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Juicio

Narcochacra: policías en la mira por aquel inaudito operativo

Insólitos detalles del allanamiento ordenado por el juez Vienna, que incluyen el video de la bolsa que nunca fue hallada. Están en el banquillo Diego Cuello, dueño del predio donde secuestraron 19 kilos de droga, y otras tres personas.


El juicio por la llamada Narcochacra comenzó ayer en los Tribunales Federales y en la primera audiencia quedaron de manifiesto las irregularidades del operativo que dio lugar a la causa, en abril de 2013, que incluyó el secuestro de 19 kilos de droga y algunas armas. El detalle más curioso fue el video en el que la misma Policía provincial filmó el procedimiento, en el que se observa a un sargento que al encontrar una bolsa con dinero grita “bingo” y se la lleva. Tampoco queda claro por qué, a un día de un robo cometido en una casa de artículos para el hogar, se pidió una orden de allanamiento a partir de “datos de calle” que ubicaban a Diego Cuello, el principal acusado, como el jefe de una banda dedicada a la sustracción de electrodomésticos. Con ese solo dato, el juez provincial Juan Carlos Vienna firmó una orden de allanamiento de un megaoperativo que incluyó medio centenar de policías. Un procedimiento desordenado, mucho más cercano a una película de los hermanos Cohen que a la serie CSI.

El debate está a cargo del Tribunal Oral Federal Nº 1, presidido por Otmar Paulucci, y Ricardo Vázquez y José María Escobar Cello como vocales. La acusación, a cargo del fiscal de juicio Adolfo Villate. En el banquillo estaban sentados Diego Cuello, su mujer Gabriela Martinetti, Facundo Sandoval y Carlos Arriola, defendidos por Fausto Yrure y la defensora oficial Ana María Gil.

Cuello rompió el hielo y decidió prestar declaración y apuntó directamente contra el juez Vienna: “Me estuvo investigando nueve meses por la muerte del Fantasma (en alusión a Martín Paz, asesinado en septiembre de 2012 y caso que dio origen a la megacausa por asociación ilícita contra el clan Cantero). Me allanó mi casa y me llevó a Tribunales a una oficina y me empezó a decir que declarara contra Los Monos”, sostuvo. “Y después me dijo: «Así como me metí en tu casa una vez, me puedo meter de vuelta”, agregó

La única que se abstuvo de declarar fue Gabriela Martinetti. Sandoval y Arriola contaron con detalles sus actividades en la chacra, que tenían que ver, en el primer caso, con tareas de mantenimiento y en el segundo con la cría de pollos. Los cuatro fueron detenidos en el operativo junto con Miguel “Japo” Saboldi, quien había sido chofer del barrabrava Roberto “Pimpi” Caminos y quien a pocos días de ser detenido terminó muerto en un incendio intencional en Alcaidía de la Jefatura de la UR II junto con otros dos internos.

El robo a Calatayud

Los primeros testigos citados a declarar fueron todos policías. Al menos tres de ellos se excusaron por estar con carpeta médica. El primero en prestar testimonio fue José María Brunelli, que en la actualidad es el jefe de la Policía de Intervención Barrial, pero que en ese momento era el titular de la comisaría 5ª. Según indicó, todo comenzó con una denuncia de robo a la empresa Calatayud, el 2 de abril de 2013. Brunelli contó que de ese lugar se habían llevado electrodomésticos cuyo volumen podía llegar a llenar al menos, medio acoplado de un camión. Sin embargo detalló que el dueño de la empresa demoró cerca de una semana en hacer un inventario de lo sustraído. El jefe policial dijo que además, desde Orden Público (agrupación de la que dependen las comisarías), a cargo de Juan Cabral, se llevaba adelante una investigación paralela por robo de camiones en Alvear y Arroyo Seco. “Nosotros suspendimos la investigación porque no sabíamos siquiera qué habían robado”.

Sin embargo, desde Orden Público hicieron consultas con el juez porque tenían datos sobre un lugar cerca del camino a Cargill donde “desaparecían” camiones.

“Información de calle”

El testimonio posterior al de Brunelli, del sargento Fabio Cez, quien entonces revistaba en Orden Público, dio cuenta de que la pista la obtuvieron a través de información “de calle” que daba cuenta de que Diego Cuello era el jefe de una banda dedicada al robo del electrodomésticos, que escondía los elementos para delinquir y los botines en la chacra de Alvear.

Esa información fue la que le llegó a Vienna, quien ordenó el allanamiento, que se hizo un día después. Es decir el 2 fue el robo, el 3 llegó la “información de calle” que fue puesta en conocimiento del juez y el 4 allanaron la chacra.

