Ciudad

Magia en la inocencia

Por: Laura Hintze.- Dos chicos ganadores del Concurso Municipal Infantil de Cuento relataron de dónde surgieron sus historias, personajes y cómo se les ocurrió eso de escribir.


“¿Cómo nacen los libros?”, fue la pregunta disparadora y el nombre de una de las tantas charlas y encuentros que se realizaron en el marco de la 3ª Semana de la Lectura en Rosario. La actividad fue propuesta, organizada y llevada adelante en la Biblioteca Municipal Estrada (Servando Bayo 799), mientras que la charla estuvo a cargo de Lautaro Palma y Ezequiel Núñez, dos de los chicos autores de los cuentos ganadores del Concurso Municipal Infantil de Cuento; sus ilustradores, Pablo Bofelli y Elissambura; y Juan Manuel Alonso, representante de la Editorial Municipal.

¿Cómo nace un libro? ¿De dónde salen las ideas? ¿Y los dibujos? ¿Cómo saben los dibujantes la forma y los colores de cada personaje? ¿Quién escribe los libros y por qué lo hace? Estas y otras preguntas fueron contestadas por Ezequiel y Lautaro, de 10 y 11 años, dos chicos que una vez escribieron un cuento y decidieron presentarlo al concurso infantil municipal.

Ambos, acompañados de los ilustradores y el editor de sus historias, desenredaron el “detrás” de los cuentos: anécdotas que por lo general son más azarosas y simpáticas de lo que se podría imaginar. El público estuvo conformado por familiares y alumnos de sexto y séptimo año de las escuelas Nº 617, “Gobernador Domingo Crespo”, y Nº 120, “José María Rondeau”, quienes leyeron los textos, escucharon con atención a sus pares y luego sentenciaron: “Los cuentos están re-chetos”.

La charla arrancó con un breve resumen realizado por Juan Manuel Alonso, de la Editorial Municipal. “En 2010 hicimos un concurso para todos los chicos de la ciudad. Recibimos 500 cuentos, hubo 3 personas que fueron designados como jurados y los fueron eligiendo. Había muchísimos, re lindos. ¡Se podría haber hecho una colección de 100!”, destacó.

Los textos que llegaron a la editorial eran algunos manuscritos, otros en computadora, algunos con dibujos incluidos y otros hasta tenían forma de libro. Elegirlos fue más que complicado, pero al final quedaron diez. “Después hicimos concursos de dibujantes y se presentaron como 70, para los 10 cuentitos. Ahí hubo otro jurado que los eligió. Se hicieron parejas de autores y dibujantes, y luego se conocieron en una reunión. Allí charlaron sobre la historia, sobre cómo se imaginaban todo; así, el ilustrador tomó conceptos del autor y también creó su propio mundo”, continuó Alonso.

El premio del concurso, además de ser publicados, fue una netbook para cada uno de los diez ganadores.

Luego, fue el turno de los artistas, quienes dialogaron con el público contando cómo trabaja un escritor con su ilustrador. Contaron cuáles son las historias que escribieron y de qué tratan, hablaron del nacimiento de las ideas y de su propio entorno. El cuento que escribió Ezequiel se llama “El perro salchicha”. Se trata, contó él, de “un perro salchicha que quiere hacer dos cosas al mismo tiempo y entonces tiene la idea de clonarse. Cuando se clona, tiene ganas de hacer otra cosa al mismo tiempo, entonces se clona otra vez y otra vez, hasta que se da cuenta que ya no puede más. Y entonces se quiere deshacer de los clones. Los clones no lo dejan pero al final lo logra”.

Ezequiel había escrito el cuento para la escuela, pero la maestra, reemplazante, le había puesto cero y le dijo: “Ezequiel, esto no tiene errores sino tiene horrores de ortografía”. Además, se justificó, el texto no se entendía muy bien porque estaba escrito en cursiva. Sin embargo, su madre lo leyó y cuando se enteró del concurso le propuso enviarlo. “Lo primero que hice cuando me enteré que gané fue presumirle a todos que iba a tener una netbook”, dijo divertido.

