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Fauna en extinción

Nacieron guacamayos rojos en el Iberá, un gran paso para recuperar la especie

La fundación Rewilding Argentina comunicó el nacimiento de tres ejemplares de esta especie en su reserva del Iberá en Corrientes, “probablemente” los primeros en nacer tras 150 años de extinción en estado silvestre. En el pasado cercano se los cazaba como alimento o para entregar como ofrenda


18-10-2020 Corrientes: Por primera vez en 150 años nacieron guacamayos silvestres en el Iberá La fundación Rewilding Argentina comunicó hoy el nacimiento de tres guacamayos rojos en su reserva de los Esteros del Iberá, en Corrientes, los primeros en nacer tras 150 años de extinción en estado silvestre. Foto: Telam/amb

La fundación Rewilding Argentina comunicó el nacimiento de tres guacamayos rojos en su reserva de los Esteros del Iberá, en Corrientes, “probablemente” los primeros en nacer tras 150 años de extinción en estado silvestre, indicó la institución, que celebró el “gran paso” para recuperar la especie.

“Una pareja de guacamayos rojos sacó adelante tres huevos, que eclosionaron y dieron lugar a los tres primeros pichones silvestres en libertad, algo que no ocurría más o menos hace más de 150 años en nuestro país”, informó Rewilding Argentina a través de un comunicado.

La fundación, que tuvo origen en The Conservation Land Trust del fallecido Douglas Tompkins, inició en 2015 el trabajo científico para reintroducir el guacamayo rojo en el Iberá.

Eventos reproductivos viables

“El nacimiento de estos pichones silvestres en Parque Iberá es un gran paso para la recuperación de la especie en Argentina”, indicó la organización, que había comunicado a fines de junio pasado la liberación de cinco ejemplares de esa ave.

En mayo de este año se registró la puesta de un huevo por parte de una pareja de guacamayos liberada en un portal de acceso a los esteros denominado Cambyretá, mientras que en 2019 se observaron los primeros tres huevos de un casal que representó la primera unión que comenzó a utilizar y defender una caja nido instalada por la fundación.

Fueron los primeros eventos reproductivos registrados en el proyecto y aunque no prosperaron, se determinó que eran “viables”. Después de varios meses de entrenamiento, incluidos ejercicios de vuelo, reconocimiento de depredadores y alimentación con frutos nativos, entre nueve y once guacamayos viven en forma totalmente libre en la reserva.

Algunos de ellos ya han volado más de 75 kilómetros desde el sitio de liberación, llegando cerca de localidades vecinas donde la gente ha disfrutado de su presencia y los ha recibido con alegría. Otros cinco animales ya están siendo entrenados en un gran jaulón de vuelo, y se espera que tengan una liberación gradual en los próximos meses.

Otros guacamayos están pasando por una fase de cuarentena antes de ser trasladados a la reserva para comenzar su entrenamiento.

Habitantes históricos del Iberá

Debido a su vistoso plumaje los guacamayos han sido perseguidos por los humanos desde tiempos históricos. En Corrientes habitaban al menos dos especies de estas grandes aves: el guacamayo violáceo o “guaá- hovy’’, que se extinguió totalmente, y el guacamayo rojo o “guaá-pytá’’, que desapareció de la provincia y del resto de la Argentina.

Los guacamayos habitaron los campos con isletas de selva, palmares y las selvas de galería de Corrientes y otras provincias como Formosa, Chaco, Santa Fe, Misiones y Entre Ríos. Hoy en día las poblaciones de guacamayo rojo más cercanas a Corrientes se encuentran a más de 300 kilómetros hacia el norte en los estados de Mato Grosso do Sul y Paraná en Brasil, en el extremo norte de Paraguay, y el sudeste de Bolivia, y no están adecuadamente protegidas.

A escala global el guacamayo rojo está catalogado en la lista roja como una especie de “preocupación menor”. En la Argentina está catalogada formalmente como una especie “críticamente amenazada”.

Existencia y desaparición del guacamayo rojo en el norte argentino

Unas de las pocas menciones acerca del guacamayo rojo en Argentina fueron las de Alcides D´Orbigny (1945), quien en 1847 lo capturó en sus viajes por Corrientes, más exactamente durante una navegación por el río Paraná a la altura de Ita Ibaté. Antes, Félix de Azara (1809) contaba cómo entre 1781 y 1801 la especie habitaba los alrededores de la ciudad de Asunción y todo el sur de Paraguay en Ñeembucú, mencionando al norte de Argentina hasta los 28 grados de latitud como su área de distribución.

También el naturalista Joseph Sánchez Labrador menciona la presencia en el sur del Paraguay. En 1881, el Comandante Fontana lo registra en tierras chaqueñas, como también lo hace Enrique Lynch Arribalzaga en su publicación sobre Las aves del Chaco de 1920.

Sin embargo, en 1895, Eduardo Holmberg también comenta: “Se trae en cantidad del Paraguay; recuerdo haberlo visto en el Chaco; pero González trajo dos del Pilcomayo”.

En Junio de 1891, el naturalista suizo Moisés Bertoni (1901) comentó la captura de un ejemplar en el alto Paraná del siguiente modo: “Lo maté cuando estaba comiendo frutas de Esenbeckia guatambu, con tres individuos más del mismo tamaño (…) A menudo se ve a esta especie cruzar el río Paraná; parece que duerme en la costa argentina para pasar a comer todos los días a la costa paraguaya”.

Esto último corresponde a algún punto en la costa argentina en el noroeste de Misiones. Existen también registros de 1883 para Santa Ana, departamento Candelaria, provincia de Misiones, hasta que  tal vez en 1917 se cazó uno de los últimos individuos silvestres en Argentina, en la provincia de Formosa.

Una especie que sufrió varios embates

El panorama que muestran todos estos relatos históricos es el de una especie que vivía perfectamente en los bosques de la región, ya que se mencionan como árboles para alimentación o nidificación especies muy abundantes como el timbó y las palmeras mbocayá, entre otros.

Pero asimismo, resulta notable que la mayoría de los comentarios de los naturalistas son sobre el uso de los guacamayos para alimento y para mascota u ofrendas.

Considerando esto en coincidencia con el auge de la población humana en la región entre Asunción y Corrientes, y la gran actividad ganadera que se desarrollaba en 1700 y 1800, resulta fácil entender porque esta especie resultó fuertemente afectada hasta su extinción.

Para tener una idea del impacto de las actividades humanas en la región noroeste de Corrientes se puede considerar que las cabezas de ganado de aquella época equivalen casi al total de cabezas de ganado que se encuentran hoy en día en la provincia.

Sumado a esto, ha sido mencionado el impacto negativo de las guerras y guerrillas que asolaron la región norte de Corrientes durante todos esos años donde el guacamayo se vio seriamente afectado al quedarse sin lugar para anidar ya que muchos árboles que tenían esa finalidad fueron incendiados. Como se ve, varios fueron los embates que llevaron a la especie al riesgo de extinción.

 

 

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