Espectáculos

Triste despedida

Murió el enorme David Edery, testigo y protagonista de más de 60 años de teatro rosarino  

Actor, director y maestro, Premio Podestá en 2009, falleció en las primeras horas de este martes a los 85 años. La noticia conmueve por estas horas a la comunidad artística local que lo despide a través de las redes sociales   


Una noticia triste e inesperada enluta a la comunidad teatral local y a la cultura rosarina en general, porque en las últimas horas, a los 85 años, falleció en destacado actor, director y maestro rosarino David Edery.

Nacido en El Trébol el 1° de julio de 1935, pero rosarino por elección, quien había debutado en el teatro a mitad de los años 50, en su recorrido por el teatro, el cine y la televisión, creó una sala y también una escuela de formación actoral así como varios grupos de trabajo, y formó parte, como gran protagonista y referente ineludible, del valioso y fundante Movimiento de Teatro Independiente rosarino en sus comienzos, entre los años 50 y 60.

Iniciado en 1957 en el histórico Centro Dramático Litoral con los grandes maestros de entonces que llegaban a la ciudad desde Buenos Aires, también había tomado cursos de escenografía, perspectiva y vestuario con Gastón Breger, Saulo Benavente y Carlos Serrano. Docente de la Escuela Nacional de Teatro y Títeres de Rosario, fue además fundador del Teatro Escuela de Comediantes, I.D.E.T. (Instituto de Enseñanza Teatral), Teatro Del Mercado Viejo y creador y director del elenco estable de la U.S.A.R. (Unión Sionista Argentina de Rosario).

En 2009, Edery, que por esos años había retornado a los escenarios y a los sets, recibió el Premio Podestá de la Trayectoria que tradicionalmente otorga la Asociación Argentina de Actores a renombradas figuras del quehacer teatral nacional, una entidad de la que había sido fundador de su delegación local algunas décadas antes. Por entonces, dijo a El Ciudadano respecto de los balances y la trayectoria: “No soy de hacerlos, y ya pasé los 70. Igual creo que soy bastante obstinado, ¿no?. Debuté profesionalmente en 1957. Antes, a los 14 años, había hecho cosas que ni siquiera eran vocacionales. Pertenecía a la Asociación Israelita, y me gustaba actuar porque era una cosa nueva para mí, que era un chico. Después dejé todo, hasta que volví al teatro en los años 50 pretendiendo ser electricista y terminé siendo actor, algo que nunca voy a abandonar”.

El actor brilló en recordadas versiones de clásicos como Stefano, Babilonia, Una libra de carne, El Malentendido, Las brujas de Salem, Tío Vania o El señor Galíndez en medio de una larguísima lista de obras, y se reencontró con la escena más acá en el tiempo, aunque nunca dejó de actuar, con una recordada versión de Rey Lear de Ricardo Arias, titulada Las hijas del Rey Lear, que permitió que lo descubra una nueva generación de público. Y años después, en 2015, el mismo Arias lo dirigió en la conmovedora Aprovechar el tiempo, donde compartió el escenario con Claudia Schujman, en un inolvidable duelo actoral entre ambos.

En el cine fue parte de El AsaditoHombre mirando al sudeste, Días de mayo y A cada lado, y la más reciente El Cuento, y también dirigió una veintena de obras teatrales como el clásico En familia de Florencio Sánchez, con la que debutó en ese rol.

Pero hubo un tiempo en el que el teatro rosarino gozaba de un prestigio que trascendió los límites de la ciudad. En ese tiempo, los años 50 y 60, hubo actores y directores, referentes del movimiento independiente, que se comprometieron con el oficio al punto de dejar todo y tomar la bandera del teatro como bastión político.

Por aquellos años, cuando glorias de la escena argentina como Alejandra Boero, Pedro Asquini o Oscar Ferrigno venían a Rosario a compartir experiencia y conocimiento, David Edery se cruzó con el teatro y con ellos, sus maestros, casi por casualidad (“fui porque necesitaban un electricista”, dijo Edery a El Ciudadano). Y a partir de aquel momento se convirtió en uno de los referentes de la escena local, con su paso por grupos históricos como el fundante Centro Dramático Litoral, luego de su debut, del mismo modo que sus trabajos en cine y televisión, donde debutó junto al recordado Negro Brizuela Méndez cuando Canal 3 funcionaba en lo que hoy es la sala Mateo Booz.

En ocasión de su esperada vuelta al ruedo en 2009 como director de una recordada versión de Sacco y Vanzetti, de Mauricio Kartun, ganadora de uno de los por entonces proyectos de Coproducciones Área Teatro de la Secretaría de Cultura municipal, expresó sobre su alejamiento de la escena de entonces: “Hacía cinco años que no dirigía y, más allá de algunas propuestas que había tenido para hacer comedia, quería volver con un proyecto propio. El 1º de mayo del año pasado me convocaron para un acto que se hizo en La Comedia, me pidieron que hiciera algo con algún texto. Lo hablé con Miguel Franchi y él me sugirió la historia de Sacco y Vanzetti. Leímos material, mezclamos un poco todo e hicimos una escena. En ese momento me encontré con la versión teatral escrita por Kartun, y me enloquecí, sentí que tenía que hacerla, más allá que de inmediato tomé conciencia de lo complicado que era convocar a trece actores y concretar una puesta y vestuario de época”.

En aquella misma charla, Edery hizo un paralelismo entre su versión de Sacco y Vanzetti y sus inicios en el teatro independiente: “Me conecto con muchos lugares y momentos, por ejemplo me retrotrajo a la época en la que monté una versión de El acusador público, en 1974, los años de López Rega y la Triple A. Es una obra que trata acerca del terror en la Revolución Francesa. Entre esa obra y aquél presente, había analogías muy precisas. Como había cosas que no se podían decir directamente, las dijimos en otro contexto histórico. Fue un espectáculo muy importante, más allá de que lo hicimos en un espacio pequeño, el Teatro del Mercado Viejo (que funcionaba en San Juan 1021), donde montamos una serie de obras muy importantes para la época. Bueno, ahora tengo la misma sensación, la de estar poniendo sobre el tapete una cuestión que siempre tuve, desde mis comienzos, y que tiene que ver con que, para mí, el teatro es una cuestión ideológica. Eso es lo que me ha empujado siempre”.

Cuando aconteció aquella entrevista, hacía unos meses que el actor había recibido el referido Premio Podestá. “Fue una gran emoción, porque es un premio que entregan los pares, los amigos. La verdad es que me sorprendió, no me lo esperaba. Supongo que tiene que ver con mis años de militancia con el teatro. Sobre fines de los 70 y principios de los 80, yo fui secretario general de la entidad, y luché mucho para que se reconozcan los derechos de todos los compañeros. A la entrega fui con mis tres hijos y ellos estaban sorprendidos de cuánta gente me conocía, de muchos casi ya no me acordaba. Esto fue en noviembre (de 2008) y todavía sigo recibiendo llamados de gente para felicitarme”.

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