Ciudad

Discriminación y maltrato

“Ni loco te toco, nena”, le dijo un chofer que la debía asistir como pasajera en silla de ruedas

Luz Martínez tiene 28 años. Padece mielomeningocele y sobrepeso, por lo que su  movilidad es reducida. La semana pasada, un conductor de la línea 115 se negó a desplegarle la rampa para ascender y bajar del transporte público. Realizó denuncias, pero sin respuestas


La semana pasada, Luz Martínez estaba en la parada de colectivos en Córdoba y Larrea a la espera de una unidad de la línea 115. Desde los 4 años se mueve en silla de ruedas a causa de una enfermedad, mielomeningocele, que afecta la médula espinal. El coche finalmente llegó, alrededor de las 10 de la mañana, pero el chofer, que ni la miró, dijo, no quiso darle la asistencia a la que lo obliga una ordenanza municipal. Se negó a bajarle la rampa para subir, por lo que la joven debió pedir ayuda a un chico que esperaba el mismo colectivo junto a ella. Lo mismo le ocurrió al llegar a destino, y además con maltrato incluído.

Luz, que tiene 28 años, le explicó a El Ciudadano que, además, padece obesidad, y tuvo que enseñarle al joven cómo debía desplegar la rampa del colectivo y cómo tenía que ayudarla para subirse. El muchacho se bajó antes. Y cuando llegó a su destino, en la plaza Montenegro de San Luis y San Martín, de nuevo el chofer se negó a asistirla, por lo que cuatro mujeres que estaban dentro de la unidad tuvieron que ayudarla a descender.

El conductor no bajó la rampa, ni se movió de su asiento para asistirla ni respondió a su reclamo. Luz pidió primero auxilio a una joven, y en voz alta para mostrar su disgusto y que el chofer la escuche. Al final, fueron cuatro mujeres las que, por la complejidad de la operación, la asistieron en el descenso.

Luz le dijo al hombre que manejaba el coche de la 115: “Chofer, si me pasa algo, le va a caer la denuncia a usted”. Lejos de entrar en razones, el trabajador le respondió con desprecio y agravios: “Nena, vos estás loca, yo no te puedo tocar, vos estás loca de la cabeza”, le dijo según el relato de la joven.

“Bajé y tuve un ataque de pánico ante tan frustrante situación”, recordó Luz. E intentó, dijo, un vano llamado a la reflexión del chofer: “Ojalá que usted nunca le pase lo mismo que a mí”, soltó la joven.

Las denuncias de Luz no son nuevas, se ha tenido que adaptar y enfrentar en Rosario un sistema hostil a las personas con discapacidad. “Desde 2015 hago denuncias de este tipo, no es nuevo para mí”, reafirmó y a la vez separó las aguas. A la par de casos como el del conductor de la 115, reconoció, hay otros por los cuales se “ha tenido que sacar el sombrero”. Son, dijo, “súper buenas personas”.

Por el último traspié con el sistema público de transporte, Luz llamó al 147 (línea de reclamos para los colectivos), luego fue al Inadi (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo), donde le dieron una dirección de correo para dejar asentada la denuncia, sin respuesta hasta este martes. También denunció el hecho en la comisaría, donde le señalaron que todo dependerá del juez que tome ese caso de discriminación.

Luz Martínez buscó en internet la ordenanza municipal que obliga a los choferes a asistir a personas con discapacidad , la imprimió y la lleva consigo para resistir las negativas de no pocos choferes que le dijeron que ella tiene que ir con un acompañante que la asista. “Eso es una locura, nos quitan la independencia, nos hacen sentir que no valemos nada”, lamentó.

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