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Mucho más que hacer equilibrio

Se realizó ayer en el balneario La Florida el tercer torneo de Slackline, disciplina que consiste caminar y hacer destrezas sobre una delgada cinta tendida entre dos puntos fijos. Más de medio centenar de competidores participaron de la prueba.


Caminan sobre una cuerda entre dos puntos fijos, con la postal del río Paraná. Los chicos abren sus brazos, levantan una pierna, se sientan, saltan siempre en eje y equilibrio, también se caen y se vuelven a parar. Esta práctica que consiste en tensar una cuerda, subir y hacer equilibrio, se llama “slackline”, y ayer por la tarde se realizó un torneo en el balneario La Florida donde practicaron más de 50 competidores, y cientos de admiradores que disfrutaban la disciplina. “El torneo de slackline Slackear es un encuentro organizado para promover la sana competencia, premiar el esfuerzo y el buen juego”, explicó Federico Alassia, entrenador y promotor de la prueba, que se realizó por tercera vez en la ciudad.

Alassia detalló que Rosario es pionera en este deporte, ya que hace más de cuatro años que se practica en la ciudad con cantidad creciente de participantes. Y eso que no se trata de una disciplina fácil: el entrenador asegura que “conectar el interior con la cuerda, en serenidad y sin nervios” es la única receta para poder hacer piruetas prácticamente en el aire.

“Este torneo es el tercero que se hace en Rosario. En 2009 se hizo en el parque Scalabrini Ortiz y en 2013 en la Rambla Catalunya, también cuenta con competencias a lo largo de todo el mundo”, especificó el entrenador.

Alassia subrayó que es una competencia muy particular porque lo primordial es el compartir, y el mismo deporte lo enseña. “Para empezar, hay que arrancar de foja cero, hay que tener paciencia, el mismo deporte te va formando. Lo tomamos como un estilo de vida, tenemos en cuenta el equilibrio, la armonía y la respiración”, destacó.

A su vez, el slackline tiene varias modalidades de práctica, como por ejemplo la “trickline”, que sirve para hacer trucos: es una modalidad más urbana, a menos de dos metros de altura y con la cuerda tensa. Y permite hacer posturas de yoga y acrobacia aérea.

“Se arranca progresivamente. La gente tiene el afán de aprender todo rápido, y en esto hay que aprender a pararse, a respirar arriba de la cuerda, a mantener la postura, después los pasos vienen solos. Para aprender a rebotar y a hacer trucos, tienen que pasar un tiempo largo”, marcó el entrenador.

El torneo fue de dos personas por equipo y hubo tres categorías: femenino, masculino inicial, y masculino avanzado y de cada una salieron tres ganadores.

“El que tenga ganas de hacerlo, que se acerque y que lo intente, no tiene que quedarse mirando y disfrutando de lo que hacen los demás. Hay que probar y no exigirse tanto”, concluyó Federico.

Mariel Gariboglio tiene 19 años, es de Paraná, Entre Ríos, practica la disciplina desde hace tres años y compitió en el torneo. “Empecé a practicarlo por curiosidad. Lo hacían en las plazas de mi ciudad. Si uno tiene ganas y voluntad, se aprende”, aclaró la joven.

Y agregó: “Este deporte se caracteriza por compartir, alguien solo no puede. Se empieza poniendo las cuerdas bajas, a medio metro del suelo, o menos, caminar, y después de mucho tiempo de entrenamiento se pueden hacer los saltos. Al que quiera hacerlo, que no le gane la vergüenza”, invitó.

Otra de las competidoras es Rocío Collazo, tiene 23 años, llegó desde Boedo, Capital Federal, y hace dos años que practica el deporte. “Hace seis años que conocí la cuerda cuando viajaba por Ecuador. Allí conocí a unos chicos de Córdoba y empecé a entrenar. Actualmente estoy con una agrupación y enseño la disciplina”, contó la chica.

La joven resaltó que a la competencia vinieron chicos de muchos lugares: de Neuquén, de Córdoba, de Santa Fe, y de Capital Federal, entre otros. Y también viajaron desde Chile y Brasil.

“Es un deporte que tiene mucha vida útil, siempre hay un lugar donde se puede enseñar y practicar, esto nos genera a nosotros a intervenir muchos lugares. Hacemos de este deporte algo terapéutico, recreativo, no sólo competitivo. Tratamos de abrir el deporte para que sea inclusivo. El que tenga ganas que se anime, y que no tenga vergüenza, porque es el primer obstáculo que uno se pone, la idea es que pensemos que sí se puede”, concluyó la competidora de Boedo.

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