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Mijail Bakunin, revolucionario y un anarquista irreductible

Hijo de un terrateniente liberal, renegó de su clase para entregarse a la lucha por una sociedad de amos ni oprimidos


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A doscientos años de su nacimiento Mijail Bakunin tiene bastante para decirnos acerca del socialismo, la libertad, la justicia social y la necesaria transformación social para construir una sociedad sin amos, ni dioses, sin opresores ni oprimidos. Por eso lo evocamos a través de estas líneas.

Esbozo biográfico

Mijail Alexandrovitch Bakunin nació el 8 de mayo de 1814 en el predio rural de Pryamuchino, en Rusia. Miembro de una numerosa familia de terratenientes, a pesar de esto su padre sostenía ideas liberales.
En 1830 fue enviado a instruirse como artillero en un instituto militar de San Petesburgo, por entonces capital de imperio zarista. En el año 1832, terminados sus estudios, fue destinado a Lituania como teniente de un regimiento.
Pero en 1834 se produjo una brutal represión del ejército ruso para doblegar una insurrección popular en Polonia y este acontecimiento despertó la indignación y el rechazo de Bakunin, quien abandonó la carrera militar y se retiró a la hacienda de Pryamuchino, donde se abocó a la traducción de La Historia de la Civilización Francesa de Guizot.
A partir de 1835 Bakunin comenzó la lectura sistemática de los filósofos alemanes del siglo XVIII, principalmente Kant, Hegel, Fitche, y tomó contacto en Moscú con Nicolás Stankevitch, ingresando al grupo de intelectuales conocido como Los Idealistas. Allí tradujo del alemán el libro de Fitche Lecciones sobre la misión del hombre de ciencia.
Afirma Vladimiro Muñoz que, a partir de 1838, Bakunin junto a su amigo Visarion Bielinsky estudió a Hegel y escribió el ensayo De la filosofía.
En 1840 conoció a Alexander Herzen y juntos viajaron a Berlín para estudiar filosofía y adscribieron al grupo de los jóvenes hegelianos de izquierda. En esa época Bakunin trabó amistad con el escritor ruso exiliado en territorio germano Iván Turgenev, auto de Rey hambre y asiste a todos los conciertos de Ludwig Van Beethoven.
En 1841 asistió a los cursos de filosofía de Schelling, pero afirmó que no le interesan las ideas que éste exponía, a las que calificó de reaccionarias.
En 1842, en Dresde, el seudónimo de Jules Elysard, Bakunin dio a conocer el ensayo La reacción en Alemania.
En 1843 viajó a Zurich, Suiza, pasando por Leipzig y Estrasburgo y en 1845 publicó en el diario parisino La Reforma su trabajo El cristianismo y la sociedad actual.
En 1846, Mijail Bakunin se declaró abiertamente como anarquista, y habiendo tomado contacto en Francia con Pierre Joseph Proudhon inició su periplo de agitador y propagandista.
Bakunin fue activo propagandista de esta ideología, recorriendo territorios tan diversos como los países eslavos, Italia, Francia y hasta Siberia, prófugo de la prisión en la que había sido confinado por su actividad. En su huida llegó a Japón y desde allí cruzó a América, para retornar por esa vía a Londres.

Su tarea

Mijail Bakunin no realizó una obra sistemática; en cambio, junto a sus compañeros de militancia creó periódicos de propaganda ácrata y escribió una multiplicidad de manifiestos, proclamas insurreccionales, cartas y panfletos, entre los cuales cabe mencionar, por su importancia, Dios y el Estado, Federalismo, socialismo y antiteologismo y Estatismo y anarquía.
También polemizó con Karl Marx y sus seguidores en la Asociación Internacional de Trabajadores. Es que si bien ambos compartían la concepción materialista de la historia, y ésta como lucha de clases, disentían acerca de cuál sería el sujeto de la revolución social.
Bakunin murió en Berna, Suiza el 1º de julio de 1876.
Nos legó ideas fuerza que aún incitan a la lucha tales como: “La libertad de los demás no es un límite a nuestra libertad, sino que la prolonga al infinito”, o “No hay socialismo sin libertad, ni libertad sin socialismo.”

Emblema en el Mayo Francés

“Todos conocen, en sus rasgos generales, la vida de Mijail Bakunin. Amigos y adversarios saben que este hombre era grande por el pensamiento, la voluntad y la energía perseverante. Saben también qué inmenso era el desprecio que le inspiraba la fortuna, el rango, la gloria, todas esas miserias que la mayoría de los humanos tienen la bajeza de ambicionar. Hidalgo ruso emparentado con la más encumbrada nobleza del Imperio, entró en la formación de aquella enérgica asociación de rebeldes que supieron desligarse de las tradiciones, de los prejuicios, de los intereses de raza y de clase, despreciando su bienestar.
Con ellos sostuvo la ruda batalla de la vida, agraviada por la prisión, el destierro, por todos los peligros y todas las amarguras que los hombres de valor han de sufrir en su existencia accidentada”.
Así, describen a Bakunin los anarquistas Eliseo Reclús, geógrafo, naturalista y ecólogo, y Carlo Cafiero, activista y agitador social decimonónico, quienes lo trataron de cerca y batallaron por el socialismo, la libertad y la justicia junto a él.
Durante la Revolución Libertaria Española obreros y campesinos llevaron a la práctica muchas de las ideas de Bakunin de colectivización de los medios de producción, campos, fábricas y talleres.
En las jornadas del Mayo Francés de 1968 en las paredes de París aparecieron grafitis con frases de Bakunin tales como: “Seamos realistas demandemos lo imposible”.

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