Edición Impresa

Vida y plenitud

No puedo ocultar lo que pienso

El autor reflexiona sobre lo que pensamos y cómo eso nos confirma: todo lo que hacemos con nuestro cuerpo en nombre de la salud por miedo a enfermarnos o morirnos. La importancia de religar o unir pensamientos propios


No puedo ocultar lo que pienso, en mis relaciones se refleja. No puedo ocultar lo que pienso con palabras buscadas o con actividades caritativas. Lo que pienso conforma mi mirada, y por tanto todo acontecer. El mundo me da indicios constantes de mi mente. Nadie puede esconder lo que piensa con artilugios de buena salud física ya que los pensamientos de miedo siguen intactos incluso en los mejores atletas, naturistas y veganos.

Tener mejor salud física es un truco del ego si nuestros pensamientos no transmutan por entero a la visión de inocencia y amor. ¿Cuántas personas mueren de angustia aunque se cuidan físicamente? La obsesión por el cuerpo no es salud, sino justamente miedo a enfermar y morir. Con la preocupación validamos aquello que no buscamos. Los síntomas corporales son mero reflejo del pensamiento.

Nadie puede ocultar lo que piensa creando un personaje seductor según la necesidad del público, desde vender la belleza del cuerpo, de la mente e incluso vender su espiritualidad.

Nadie puede ocultar lo que piensa con rituales religiosos destinados a la prosperidad o al adelanto espiritual ya que la cualidad religiosa (de re-ligar) estriba en ver a Dios en todo, en hombres que piensan y opinan diferente de uno, en hombres que adoran diferente. Esas diferencias que notamos no están afuera, son pensamientos propios que todavía no decidimos re-ligar o unir. Hablar de Dios, para en lo profundo de la mente seguir sosteniendo recelos y temores, es justificarse, es reducir a Dios a un concepto finito e inoperante con el objetivo de que el ego pueda seguir reinando.

Nadie puede esconderse dentro de una relación ideal y deseable de amor humano. Estas relaciones se diseñan desde la inconsciencia como un intento de detener la avalancha de pensamientos de soledad y escasez de amor que nos atormentan en la intimidad. Cuando lo que buscamos refuerza únicamente nuestra creencia de no ser adecuados, no hay salida por ningún lado. Estas relaciones se vuelven confusas cuando se usan como anestesias del dolor de existir separados. Bien podríamos comenzar de inmediato a proponernos relaciones con el único objetivo de que nuestra mente despierte de su desvalorización y tristeza autoimpuesta a su realidad inmortal.

Nadie puede esconder lo que piensa ya que nuestra mirada es el mundo que vemos; al criticar a otros con razones buscadas sólo acentuamos nuestra culpa de existir. Lo que pensamos de nosotros mismos y nos causa dolor admitir lo proyectamos afuera y lo vemos en otro a través del mecanismo inconsciente de proyección. Queremos sacar afuera aquello que no toleramos adentro. Hacemos mundo, y hacemos un mundo muy intolerable al atacar nuestra existencia más íntima. Las personas son espejos de conciencia; por lo tanto, eres lo que piensas de tu hermano, lo experimentas a cada momento sin falta. Según cómo mires a los demás te autodefines, y lo sientes, es ineludible. Allí la importancia de elegir cada día tu mirada.

Nadie puede tapar lo que piensa porque todo lo que haga reafirmará su intención y estructura de pensamiento. Lo único que podemos intentar es re-dirigir los pensamientos inestables hacia la confianza total en lo Eterno e Inmutable, paso este que el ego se atormenta de tan siquiera sospecharlo. Pero si te ves a ti mismo en cada persona que miras, esa persona te restituye, esa persona recuerda tu origen divino.

Jamás dejaremos de existir como mentes activas, y aprender a pensar con el Amor seguirá siendo la única lección.

Comentarios

10