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Derribando mitos

Misoprostol: el “caramelo” que salva vidas y reduce riesgos en abortos

En el debate presidencial el candidato de ultraderecha Gómez Centurión cargó contra el medicamento que la OMS recomienda para un aborto seguro. En la salud pública de Rosario bajó los riesgos, los costos de internación y llevó a la mortalidad cero


Meme hecho por Eameo después del debate presidencial

“Reparten misoprostol como caramelos”, lanzó el candidato de ultra derecha, Juan José Gómez Centurión, en el debate presidencial de este domingo y se volvió viral. El ex carapintada se opone a la legalización del aborto y a las políticas de derechos humanos. En el debate se posicionó como defensor de “las dos vidas” y cargó contra el medicamento que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda para un aborto seguro. La pregunta que dejó abierta Centurión fue: ¿Es tan fácil acceder al medicamento en todo el país?

Aclaraciones

El misoprostol es una es prostaglandina que no se acumula en el cuerpo ni afecta la fertilidad. La OMS lo declaró un medicamento esencial para hacer un aborto seguro y ambulatorio hasta la semana 12 de embarazo. Tomar 12 pastillas en tres dosis genera contracciones en el útero provocando una interrupción de la gestación. La efectividad es del 90 por ciento. En gran parte de los países donde el aborto es legal es usado pero combinado con otra droga: la mifepristona. Juntos alcanzan un 99 por ciento de efectividad.

Entre los métodos para abortar, el misoprostol es considerado uno de los más seguros porque permite hacer la práctica de manera ambulatoria. Significa que no es necesaria la internación y que la persona gestante puede elegir el momento y el lugar sin pasar por un quirófano como pasa con el raspaje, un método que requiere anestesia total y que la OMS recomienda no usar desde 2002. En Argentina muchos médicos y médicas aún lo usan. El otro método seguro es la Aspiración Manual Endouterina (Ameu), que tampoco necesita internación y se hace con anestesia local.

Autonomía

El misoprostol no nació como una droga para abortar. Usarla para terminar con embarazos no deseados fue un descubrimiento de las mujeres y personas gestantes en la búsqueda de métodos seguros. A mediados de la década de 1980 Brasil aprobó la fabricación y comercialización del fármaco para problemas gástricos. En el prospecto decía que no debían usarlo las embarazadas. El dato sirvió para que las mujeres probaran y difundieran ese efecto. Algunas hipótesis dicen que el saber se diseminó de boca en boca en toda América Latina. Años después la venta libre quedó prohibida en Brasil, pero el uso ya había sido comprobado.

El descubrimiento como método abortivo fue un cambio revolucionario. Por primera vez las mujeres y personas gestantes podían interrumpir un embarazo sin ir una clínica clandestina o recurrir a técnicas inseguras.

En los países donde el aborto es legal hizo bajar los gastos de internación y anestesia porque la interrupción podía hacerse en la casa en el momento que cada persona lo elija. Con los años la ciencia tomó ese conocimiento y la OMS lo incluyó entre los medicamentos esenciales.

Cómo es acá

En Argentina el aborto no es completamente ilegal. Desde 1921 está despenalizado por causales de violación y riesgo de salud. En 2012 el fallo FAL de la Corte Suprema reafirmó esas causales y solicitó al Poder Ejecutivo la elaboración de un protocolo de Interrupción Legal del Embarazo (ILE) para garantizar el acceso en la salud pública y privada. El entonces Ministerio de Salud lo hizo, pero sólo 10 de 24 provincias de la Argentina lo cumplen.

El protocolo ILE obliga a los Estados municipal, provincial y nacional a garantizar el acceso a los abortos que son legales con los mejores métodos. Y el misoporstol debería ser uno de los más usados. Aun así en gran parte de las provincias no hay acceso en la salud pública y las personas gestantes deben comprarlo en las farmacias. En Mendoza ni siquiera está garantizado ese derecho: la venta en farmacias está prohibida.

Cuánto vale

El misoprostol no se vende como caramelos, ni por el precio ni por el acceso. Para comprarlo es necesaria una doble receta archivada. Lo mismo en la salud pública: el médico o la médica tiene que recetarlo. En el país hay dos productos de venta comercial, que son los mismos que los Estados compran para distribuir en la salud pública. Son fabricados por los laboratorios privados Beta y Domínguez.

Beta hace el Oxaprost combinado con diclofenac y no está indicado para interrumpir el embarazo sino para problemas gástricos. La caja vale hasta 7.800 pesos y hasta 2018 era la única droga disponible. A mediados de ese año Domínguez fue autorizado a hacer la droga y por primera vez la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) reconoció el uso ginecológico. A diferencia del Oxaprost, el que hacen en Domínguez, llamado Misop, es misoprostol puro y vale 4.400 pesos.

Salvavidas

Santa Fe es una de las provincias que adhirió al protocolo de ILE. Lo hizo en 2013 y desde entonces receta misoprostol y lo distribuye de manera gratuita en hospitales y centros de salud. Rosario empezó a hacerlo un año antes. Las causales de aborto no punible se aplican con un criterio de ampliación de derechos y se entiende a la salud como física, psíquica, emocional y social, tal como sostienen en la OMS. En la práctica significa que la persona gestante es quien toma la decisión de abortar y no puede ser obligada a hacerlo o no hacerlo por un profesional de la salud, que tiene el rol de acompañar.

En la salud pública incorporar el misoporstol significó un descenso de 98 por ciento de las internaciones por complicaciones ligadas a abortos. Hasta 2012 las mujeres llegaban los hospitales con abortos incompletos y tenían un 80 por ciento de posibilidades de morir. Desde que recetan misoprostol no hubo más muertes por abortos clandestinos. El medicamento bajó los riesgos, los costos de internación y llevó a la mortalidad cero.

Arte El Ciudadano

Producción pública

En abril de 2018 la provincia anunció que había empezado las pruebas para fabricar misoprostol en el Laboratorio Industrial Farmacéutico Sociedad del Estado, más conocido por la sigla LIF. Lo hizo en medio del debate del proyecto de ley de Interrupción Legal del Embarazo (IVE) cuando empezó a hablarse de la necesidad de la producción pública para garantizar los abortos que son legales. Los gobiernos que no cuentan con un producto propio deben comprarlo a los laboratorios privados. En septiembre el misoprostol santafesino llegó por primera vez a centros de salud y hospitales.
La del LIF es la primera producción pública del país y es de distribución gratuita, no para venta en farmacias. Abarca los formatos oral y vaginal. Fabricar los primeros 2 lotes tuvo un costo de 73 pesos por comprimido, un 80 por ciento menos del valor de los productos comerciales de laboratorios privados. Por ahora está disponible en Santa Fe, pero podrá llegar a otras provincias si obtiene una autorización de la Anmat. Con ese permiso el Estado santafesino podrá vendérselo al gobierno nacional y las provincias que actualmente lo compran a laboratorios privados.

Estigma

Las declaraciones de Gómez Centurión buscan generar un estigma sobre un medicamento que permitió la reducción de las muertes por aborto clandestino. El misoprostol no sólo no se reparte como caramelo sino que plantearlo en esos términos busca instalar en el imaginario que se trata de un medicamento que no es seguro, cuando la OMS lo recomienda. Además, es desconocer que no sólo es necesaria una receta médica. En la mayoría del país hay que tener plata para comprarlo. El acceso es desigual de acuerdo a la clase social o la provincia donde se viva, lo que genera que muchas mujeres y personas gestantes recurran a métodos inseguros poniendo en riesgo sus vidas.

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