Brunelli recordó que ese día se concentraron distintas reparticiones en la Jefatura y partieron rumbo a Alvear. Contó que el juez Vienna dijo que iba a estar presente, después que lo iba a hacer su secretario, después su prosecretario y que finalmente no fue nadie. “Fue al mediodía. Fuimos en caravana hasta Villa Gobernador Gálvez. Infantería iba adelante”, recordó. Sin embargo, encontrar la chacra en cuestión no fue fácil, al punto que se perdieron varias veces en el trayecto. “Cuando llegamos estaba (Miguel) Saboldi y una mujer que tenía un bebé en brazos”, recordó. Y agregó que, en otra parte de la chacra, ya había otros dos detenidos cuando llegó y que habían encontrado droga en una cámara séptica. Brunelli llegó unos 20 minutos después del operativo, por lo que no pudo dar cuenta de en qué momento apareció el testigo. De todos modos, dijo que éste era un hombre que llegó a la chacra a comprar un cerdo. Y dijo que era difícil encontrar alguna persona que presenciara el procedimiento, ya que en la zona no había nadie. Tampoco llegaron con la orden de allanamiento, ya que los policías que la tenían en su poder iban últimos en la caravana y no la pudieron exhibir. “La droga se encuentra en el lado sudoeste de la chacra. Hay un chiquero, un galpón techado y una cámara séptica donde estaba oculta la droga”, describió.

El video

Un campo extenso, con galpones y al menos dos casas se puede observar en el video en el que se intentó registrar el polémico operativo. Pero era una sola cámara que registraba de a uno los espacios, mientras medio centenar de policías recorría la granja.

El sonido de los gallos cantando se interrumpe primero con una violenta rotura de la puerta de la casa principal a cargo del Cuerpo Guardia de Infantería, sin exhibir orden alguna, y después, con los gargajos del camarógrafo o algún policía que no aparecen en la filmación, pero tenían un grave problema con la flema que no se observa si llegan a expectorar.

Rápido, la cámara ingresa a la casa donde en forma desordenada los policías tocan todo lo que hay, cajones, armarios. Y ahí se puede observar la parte más célebre del operativo, esa en la que un hombre identificado como el sargento Benítez encuentra una bolsa, grita “bingo” y desaparece –motivo por el cual en su momento se abrió una pesquisa en la Justicia provincial–. Ya fuera de la casa, se lo escucha decir “encontré lo que buscaba”. Es la famosa bolsa, al parecer con dinero, que nunca apareció. En un momento, uno de los policías pregunta si tienen algún testigo y otro que le contesta que lo están yendo a buscar.

Mientras el video corría, a medida que los policías tocaban, sacaban y acomodaban, en la sala, ayer, el juez Paulucci preguntó a Brunelli: “¿En algún momento ustedes recibieron algún tipo de instrucciones sobre preservar las huellas o algo? Porque hubiera sido útil preservar algunas”.

Después de Brunelli, declaró Cez. Y su testimonio se fue sumando a las imágenes del ilustrativo video. Luego de explicar “los datos de calle” que le permitieron hacer el informe que dio lugar al allanamiento, junto con un policía conocido como Cabrera y otro que fue identificado como Montenegro, se centró en la chacra. Si bien destacó que quien estaba a cargo era el comisario Cabral, jefe de Orden Público, dijo que “nadie le dio ninguna orden de nada”.

Cez dijo haber sido quien halló las drogas, y encontró una explicación para dar cuenta de por qué buscó electrodomésticos dentro de un chiquero: “Vi que había un arma clavada en el chiquero, como si alguien se la hubiese descartado. Y al lado, en una cámara séptica, encuentro las bolsas cuando corro las tapas”.

Agregó que las bolsas estaban mojadas y embarradas, pero no pudo dar cuenta cuál era el estado de la droga que estaba en el interior. El camarógrafo grabó un poco la cámara séptica y después caminó con otros policías que no dejaban de hablar por teléfono y contaban que encontraron de todo: “armas, guita y galopa”.

Cez aclaró que, tras el hallazgo, llegó la Brigada de Drogas, que se hizo cargo de esa parte. Aclaró que en el operativo no tenía ninguna función: “Yo estaba dando vueltas, mirando, acompañando”. Después de Cez, declararon cuatro testigos de los allanamientos que se realizaron a las viviendas de los detenidos. Y, además, un hombre que conectó a Arriola con Cuello para que el primero se encargara de la cría de pollos.

El dueño

Hasta su caída en la Narcochacra, Cuello no tenía antecedentes. Sólo constaba en la Justicia provincial un anónimo que lo vinculaba con la banda de los Monos y le atribuía manejar puntos de venta en Alvear, villa La Lata y Las Delicias. Y en el teléfono del asesinado Fantasma Paz figuraba un contacto “Diego” que le reclamaba a éste una deuda. Tras ser detenido y haberse convertido en testigo del incendio en que murió el Japo Saboldi, quien trabajaba para él en la chacra, recibió una buena noticia en la Justicia provincial, luego de que la Cámara Penal le atenuara la figura por la portación de armas y saliera en libertad. Pero en abril de este año fue blanco de un ataque en la puerta de su casa: le dispararon 16 tiros  y salvó su vida de milagro mientras estaba con sus hijas pequeñas, una de las cuales recibió el rebote de un plomo en el cuerpo.

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