Sociedad

Culto a un héroe

Messi y la magia de los días que corren

El capitán de la selección despierta las más encendidas emociones en los corazones de todos aquellos que necesitan expresar algo de la grandeza que el 10 despliega en cada encuentro con la pelota, fundiéndose con sus pares en un envión de creatividad y destreza. Aquí tres textos aluden a esa magia


Esta Argentina de hoy me hizo recordar la del 86: entrega, inteligencia táctica, contundencia y… bueno, Messi.

En el 86 varios críticos decían que Argentina era Maradona y diez más. Entonces Enzo Bearzot, el director técnico de Italia, puso las cosas en su sitio con una frase magistral: “Argentina no es Maradona y diez más. Argentina es un gran equipo más Maradona”. Lo mismo podríamos decir de esta Argentina de hoy: un gran equipo más Messi. ¡Y qué equipo! Me encantan su engranaje colectivo, su determinación, esa capacidad que tiene de ganarles a rivales diversos mediante una gran versatilidad en su juego.

Roberto Fontanarrosa contó la historia de un chico que está en un parque con un balón de fútbol. De pronto, el muchacho se marcha y deja el balón, aparentemente olvidado, en la banca donde estaba sentado. Quienes lo ven piensan: un muchacho que cuando se va olvida la pelota no puede ser argentino. Pero en ese momento sucede lo inesperado: el chico hace una señal y la pelota se levanta de la silla y corre dando saltitos al reencuentro con él.

Quienes hemos vivido en Argentina la pasión del fútbol sabemos cuán grande, cuán hermosa es. Brindo por esa pasión

Alberto Salcedo Ramos

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Messi, el capitán del espacio

Cuando Lionel Messi jugaba en la escuelita de Newell´s recibía un alfajor por cada gol que metía. El técnico Carlos Marconi detectó que su debilidad eran los triples y entonces encontró la zanahoria para transformar a un nene en una bestia del gol.

Pasó a meter de a 4 por partido. Si metía uno de cabeza, el premio eran dos alfajores y cada vez que lo hacía, mostraba los dedos en V de cara al DT.

Apenas terminaba el partido iba al buffet a recibir sus premios. Primero contaba cuantos tenía y luego miraba hacia atrás, porque llevaba con él a todos sus compañeros.

Repartía un alfajor para cada uno, a veces él se quedaba sin el suyo. El técnico al ver ese gesto, lo llamaba y le daba uno más, “no por buen jugador sino por buena persona”.

Una vez Seba Domínguez le mostró una foto de aquellos años y Messi recordaba qué era de la vida de cada uno de esos compañeros con detalles, tal estudia abogacía y todavía no se recibió, tal ascendió con Central Córdoba.

En su primer torneo en la Selección en el Sudamericano Sub 20 2005 de Colombia, a los pocos periodistas argentinos que fueron a cubrir les habían dicho que si lograban sacarle una palabra a Lionel les daban un premio porque todavía no le conocían la voz.

Finalmente el rosarino pegó onda con algunos periodistas que concentraban en el mismo hotel que ellos. Cuentan que medio de contrabando le hacían llegar algunos alfajores. Así el Leo de 17 años se sentía todavía el nene de Rosario.

Tuvo que dejar los alfajores. Cuando habla de sus últimos partidos, no puedo dejar de pensar en las ganas que tiene de volver a meter goles por alfajores. Mientras tanto, después de mucho tiempo obtuvo el reconocimiento en su tierra. Ya no es el secreto mejor guardado del kiosco de barrio, ni algo que genere debate.

Forma parte de nuestras vidas. Es un alfajor, dorado, triple, sonriente, con muchas capas. Listo para cortarlo en partes y repartirlo entre sus compañeros. Esos que dicen que es su bandera. Esos que tratarán de hacer del mundo un lugar más justo el próximo 18 de diciembre.

Lucas Jiménez

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1) Ahora corre Julián Álvarez, que va rumbo al norte y al sur y al infinito y al golazo de una sola vez porque hay días y hay partidos y hay mundiales en los que todo eso es posible de una sola vez, y, entonces, alguien que no olvida que, en otras cosas, anda entre jodido y muy jodido grita “Argentina” y permite que los labios se le pueblen de una fugacidad del portugués José Saramago que siempre sonará así: “El mundo de la alegría tiene su propio y diferente sol”.

2) Ahora lanza y corre Enzo Fernández, que muestra su documento más que joven y también sus actos de futbolista experto de una sola vez porque hay días y hay partidos y hay mundiales en los que todo es posible de una sola vez, y, entonces, una señora se abraza con quienes están al lado y con quienes ya no están y se llena el paladar con una sentencia del español Antonio Gala que siempre sonará así: “La alegría no es nunca solitaria, tiene que compartirse”.

3) Ahora aguantan piedras y vientos y pelotazos el Cuti Romero y Otamendi, que se elevan como cóndores y resisten como búfalos de una sola vez porque hay días y hay partidos y hay mundiales en los que todo eso es posible de una sola vez y, entonces, un veterano le compra un gorro muy celeste y muy blanco a su nieta y le lee unos versos de Mario Benedetti que siempre sonarán así: “Defender la alegría como una trinchera/ defenderla del escándalo y la rutina/ de la miseria y los miserables”.

4) Ahora Messi mira al aire y le avisa al aire que el aire es él, y toca al agua y le recuerda al agua que el agua es él, y encabrita al fuego y le dice al fuego que el fuego es él y lo hace de una sola vez porque hay días y hay partidos y hay mundiales en los que todo eso es posible de una sola vez y, entonces, millones se enfundan con la número 10 y cantan mil cantos que, en el fondo, son un tema de Divididos que siempre sonará así: “Simplemente imagina un alegre en este infierno”.

5) Ahora hay millones que sienten que hay días y hay partidos y hay mundiales en los que la vida es lo que traen Álvarez, Saramago, Enzo, Gala, Cuti, Otamendi, Benedetti, Divididos, tantas, tantos y Messi. Hay días y hay partidos y hay mundiales en los que la vida es pura alegría.

Ariel Scher

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