El traslado de dos integrantes de la banda Los Monos desde la cárcel santafesina de Piñero hasta el penal federal de Ezeiza despertó roces entre la defensa de los detenidos, que dijeron haber sido tomados por “sorpresa”, y el Servicio Penitenciario Provincial que argumentó haber actuado con celeridad antes rumores de una fuga. Lo cierto es que anteanoche, apenas consiguieron la orden de la jueza local María Isabel Más Varela que autorizó la mudanza de Ariel Máximo Cantero y Emanuel Chamorro, los penitenciarios montaron una espectacular caravana policial que partió a la madrugada y llegó pasadas las seis a la puerta de la prisión bonaerense, donde debieron esperar casi cinco horas para completar el ingreso. Es que según el Servicio Penitenciario Nacional no tenían orden de ingresarlos, aunque se vieron forzados. Con los presos en la puerta, a las autoridades nacionales no les quedó otra opción.
Mientras los medios nacionales televisaban las horas de espera y daban por sentado un frustrado plan de fuga de los cabecillas de Los Monos, en Rosario los rumores de evasión llevaban tres semanas, casi lo mismo que los pedidos de traslado a un penal federal tras el primer procesamiento por venta de estupefacientes que afrontan líderes del clan. Es que si bien el nombre de la banda está asociado netamente al narcotráfico, hasta el 28 de diciembre pasado la detención de sus integrantes fue por delitos provinciales, como asociación ilícita y homicidio. En esa fecha, el juez federal Marcelo Bailaque procesó a Guille, de 27 años y a Ema, de 26, como jefes de una banda dedicada a la venta de estupefacientes, rol que ejercían desde su lugar de detención, donde los pesquisas lograron conseguir pruebas a través de escuchas de teléfonos fijos del penal de Piñero.
Junto a ellos, el magistrado encausó a una veintena de personas, la mitad mujeres.
Según la pesquisa, como los varones de la banda estaban presos o prófugos, eran ellas las que servían de nexo para la comercialización de estupefacientes.
En ese marco, y con feria judicial en medio, las primeras semanas de enero estuvieron marcadas por innumerables advertencias por parte del Servicio Penitenciario Provincial sobre rumores de fuga, que comenzaron con un llamado anónimo al 911 y siguieron con la aparición de drones y hasta una balacera nocturna en los perímetros de la penitenciaría.
Pero al unísono, los abogados de los detenidos –que a raíz de esas advertencias fueron aislados en “buzones”– denunciaron una “puesta en escena” por parte de las autoridades penitenciarias para “sacarse de encima” a los internos.
Según el titular del Servicio Penitenciario Provincial, Pablo Cococcioni, los rumores sobre la fuga comenzaron el último día del año con un anónimo: “Nos transmitieron un llamado desde el 911 el 31 de diciembre, indicando que una persona de manera anónima denunciaba que se estaría planeando una fuga masiva de la banda de Los Monos de la cárcel”, dijo. En el audio, que circuló ayer por portales de noticias y es investigado por la fiscal Karina Bartocchi, se escucha una voz femenina advertir a una operadora policial: “Buenas tardes. Yo llamaba para dar información de una fuga que se va a dar en la cárcel de Piñero, cuyo cabecilla es padre Cantero (en referencia a Máximo Ariel). Hay 12 teléfonos. Doce celulares hay”, dice la voz mientras menciona otros cuatro apellidos y cuelga el teléfono.
Lo cierto es que el llamado anónimo fue puesto en duda por el Ministerio Público Fiscal, que no logró conectar el mensaje con el supuesto intento de fuga. Sobre los otros hechos, es decir los drones que sobrevolaron el penal y la balacera, no se expidieron todavía y es materia de investigación.
Ayer, cuando ya estaba concretado el traslado a Ezeiza, los abogados defensores salieron al cruce por la forma en que se realizó el traslado. “No hubo aviso previo, no fuimos notificados de ninguna autorización judicial. Me levanté con esta novedad sorpresiva”, aseguró Fausto Yrure quien también se refirió a los rumores de fuga: “Esas denuncias son inverosímiles. Además, el director del Servicio Penitenciario de la provincia decía que no tenía pruebas para vincular a Cantero con esa fuga, pero que para él era un llamado de atención. Es imposible que alguien se escape de esa cárcel sin connivencia del Servicio Penitenciario”, detalló el letrado.
En la misma línea se manifestó Carlos Varela, quien sin medias tintas apuntó contra Cococcioni. “Con todo lo que ha pasado debería renunciar a su cargo o ser relevado del mismo. No puede garantizar la seguridad de los presos; ya sea por su integridad física (hace horas mataron a Elizabet Cantero en un penal) o por temor a que se escapen. El asesinato de Elizabet es un hito más que demuestra la incapacidad de Cococcioni, que todavía no salió a dar explicaciones. Es más, a través de él se le impidió al padre de la joven, Máximo Ariel Cantero, que vaya a despedir los restos de su hija. Con el mismo argumento. Cuando pidió traslado al velorio se le contestó que no podían garantizar su seguridad”, fustigó.
El peligro de fuga que anunció el Servicio Penitenciario vino después de que los hermanos Cristian y Martín Lanatta, junto con Víctor Schillaci protagonizaran una espectacular fuga cuya cacería se siguió durante dos semanas casi por cadena nacional.
El problema es que el escape se trasladó a Santa Fe, donde los medios nacionales blandieron el parche sobre la complicidad policial y lo fácil que le resultaría a los reclusos conseguir la fuga con complicidad policial. Lo cierto es que la Policía Santafesina capturó a los reclusos. Sin embargo, trasladar a Los Monos se convirtió en un objetivo que ayer finalmente alcanzaron.
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