El Hincha Mundial

De gira por la ciudad

Menú que se pudo disfrutar

En los bares del Paseo Pellegrini los hinchas vivieron el partido como si estuvieran en San Petersburgo.


De la preocupación a la algarabía. Caras largas y gestos de derrota se transformaron en cantos y aplausos cuando Rojo puso el 2-1 que le dio a la Argentina el pase a octavos. Los bares del Paseo Pellegrini, con epicentro en el Paso Sport, se llenaron de hinchas que vivieron el partido casi como si estuvieran en San Petersburgo.

Desde temprano llegaban de distintos rincones de la ciudad a los tradicionales bares que esperaban al público con pantallas gigantes y televisores LED. Si bien el partido fue transmitido gratuitamente por la TV Pública, se sentía la necesidad de compartir el choque con Nigeria junto a amigos, o simplemente con otro argentino.

En cada esquina de la avenida, los vendedores de gorritos y camisetas aprovecharon la euforia. En los bares, unos pocos terminaban de comer mientras el resto hacía cola para no quedarse afuera. Poco a poco fueron colmándolos. El celeste y blanco se concentró en los locales gastronómicos y afuera no quedó un alma cuando el turco Cuneyt Cakir pitó el comienzo del encuentro.

Algunos comían una merienda tempranera, otros un almuerzo tardío. El Gran Chopp fue otro de los bares que se llenó de gente para seguir el partido. Los nervios del comienzo se calmaron cuando Lionel Messi marcó el 1-0. Hubo cierta relajación, ideal para pasar la milanesa o las medialunas.

Pero el postre no fue de lo más agradable. Tras el descanso, Nigeria despertó. El dudoso penal en favor del equipo africano transformado en gol por Victor Moses volvió a activar el nerviosismo.

Desde el sexto minuto del segundo tiempo nadie comió más nada. Si sobraron medialunas, se dejaron en la mesa. Los nervios no dejaron tragar bocado. El partido se iba y Argentina se estaba quedando afuera del Mundial. Ya se veía alguna que otra lágrima cuando un derechazo de Rojo se clavó junto al palo. El ambiente cambió y comenzaron los cánticos. “Soy argentino, es un sentimiento, no puedo parar”, corearon todos.

El final fue celeste y blanco en el Paseo Pellegrini. No fueron pocos los que se fueron hasta el Monumento. Ahora se viene Francia y los bares se preparan. Será otro encuentro emocionante y gran parte de los rosarinos mantendrán la cábala de mirarlo en banda.

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