De grande Ezequiel quiere ser dibujante de historietas, lo que más le gusta leer ahora. Las materias que prefiere en la escuela son ajedrez e inglés. Va a la Vigil, y fue allí donde nació la idea del cuento: “Fue así: estaba en la escuela, faltaban cinco minutos para terminar la clase y tenía hambre, quería comerme un pancho. Luego, a la portera se le entró un perro y todos lo vimos por la ventana. Así se me ocurrió la idea porque, es obvio, ¿no? Un perro, una salchicha, no tenia ninguna otra idea y ahí está”.

Las ilustraciones del texto estuvieron a cargo de Elissambura. Para ella, el encuentro fue muy rico, ya que allí se encontraron dos ideas diferentes que terminaron en un mismo producto. “Estuvo bueno interactuar y preguntarle a Ezequiel: ¿Por qué se te ocurrió un perro salchicha? ¿Qué tipo de perro salchicha es y cuál no es? Porque siempre hay un personaje que va a ser y otro que no. Además, hay cosas que el texto dice y hay cosas que el texto no dice. Entonces por ejemplo no sabíamos cómo hacer desaparecer a 99 clones. Y entonces ahí hubo un acuerdo sobre cómo desclonarlos. Como eran copias,  Fizz 1, Fizz 2, Fizz 3, lo que hicimos fue darles una identidad: eran Roberto o Leroy, no un clon”, explicó.

Por otro lado, Lautaro contó: “Mi cuento trata sobre dos mellizos, que los separan de chicos y se encuentran de más grandes. A uno de los mellizos le había ido mejor en la vida que al otro, ya que uno podía tener un auto, un celular y todas esas cosas, y el otro tenia que estar en la calle haciendo malabares. Entonces un día se encuentran y el que le fue muy bien, que se llamaba Pablo, no se da cuenta que era su hermano y sigue. Después se da cuenta que este chico, que se llamaba Martín, es el hermano y cuando lo va a buscar Martín se piensa que no es, porque un hermano te ayuda siempre. Siempre se tiene que dar cuenta que es tu hermano, y te ayuda cuando le pedís las monedas que necesitás. No sé si se entiende”, preguntó.

Lautaro, de 11 años, pelo claro, pecoso, serio y sin vergüenza para hablar, es el autor de “Los Mellis”, el cuento que bien logró relatar. Agregó que Martín y Pablo existen, que son amigos suyos pero que no fueron separados. Y que a veces se dan una mano y a veces no.

Para el ilustrador del cuento, Pablo Bofelli, “había una contradicción entre la historia y la edad del autor, porque no entendía cómo venía tanta reflexión de un chico”. Y es que Pablo primero se encontró con el cuento y luego con el autor. La reunión entre los dos facilitó las cosas. “Lautaro me dijo: vos hacé una historia paralela, hacé una imagen que no represente literalmente al texto sino que lo complete o complemente. Después de eso me sentí más seguro, porque entendí mejor la idea y a los personajes”, relató el dibujante.

Por otra parte, Lautaro contó que él ya había escrito la historia antes del concurso, y que cuando se enteró de la existencia del mismo lo envió, no sin antes hacerle cambios. “Yo ya había escrito una vez como una idea y le di una forma más dinámica. Cuando uno tiene una idea que le parece que es buena lo primero que tiene que hacer es darse una idea de cómo es la idea. Como un cuentito que después le vas poniendo una trama más atrapante, un final, cosas así”, afirmó.

El chico, que dijo que le gusta mucho leer, en especial Harry Potter y policiales, se sorprendió cuando vio su nombre en un libro. “Después de leer libros de autores famosos ver uno con tu nombre es raro y al mismo tiempo divertido”, finalizó.

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