Espectáculos

Luz de guía, Tomatito por Camarón

El guitarrista flamenco Tomatito rendirá homenaje a su maestro Camarón de la Isla, en el espectáculo "Luz de guía" que presenta este jueves a las 21 en el Teatro La Comedia.


Por Javier Hernández

“Fue un revolucionario del flamenco”, precisó con cadencia e inconfundible tonada andaluza quien en la actualidad es continuador de esa agitación que supo iniciar José Monge Cruz, conocido como Camarón de la Isla, hacia finales de los 60 en España. Y es que, precisamente, él es quien por casi dos décadas estuvo a su lado en el escenario.
Ahora, en homenaje a su maestro, está recorriendo el mundo con el espectáculo Luz de guía y, en ese marco, viene a Rosario para hacer un repaso por algunas de las canciones más representativas del género.
“Cuando era joven lo veía como un ser normal, pero de más grande me di cuenta que había estado al lado de un genio”, dijo a El Ciudadano José Fernández Torres, el guitarrista flamenco conocido popularmente como Tomatito quien llegará esta noche, a las 21, al teatro La Comedia (Mitre y Ricardone). El músico adelantó las motivaciones que lo traen de regreso al país luego de una década.


—¿Cómo se prepara para el regreso a la Argentina a una década de su anterior visita?
—Con emoción y muchas ganas, ansioso porque la gente lo pase bien. A Rosario no me acuerdo el año en el que fui por última vez, pero sí que hicimos un lindo guitarrazo.
—Llega en formación de sexteto. ¿Cómo pensó el concierto?
—Es un concierto de flamenco con cantaores y bailaores; también habrá espacio para solos de guitarra y percusión, además de algunas sorpresas.
—Fue compañero musical del gran Camarón de la Isla en sus últimos 18 años de carrera. ¿Cuál es el legado que dejó en la historia del flamenco?
—Fue un revolucionario del flamenco. A los de nuestra generación nos dio todo, y con su producción logró entrar en la vida de intelectuales, señoras de casa y ejecutivos. Hizo una revolución en España.
—¿Qué enseñanza le dejó en lo personal?
—Un genio de esa categoría me marcó en muchos aspectos y recuerdo su forma de concebir las sonoridades, las cuales, pasadas por su personalidad, se transformaban en algo mucho más grande.
—¿Qué recuerda de esos años junto a Camarón?
—Me pasé 20 años junto a Camarón. Cuando era joven lo veía como un ser normal pero de más grande me di cuenta que había estado al lado de un genio.
—Hace un recorrido musical por algunas de las canciones más representativas del flamenco pero también fusiones con tango y otros géneros. ¿De dónde surge ese interés por la música de otras culturas?
—Camarón era muy curioso, como buen revolucionario musical. Él escuchaba muchas cosas y cuando yo era jovencito no entendía que alguien que hacía flamenco escuchara otros tipos de música como el jazz. Ahora veo que no estaba haciendo sino el camino que había que seguir. Camarón era muy abierto con todos los géneros; siempre tan adelantado a todo. Me acuerdo que podía escuchar cualquier tipo de música y valorarla para que, después, el lenguaje fuera universal y la melodía bonita.
—¿Qué nuevos colores cree que aportan los géneros latinoamericanos al flamenco?
—Yo creo que viene desde el punto de vista de la guitarra; puedo hablar como instrumentista de guitarra. Creo que algunos flamencos no tenemos problemas para eso; me gusta la música y ella se vive, se siente. Si una obra es bonita no importa de dónde proviene.
—¿Cómo hace para conjugar sus memorias sonoras con las nuevas búsquedas?
—Creo que eso no se aprende, es algo que uno tiene; como una identidad: tú sabes quién eres y vas incorporando cosas distintas pero sigues siendo el mismo. Porque hay pulsaciones, una forma de tocar la guitarra, un estilo que no se puede cambiar. Si tú adaptas cosas de afuera van a seguir sonando flamencas por el aire que le corresponde.
—A 25 años de su primer disco solista, ¿qué le inspira a seguir componiendo?
—Yo era acompañante de Camarón. Gracias a eso he tenido la inquietud de hacer mis propias composiciones. Luego, desgraciadamente cuando ocurrió lo de él, pude seguir con mis cosas hechas a medias.
—¿Hechas “a medias”?
—A medias en el sentido de que yo era acompañante de Camarón; él era parte de mí. Pero en paralelo tuve la suerte de que las disqueras me grabaran discos solo, a lo cual antes no accedía porque no era solista. Y quería serlo. Pero pasó ese accidente con Camarón, él se fue y yo quedé solo.
—Siempre destaca la importancia de la humildad, el valor de la autenticidad, la tradición del cante, el saber escuchar y el darle forma al toque. ¿Son enseñanzas de Camarón?
—Por supuesto que sí, porque el guitarrista, y te hablo desde ese punto de vista, que no sabe acompañar a un cantante, al final, le falta algo. Porque el cante es el instrumento natural de la vida. Tú no puedes cantar con la guitarra.
—El bajista estadounidense de jazz fusión Jaco Pastorius gustaba decir que “cantaba con el bajo”. ¿Qué relación inmaterial establece con la guitarra?
—La guitarra es una forma de vivir, de refugiarse ahí cada día; es todo para mí. Y así conocí gente para la cual también lo es todo, personas que están enamoradas del instrumento. Una de ellos es el argentino Luis Salinas. Yo creo que todos los músicos que establecen relación con la guitarra, en realidad, están establecidos por el instrumento.
—Los músicos de vientos también suelen sentir esa suerte de “enamoramiento” con su instrumento…
—Ellos cantan, están cantando. Porque como son instrumentos que no son melodiosos, que no es como la guitarra, que tiene armonía, lo que están haciendo es cantar a través de su instrumento.

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