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Memoria y democracia

Noche de los Lápices: cuatro militantes de escuelas secundarias de Rosario recordaron el aniversario

A 44 años del operativo de la última dictadura que secuestró y desapareció estudiantes en La Plata, presidentas y presidentes de espacios políticos de nivel medio de la ciudad contaron por qué iniciaron su militancia política y cómo fue este año de trabajo en pandemia


Promover espacios de discusión y participación. Construir de forma colectiva. Pensar con otros y hacer memoria. Estas definiciones son de cuatro militantes que ocupan el cargo de la presidencia del centro de estudiantes de sus escuelas secundarias. Son dos chicas, dos chicos y no se les escapa el lenguaje inclusivo. En este nuevo aniversario de La Noche de los Lápices -operativo de la última dictadura que secuestró y desapareció estudiantes secundarios en La Plata en 1976- hablaron con El Ciudadano para contar su experiencia.

Desde 1998, el 16 de septiembre es considerado como el Día de los Derechos de los Estudiantes Secundarios, con el objetivo de promover una reflexión sobre la democracia y los derechos humanos. En este marco, Irene Ponzio, Sebastián Giufre, Isabela Barbará y Daniel Bessolo repasaron los motivos que los llevaron a su lugar como presidentes y por qué les parece importante convocar a la participación política desde las escuelas.

Irene tiene 16 años y cursa su cuarto año en la escuela Nigelia Soria, en la terminalidad música en vivo. Cuando estaba en segundo le empezó a interesar “la movida del centro de estudiantes”. Se enteró que no existía uno, sino varios centros por toda la ciudad, que hay una federación que los agrupa y así asistió a su primera marcha en 2018: una que exigía mejores condiciones edilicias. Desde entonces, forma parte de este espacio gremial.

“Lo que más me gusta es la construcción colectiva, me parece muy interesante y enriquecedor. No es que estamos mucho en desacuerdo entre nosotres pero no todes tenemos las mismas propuestas o formas de construir. Vamos debatiendo y es como una cadena de  cosas: debatimos y a medida que lo hacemos, más nos informarnos y más nos formamos. Es muy interesante para crecer políticamente y humanamente cada une, es una forma de construir dentro del compañerismo y la colectividad, una forma de construir con otres”, sintetizó.

Para Irene es fundamental que quede claro que no son niños, más bien, no son “niñes”. “No somos personas ignorantes, somos capaces de entender. El 16 de septiembre remarca mucho lo importante que es pensar el trasfondo político porque  esas cosas no suceden porque sí”, planteó. Señaló que los estudiantes desaparecidos hace 44 años “no fueron secuestrados por reclamar por el boleto estudiantil sino porque eran militantes políticos, eran militantes con convicciones, deseos, sueños”.”La memoria es una herramienta cargada de futuro que nos sirve para saber hacia dónde estamos  yendo y dónde queremos ir”, resumió.

Formarse políticamente es para ella una manera de evitar que se repitan estos hechos, “entender lo que pasó, mantenerlo en la memoria y salir a las calles porque no puede volver a pasar”.

Sebastián cursa sexto año en el Instituto Politécnico Superior y contó que sus primeras inquietudes vinculadas al centro de estudiantes también tuvieron que ver con cuestiones edilicias. Cursaba su primer año en la escuela en la sede de Granadero Baigorria y aún no tenían edificio propio. Fue su primer acercamiento como delegado. En tercero empezó a cursar en el edificio que había terminado de ser construido.

Para él, cada persona puede transformar el día a día desde el lugar en que se encuentre. Desde el centro intentan que “el transcurso por la escuela sea lo más ameno posible”. “Intentamos resolver los problemas que se le presentan a los estudiantes, también hacemos actividades y encuentros que fomenten esa participación y discusión. La política me parece importante porque es una herramienta de transformación, una forma de construir poder popular, de luchar por nuestros derechos y las cosas que nos faltan”, contó.

Isabela supo que quería participar del centro de estudiantes desde su primer día de clases en la secundaria. Asiste al Normal 1, hoy tiene 15 años y antes de ser presidenta también fue delegada. “Mi construcción como persona estuvo muy ligada a mi paso por el centro y la política. Empecé a tener más consciencia sobre lo que pasaba a mi alrededor y sobre cómo los únicos capaces de levantar banderas en contra de eso éramos nosotros. Ahí me di cuenta que la política atraviesa todo, nos atraviesa a todos y todas y somos quienes toman cartas en el asunto”, planteó.

