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Mi hijo pega: ¿qué le ocurre?

Por María José Mancino.- La agresividad se muestra como una respuesta emocional que se caracteriza por reacciones verbales impulsivas, sentimientos de rabia, frustración y angustia. Y, también, se expresa de diversas maneras según la edad del niño.


Un niño que presenta alteraciones en la conducta y comportamiento agresivo está manifestando algo que le pasa, y los padres pueden no darse cuenta de ello.

La agresividad se muestra como una respuesta emocional que se caracteriza por reacciones verbales impulsivas, sentimientos de rabia, frustración y angustia. Se expresa de diversas maneras según la edad del niño. Los objetos de agresividad pueden ser sus amiguitos, su madre, un hermano, los juguetes o todos ellos, incluso el niño mismo. Esto último es lo más grave.

¿Por qué mi hijo se comporta de ésta forma? En primer lugar, la base está dada por el temperamento, la forma de ser del niño parece que tiene que ver con el carácter hereditario. Sin embargo, sería óptimo que las situaciones familiares en el hogar fueran de aprendizaje, ya que son determinantes para ayudar a modelar su personalidad.

Por otra parte, una actitud ausente del padre o la madre o la autoridad “flexible” de ambos padres genera conductas agresivas, caprichos, respuestas verbales fuertes, dificultad en los vínculos con sus pares, intolerancia a la frustración, sentimientos de inseguridad. También pueden influir otros familiares del entorno.

El comportamiento y el ejercicio de autoridad de los padres deben ser sólidos, coherentes y brindar confianza, la posible inconsistencia entre ambos puede generar en el niño carencia de afecto y de límites.

En esto se pueden ayudar con un especialista en orientación familiar (no es lo mismo que un psicólogo), quien propondrá objetivos generales y específicos, para luego delinear un plan de acción para los padres.

Entonces: ¿qué podemos hacer? General: estar convencidos de mejorar la conducta del niño para ayudarlo en su crecimiento personal. Específico: los padres deben estar más unidos para ejercer la autoridad como un servicio de bien común para adecuar las actitudes de su hijo revisando primero las propias.

¿Cómo? Con mucha delicadeza debemos, primero, concientizar a los padres de que el problema de su hijo (exceptuando cuadros clínicos psicopatológicos) es consecuencia del comportamiento y del propio ejercicio responsable de la autoridad de ellos, y en esto se debe focalizar el tratamiento.

Los padres deben dialogar semanalmente sobre sus hijos y así conocerlos mejor.

Deben ponerse de acuerdo en cómo ejercer mejor la autoridad (no el autoritarismo) más sólida y con límites, no ceder a todos los deseos de los hijos, esto incluye también a los abuelos.

Pasar más tiempo con ellos, buscarlos o llevarlos al colegio, así como compartir espacios propios en alguna actividad recreativa.

En el ámbito escolar puede haber un tutor que guíe al niño para continuar con su aprendizaje emocional.

Organizar salidas o visitas familiares e invitaciones de los amigos al hogar.

Sería muy bueno que los padres pudieran participar de actividades específicas para padres compartiendo situaciones símiles con otras familias y que concurran a una consulta en orientación familiar.

Si la situación lo requiere se considerará la recomendación de un psicólogo para el niño con entrevistas de orientación para padres.

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