“Lo fue a matar directamente. Se bajó de un salto de la moto, caminó hasta la ventanilla del acompañante del auto y sin mediar palabra disparó tres tiros. Después abrió la puerta de atrás y gatilló dos veces más”. La escena ocurrió a las tres de la tarde de ayer, en una esquina de Pichincha. Duró tanto como la luz roja del semáforo apostado en la ochava de Ovidio Lagos y Jujuy. Y fue observada por comerciantes, vecinos y conductores que no salían del asombro. En particular, porque el vehículo de alta gama que fue blanco del ataque salió “arando” del lugar, tan rápido como sus agresores. Cuando la Policía llegó sólo encontró vidrios rotos en la calle y una vaina servida calibre 9 milímetros. Lo único que informó fue que no ingresaron heridos de bala a hospitales ni sanatorios y que en el lugar del hecho no hay cámaras de seguridad.
La violenta secuencia pareció sacada de una película de acción y los dos testigos que dialogaron con El Ciudadano tenían butacas en primera fila. Porque a las 15.15 de ayer, un semáforo les hizo detener la marcha del Peugeot que conducían por calle Jujuy, justo detrás del vehículo gris oscuro baleado, que también había frenado por la luz roja antes de cruzar Ovidio Lagos.
Desde allí observaron la maniobra de dos muchachos que iban a bordo de una motocicleta enduro color roja: “La moto nos pasó por adelante y subió a la vereda. El conductor se quedó arriba, con el motor en marcha, y el que viajaba atrás se bajó de un salto, como una langosta, y caminó hasta la ventanilla del acompañante del auto gris, que parecía un Audi o un Volkswagen Passat. Sin mediar palabra disparó tres veces. Todavía me tiemblan las piernas. ¿No lo mató? Ahí quise dar marcha atrás para escapar pero justo frenó un taxi y quedé encerrado. El tirador tenía cuerpo de atleta, como recién salido del gimnasio, y después de tirar tres veces, abrió la puerta de atrás del auto, como buscando algo, y disparó dos veces más”, dijo uno de los testigos, tras confesar que quedó “anonadado”.
De acuerdo con su relato, que coincidió con el de al menos cinco vecinos de la cuadra, el muchacho, después de disparar, volvió sobre sus pasos, se acomodó la pistola 9 milímetros en la cintura y se subió a la moto, que huyó en contramano por calle Jujuy hacia el este. En tanto, el vehículo atacado salió “arando” a toda velocidad.
“Los vecinos se tiraban al piso, otros se refugiaban en la panchería de la esquina”, agregó una vecina que preguntó si había sido una salidera bancaria, un ajuste de cuentas o un robo al azar. Las mismas preguntas se hacían ayer en voz alta voceros de la Policía cuando fueron consultados por este diario y dijeron no tener datos de lo ocurrido, ni cámaras de seguridad para investigar el ataque perpetrado a plena luz del día en el corazón de barrio Pichincha.
“Tres llamadas al 911”
Conmocionados, los dos pasajeros del Peugeot que observaron el violento ataque, dieron la vuelta de manzana y sin querer se cruzaron con los motociclistas en Rodríguez y Urquiza. “Tengo tres llamadas al 911, los seguimos unas cuadras mientras hacíamos la descripción a la Policía, pero la respuesta fue increíble, me decían que iban a mandar un móvil al lugar del hecho, aunque yo le insistía que la moto la teníamos delante nuestro circulando por calle Urquiza”, explicó uno de los pasajeros, en tanto su acompañante agregó: “Estos pibes no eran negritos, eran pendejos bien. Como recién salidos del gimnasio. El que manejaba la moto tenía un casco de varios colores y el que disparó, una gorrita negra con visera”.
El hecho es investigado por la seccional 7ª, que tiene jurisdicción en la zona, y la fiscalía en turno.
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