En un comunicado, emitido en la provincia de Córdoba, se señala que «los padecimientos físicos y psíquicos que Morales debió soportar durante los años que estuvo confinado en distintos centros clandestinos y cárceles de la maquinaria terrorista, quedaron marcados a fuego en su cuerpo».
Su deteriorado estado físico a raíz de esos padecimientos impactó a los miembros del Tribunal Oral Federal nro. 1 de Córdoba que juzgaron y condenaron a prisión perpetua al ex jefe del Tercer Cuerpo de Ejército y el fiscal Carlos Gonella llegó a expresar en esa oportunidad que «parecía una persona de 80 años».
En el juicio, Morales recordó haber sido secuestrado por una «patota policial» cuando salía de la casa que habitaba en Santa Rosa de Calamuchita, quiénes luego de preguntarle si «era montonero», le dijeron: «seas o no seas, no vamos a hacer 200 kilómetros al pedo, te vamos a llevar lo mismo y te vamos a boletear».
Morales tenía 26 años cuando fue trasladado al D2, que funcionaba en uno de los laterales del Cabildo Histórico de esta capital, donde fue sometido a salvajes golpizas y sesiones de picana eléctrica que le causaron quebraduras de costillas y quemaduras de genitales, entre otras consecuencas.
«Los efectos del terrorismo de Estado quedaron en su cuerpo y logró soportarlos hasta llegar al juicio (que finalizó el pasado mes de noviembre) mientras un cáncer avanzaba sobre uno de sus hombros», agrega el comunicado, que añade además que «el día de la sentencia no pudo estar presente, estaba internado».
«Desde la agrupación Hijos y de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas despedimos a sus restos y lo guardaremos en la memoria con la entereza y valentía que demostró durante tres décadas», conclye el documento.