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Reflexiones

México: “éxitos” contra los cárteles multiplican tráfico

Así como la Hidra de Lerna, una serpiente policéfala capaz de generar dos cabezas por cada una que se le amputaba, el narcotráfico se ha desparramado en México en forma de múltiples cárteles, con liderazgos de bajo perfil, a pesar de la cacería de altos capos emprendida por el gobierno de Enrique Peña Nieto.


Así como la Hidra de Lerna, una serpiente policéfala capaz de generar dos cabezas por cada una que se le amputaba, el narcotráfico se ha desparramado en México en forma de múltiples cárteles, con liderazgos de bajo perfil, a pesar de la cacería de altos capos emprendida por el gobierno de Enrique Peña Nieto.

Anónimos, sólidos, sanguinarios y con un fuerte arraigo en el territorio, los flamantes grupúsculos abandonaron el estilo típico del mafioso para penetrar hondamente en el tejido social y convertirlo en su principal insumo.

A un año del arresto mediático de Joaquín “Chapo” Guzmán, ocurrido el 22 de febrero de 2014, el poderío del Cártel de Sinaloa no se ha debilitado, y por el contrario continúa expandiendo sus tentáculos en silencio, la característica que adopta la mayoría de los cárteles de la droga que sufrieron la pérdida de sus líderes de renombre.

Si hasta hace poco los medios estaban inundados con imágenes de “niños ricos” que exhibían billetes, Ferraris y mansiones, hoy los clanes se mueven con discreción y en la sombra, aunque ello no se traduzca ni en una merma del tráfico ni en la reducción de la violencia.

“La decapitación de un grupo criminal no le hace nada al cártel en sí. Se trata de organizaciones globales, internacionales, de corte empresarial, con resortes locales”, le dijo José Reveles, reconocido periodista y escritor mexicano, a este diario por teléfono.

“El caso del Chapo es el ejemplo más emblemático de la historia reciente. Según la revista Forbes, tenía más de mil millones de dólares. Pero no escuchamos nada en cuanto a incautación de algún rancho, alguna lancha o una cuenta bancaria. Es como si no lo hubieran capturado. Hoy día, el Cártel de Sinaloa sigue operando en todo el mundo”, agregó Reveles, autor del libro El Chapo: captura y traición, entre otros.

Según una evaluación de la DEA, México es responsable de la producción de la mitad de la heroína que se consume en EE.UU., actividad que registró un aumento cercano al 40 por ciento en siete años y que explota el mismo grupo de Sinaloa a través de otras pequeñas organizaciones. Así, el producto –blanco y de buena calidad– es distribuido para su comercialización entre pequeñas pandillas, incluso enemigas entre sí, una estrategia que sólo agrega confusión al ya de por sí retorcido mapa de la droga en México.

Y el modelo se repite. De acuerdo con un informe de la Procuraduría General de la República (PGR) difundido a mediados del año pasado, al menos 43 células de un total de 80 dependen de nueve pesos pesado del crimen organizado: Pacífico/Sinaloa, Arellano Félix, La Familia Michoacana, Carrillo Fuentes, Beltrán Leyva, Los Zetas, el Cártel del Golfo, Los Caballeros Templarios y el Cártel Jalisco Nueva Generación.

Paradójicamente, en los últimos seis años fueron once los cabecillas históricos atrapados (dos de ellos la última semana: Servando Gómez, la Tuta, de Los Caballeros Templarios y Omar Treviño Morales, el Z-42, de Los Zetas), sin que ninguna de estas acciones signifique un freno al comercio de estupefacientes.

El trabajo sucio queda ahora en manos de sus células. Como método para financiar las batallas internas por el control del corredor de la droga hacia Estados Unidos, estas pequeñas mafias se volcaron paulatinamente hacia otras actividades ilícitas, como el robo de hidrocarburos, la extorsión, el secuestro y el tráfico de inmigrantes en zonas donde el brazo del Estado es mínimo.

Una vez doblegadas las autoridades a través del dinero o del terror –en los últimos nueve años fueron asesinados por lo menos 63 alcaldes en 17 provincias, de acuerdo con fuentes oficiales mexicanas–, la infiltración llegó a los archivos de los municipios, donde obtuvieron datos valiosos de los contribuyentes, compañías y hasta pequeños emprendedores con una premisa simple: el derecho a vivir a cambio de un pago.

No es casual que Guerreros Unidos, una de las bandas que más titulares ha dado a la prensa en los últimos meses tras la matanza de 43 estudiantes en Iguala, sean oriundos del estado de Guerrero, que padece niveles de miseria equiparables a países africanos como Mali o Malaui, y es suelo de los mayores sembradíos de amapola, materia prima para la elaboración de heroína.

“Hace unos años, los cárteles a la vieja usanza utilizaban su capacidad financiera para amenazar la integridad del Estado nacional. Al final de los 90, el entonces zar antidrogas (Jesús Gutiérrez Rebollo) estaba en la nómina del cártel de Juárez. Mientras, los nuevos grupos son mucho más locales, no tienen ese tipo de capacidades para llegar a la cima del Estado, pero sí tienen fuerza para capturar territorio. Para esos grupos emergentes, intimidar o corromper un alcalde es más importante que intimidar o corromper un general. El drama es que esta transición se está dando a una velocidad mucho mayor que la capacidad de las instituciones para adaptarse”, explicó Alejandro Hope, investigador y experto en seguridad pública, a este diario.

Según la versión oficial, el narcotráfico en México recauda unos 40.000 millones de dólares, pero hay quienes sostienen que la cuenta se queda corta. La heroína producida en el país llega a las 300 toneladas anuales, y su precio en el mercado norteamericano alcanza los 30.000 millones de dólares. De acuerdo con el escritor José Reveles, la cifra puede llegar a ser astronómica si además se suman los ingresos por el comercio de cocaína, marihuana y metanfetamina.

Un negocio demasiado rentable como para dejarlo atrás.

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