuando llega el Mundial, nuestra argentinidad está al palo.

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