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Apelación de condena

Lula espera decisión judicial clave para su candidatura

Un tribunal federal dictará sentencia esta tarde sobre el pedido de anular la pena a nueve años y medio de cárcel en el marco del Lava Jato. En las calles de Porto Alegre, atiborradas de fuerzas de seguridad, se manifiestan seguidores y adversarios del líder del PT


¿Proscripto? El ex presidente Lula fue condenado por testimonios, sin prueba alguna.

Un tribunal de apelación empezó a juzgar este miércoles el recurso presentado por el ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva contra una condena a casi diez años de cárcel por corrupción, que puede conspirar contra el deseo de su partido, el PT, de proponerlo como candidato presidencial para las elecciones de octubre próximo.

La sesión se abrió a las 8.30 hora de Porto Alegre, ciudad atiborrada por fuerzas de seguridad ante el riesgo de enfrentamientos entre los partidarios de Lula, que llegaron en masa desde todo el país, y grupos de derecha que también llamaron a manifestarse para pedir que el ex mandatario entre 2003 y 2010) vaya a la cárcel.

Los tres jueces del Tribunal Regional Federal Nº4 (TRF4) deberían emitir su sentencia hacia fines de esta tarde. En caso de confirmación de la condena, Lula, de 72 años, podría ver amenazada su participación en las elecciones presidenciales, para las cuales aparece como favorito en todos los sondeos.

Lula apela en libertad la sentencia a nueve años y medio de cárcel dictada en julio por el juez Sergio Moro, en el marco de la investigación Lava Jato sobre la gigantesca red de desvío de dinero que tuvo por eje a la petrolera estatal Petrobras.

El ex mandatario espera la sentencia en Sao Paulo, donde también se prevén actos de simpatizantes y de adversarios del político que ostenta a la vez el mayor apoyo y el mayor índice de rechazo entre los brasileños.

Lula prometió dar batalla hasta el final, en un acto realizado durante la noche del martes en Porto Alegre ante miles de partidarios vestidos con el color rojo del Partido de los Trabajadores (PT) y del Movimiento de trabajadores rurales Sin Tierra (MST). “Sólo una cosa me sacará de las calles de este país, y será el día de mi muerte. Hasta ese momento, lucharé por una sociedad más justa. Cualquiera sea el resultado del juicio, seguiré luchando por la dignidad del pueblo”, afirmó.

Varias calles de Porto Alegre están empapeladas con propaganda a favor de Lula. Uno de los carteles llama a sus simpatizantes a “no dejar que lo condenen, no dejar que lo capturen”, junto a un retrato en primer plano y en blanco y negro del ex presidente.

Entre la cárcel y una nueva presidencia

Lula fue condenado por el juez Moro como beneficiario de un lujoso departamento en el balneario paulista de Guarujá que presuntamente le regaló la constructora OAS a cambio de contratos en la estatal Petrobras.

El ex presidente se declara inocente. Su defensa sostiene que no existen pruebas suficientes para condenarlo y denuncia una conspiración para evitar que vuelva al poder. Si el TRF4 confirma la condena, Lula podría ver su candidatura a las presidenciales de octubre rechazada por la justicia electoral y hasta ser encarcelado una vez que haya agotado los recursos judiciales.

Pero existen varios escenarios, que dependen en primer lugar de los tres jueces del TRF4: una condena por unanimidad (3-0), por mayoría de 2-1 (que abre un abanico más amplio de recursos) o incluso la menos probable, una absolución.

En materia electoral, una condena por corrupción tornaría a Lula “inelegible” según la legislación brasileña, aunque también caben recursos que le permitirían ganar tiempo e incluso registrarse como candidato y hacer campaña.

Los mercados en contra y el PT alistado

Los mercados apuestan por una confirmación de la condena, de acuerdo con numerosos analistas. La dirección del PT planea reunirse el jueves para proclamar su apoyo a una candidatura de Lula, cualquiera sea el fallo del TRF4. El partido está dispuesto a dar combate, aunque hasta ahora no consiguió reponerse de los duros golpes recibidos estos últimos años: graves acusaciones de corrupción contra muchos de sus principales dirigentes y la muy controvertida destitución en 2016 de Dilma Rousseff, heredera de Lula, acusada por el Congreso de manipular las cuentas públicas, una práctica común de todos los presidentes brasileños que ni siquiera es un delito.

“No trabajamos con la posibilidad de que Lula vaya a la cárcel” y en caso de un fallo condenatorio, “vamos a luchar en las calles y alzar el tono, porque pensamos que la democracia está en riesgo”, avisó la presidenta del PT, Gleisi Hoffmann.