“La juventud desde hace años se abre un lugar cada vez más grande en la política argentina y cada vez son más las victorias”, definió. En este sentido, habló de la Noche de los Lápices, planteó que las luchas estudiantiles de alguna manera siempre llevan a “ese 16 de septiembre como recordando que si bien los tiempos cambiaron, el trasfondo de las marchas y gritos de ese entonces es el mismo que tienen los pibes y las pibas ahora: luchar por la educación y dejar el cuerpo en eso”.

Daniel Bessolo, presidente del centro de estudiantes del Superior de Comercio, también inició su militancia en su primer año de secundaria. “Fueron muy pocas las reuniones a las que no asistí desde entonces”, dijo entre risas. “Creo que la razón por la que me atrapó tanto y por la que me quedé fue porque me gustaba organizar actividades y participar de eventos por y para les estudiantes. Se fue transformando y para mí significó abrir la cabeza en un montón de sentidos y empezar a saber mucho más para empezar a interesarme por muchas más cosas. Movilizarme por lo que creía correcto, por mis compañeres, para que todes estamos mejor y que el centro sea una institución más igualitaria”, resumió.

Daniel tiene 18 años y cursa su último año, fue elegido en abril del año pasado pero con la pandemia no pudieron realizar elecciones y tuvo que continuar su mandato -en todas las escuelas, habitualmente dura un año-. Para él, “todos hacemos política todo el tiempo, por lo que uno cree”. Piensa que el objetivo de la militancia debería ser “ir por un bien común, intentar cambiar y mejorar el espacio donde uno está, por uno y por los demás”.

Militancia en pandemia

La emergencia sanitaria por coronavirus cambió el dictado de clases y afectó el calendario académico y las formas de organizarse de los centros de estudiantes. Sin embargo, todos lograron darle continuidad a las reuniones y a actividades destinadas a estudiantes.

Para Daniel una de las cosas más lindas de militar es el sentimiento que le produce ver los resultados de una actividad organizada entre muchos y ver que los estudiantes lo disfrutaron. Su militancia le trajo discusiones con amigos y también al interior de su familia por el tiempo destinado pero él cree que “cuando uno está interesado por algo, por una causa, va frente a todo: primero la causa, después el resto”. “No lo cambiaría por nada”, aseguró.

Sebastián también habló de las dificultades a nivel emocional para poder encaminar el centro de estudiantes en este contexto. El encierro, no ver a los compañeros y compañeras de curso, y las dificultades a nivel técnico que pudieron jugar una mala pasada, sobre todo al inicio del aislamiento. Sin embargo, en equipo resolvieron continuar las reuniones, intentan responder las inquietudes de delegados y estudiantes, y evitar que haya una pérdida del vínculo pedagógico entre docentes y el estudiantado.

“Nos venimos desarrollando muy bien, pensamos actividades por el 16 de septiembre, por la quema de las islas en Rosario, hicimos reuniones, encuestas, trabajos e informes con respecto a la situación del cursado virtual. También intentamos interpelar a estudiantes con la distención y actividades recreativas, como torneos de videojuegos. Y estamos viendo cómo adaptar nuestro evento más multitudinario del año que es el Polirock, donde van más de 800 personas, en un contexto de virtualidad”, contó.

Isabela dijo que el centro de estudiantes es “el lugar ideal para tomar banderas y salir a la calle”. Este año mantuvieron las históricas consignas de lucha de forma online: “Es lo menos que podíamos hacer. Desde posts sobre salud sexual y reproductiva, la salud mental en la cuarentena, los paros docentes por paritarias, memoria por el 24 de marzo y mucho más. Este año no hubo descansos pero sí cambios y ajustes, modificaciones en propuestas. El mundo no para y las luchas menos, así que desde la virtualidad y el lugar que tenemos en la escuela nos esforzamos por mantener un poco la normalidad o regularidad en las propuestas de la lista”.

Irene también repasó algunas de las herramientas que utilizaron: desde videollamadas hasta transmisiones en vivo por Instagram. El centro intentó constituirse como un espacio de contención y apoyo a estudiantes en un momento de tanta incertidumbre.

Siguiendo con su jerga -cada vez más extendida entre adolescentes-, les cuatro hablaron con entusiasmo de los proyectos, sus formas de trabajo y su interés por que cada vez más estudiantes se sumen a la militancia. En este nuevo aniversario de la Noche de los Lápices, Irene apostó a esta síntesis: “No somos un lienzo vacío sobre el cual pintar. Somos personas, sujetos de derechos, seres políticos que comprendemos, entendemos y analizamos las distintas cosas que pasan”.

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