Ciudad

En San Cayetano

Miles pidieron por trabajo, como no se vio en otros años

La misa en la plaza Libertad, de Mitre y Pasco, oficiada por el arzobispo de Rosario, Eduardo Martín, resultó multitudinaria.


Una multitudinaria convocatoria, de la magnitud que no se vio en años anteriores, participó ayer de la procesión en honor al santo del pan y el trabajo. Miles de fieles de todas las edades se acercaron a la iglesia de Buenos Aires al 2100 para pedir por la permanencia de familiares y amigos en sus empleos. Otros, en cambio, –algunos hasta con lágrimas en los ojos– clamaron por acceder al mercado laboral mientras esperaban entrar al templo y recibir la bendición del párroco, como también del arzobispo de Rosario, Eduardo Eliseo Martín.

Según contaron a El Ciudadano comerciantes de la zona que hace décadas tienen sus negocios en las inmediaciones de la iglesia, “hubo gente esperando desde la madrugada para no quedarse sin entrar a rogarle al santo por trabajo”.

Como cada 7 de agosto, se cerraron los accesos a calle Buenos Aires entre La Paz e Ituzaingó y la senda en donde se emplaza el templo se volvió peatonal, inundada de numerosos puestos de vendedores ambulantes y manteros que ofrecieron todo tipo de objetos con la figura del santo del trabajo: estampitas, estatuillas, llaveros y las tradicionales espigas de trigo.

Alrededor de las 15.30, una hilera de personas que alcanzaba poco más de una cuadra aguardaba su turno para ingresar a la iglesia. Sin embargo, debieron esperar casi dos horas más, ya que la figura de San Cayetano salió del templo, llevada en andas por cadetes del Liceo Militar, quienes además la custodiaron desde Buenos Aires e Ituzaingó hasta la plaza Libertad, de Pasco y Mitre, seguidos de unas diez cuadras de fieles.

Cuestión de fe

Bajo el brillante sol de la tarde, el arzobispo Martín ofició la misa a una enorme multitud, luego de agradecer el óptimo clima que los acompañó en la conmemoración: “La palabra de Dios nos acerca a la fe, con la fe podemos agradar a Dios, alcanzar la vida eterna”, dijo Martín en su homilía, e hizo mención a uno de los primeros creyentes: el patriarca Abraham, a quien se le prometió una descendencia incontable, aún siendo longevo y cuando tuvo su hijo Dios le pidió que lo sacrificara pero sólo fue un acto de fe.

“Es justamente la credibilidad lo que nos hace confiar y a entregarle todo al Señor en nuestra vida, en la certeza de que él no nos hará faltar lo que necesitamos para nuestra vida”, señaló Martín.

Pan y trabajo deben ir juntos

Dirigiéndose a los presentes, algunos que se acercaron a la misa para pedir por la continuidad de sus trabajos y a aquellos que lo hicieron para rogar por acceder a un empleo, el obispo pidió reflexionar sobre las palabras “pan y trabajo”, diciendo que “una no puede ir sin la otra”, y recordó las palabras del papa Francisco escritas en una carta que le envió a la arquidiócesis de Rosario que versaba: “La sabiduría de nuestro pueblo es un dicho para calificar a quien pudiendo trabajar no lo hace, ese vive de arriba, y nuestra gente menosprecia a quienes viven de arriba porque arteramente atisban en ellos una falta de dignidad. Pero hay otra dimensión que no dignifica y es cuando se le da el pan a alguien como diciéndole tus manos no sirven, tu inteligencia tampoco pero para que no te mueras de hambre te vamos a dar un poco de dinero para que sigas viviendo, pero eso no es dignidad porque el pan tiene que llegar a la mesa con el sudor de la frente. Por eso es que siempre tienen que ir juntos el pan y el trabajo”.

Más tarde, en diálogo con los medios, Martín expresó: “Rogamos a Dios que inspire a las autoridades para que encuentren los caminos más adecuados para salir de esta situación. La iglesia está siempre abierta al diálogo con los distintos sectores políticos y de toda la sociedad para que juntos podamos salir adelante”.

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