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Verano: acechan enfermedades para los viajeros

Por Santiago Baraldi.- Un experto pide que se abran centros públicos de “medicina del viajero” para prevenir exposiciones y resolver contagios.


Hace cinco años que el Centro de Medicina Tropical de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNR asesora a instituciones públicas y privadas en enfermedades infecciosas emergentes. Su director, el médico infectólogo Antonio Montero, explicó además la importancia, en tiempos en que la gente prepara sus vacaciones, de lo que se conoce como “medicina del viajero”. “Hay una consulta que debería hacerse antes del viaje y otra después, si hay algún síntoma. Las agencias de turismo deberían derivar a un especialista, y en Rosario no hay centros públicos especializados. No es lo mismo viajar a Moscú con 40 grados bajo cero que ir a visitar a un pariente que está en la Fragata Libertad en Ghana; el médico debe orientar la manera de disminuir los riesgos. Nosotros bregamos por que se abran centros de medicina del viajero y que sean públicos, ya que es algo que depende del Estado”.

—¿A qué denominan enfermedades del viajero?

—La gente relaciona a las enfermedades del viajero con aquellos que tienen dinero para viajar y la medicina del viajero no es la del turista únicamente. Todos los turistas son viajeros pero no todos los viajeros son turistas: un camionero del valle de Río Negro que lleva manzanas a Salta, o un empleado de una petrolera que lo mandan a una zona selvática, los trabajadores golondrina o un albañil paraguayo que se fue a visitar a su familia y vuelve con dengue, por ejemplo, son casos que trata. Por eso decimos que la medicina del viajero afecta a toda la sociedad, es la medicina de la gente que se mueve. Por ejemplo, hay un parásito, cuyo reservorio es el perro, que causa una larva que está en la arena y es muy común, sobre todo en Brasil: atendimos un caso de una chica que usaba tanga y se sentó con sus glúteos sobre la arena, allí, por al piel ingresó una larva y le provoca una picazón desagradable; por ello siempre hay que sentarse sobre una toalla o una lona. Lo mismo con la tungiasis, conocida como la pulga de la arena: también la dejan los perros, uno va caminando por la arena, salta la pulga y se la lleva en los pies. No hay que llevar perros a la playa o a los areneros de los parques, como se ve aquí.

—¿A qué se denomina enfermedades tropicales y cuáles son las más comunes?

—Se trata de un conjunto de enfermedades que históricamente afectaron a los países ubicados en zonas tropicales y subtropicales. Sin embargo, diversos factores han hecho que en las últimas décadas se vuelva una problemática de incidencia mundial. Debido a las condiciones un gran número de microorganismos patógenos logran diseminarse muy fácilmente en esta zona del planeta.  A nivel mundial se considera que existen actualmente 17 patologías de este tipo, de las cuales en Argentina las de mayor relevancia son chagas, hantavirus, dengue, fiebre amarilla, leishmaniasis, paludismo, cólera, helmintiasis, lepra y esquistosomiasis.

—¿Cómo se transmiten estas enfermedades?

—Una gran parte de estas patologías se transmiten a través de vectores: insectos o animales que hacen las veces de “transportes” de parásitos, bacterias o virus patógenos para otros animales y/o los seres humanos. Por ejemplo, a través de la picadura de un insecto que ocasiona la transmisión del agente infeccioso por medio del intercambio subcutáneo de sangre. Ello hace que los vectores se vean forzados a hibernar. En general son enfermedades infecciosas o asociadas con la pobreza, pueden generar grandes epidemias que se transmiten muy fácilmente entre personas.

—¿Tuvieron algún caso curioso que ver en Rosario?

—Hace unos años, había un paciente internado en el Carrasco y me llamaron para consultarme porque los médicos no acertaban qué tenía este hombre. Ni bien lo vi, dije que tenía paludismo. Me dijeron que no podía ser, porque no había salido de Rosario. Hicimos una muestra de sangre, lo que se conoce como de “gota gruesa” y efectivamente era paludismo. Indagándolo supimos que había ido a buscar un pariente a la estación de trenes, venían vagones de Salta, y un mosquito lo picó allí. Los transportes trasladan personas y también enfermedades y debe ser tenido en cuenta.

—¿Hay alguna enfermedad del viajero que adviertan con mayor riesgo?

—Cada una tiene su cuidado. Por ejemplo, Argentina tiene cinco zonas donde puede haber contagio de hantavirus, cuyo virus parasita en roedores. Si bien no parece contagioso es una enfermedad de transmisión área que se contagia inhalando polvillo contaminado por defecciones o por orina de ratas y tiene una mortalidad de 30 a 40 por ciento. Es una enfermedad que afecta a quienes practican turismo aventura, hacen senderismo o canotaje, a los cazadores y a quines acampan. Donde hay cabañas abandonadas, hay senderos por donde pasan los animales por eso no hay que dormir en lugares abandonados, y nunca hay que barrer para no levantar polvillo. Es como si la naturaleza nos ha ido dejando bombas armadas para que cuando nos metamos en lugares que no son nuestro hábitat normal contraigamos una enfermedad.

—¿Cuándo aparecen las grandes epidemias?

—En la Edad Media, la aldeas, en promedio, tenían 500 habitantes y estaban separadas a tres o cuatro días en carreta una de otras. Cuando había una epidemia grave o peste, tenían entre seis a siete días de viaje, como cuarentena, hasta contagiar a la aldea de al lado. Las grandes enfermedades aparecen con las grandes ciudades. La Londres del siglo XIX tenía dos millones de habitantes; sin cloacas, la gente tiraba la basura por la ventana al medio de la calle: ahí aparecen las grandes epidemias. Los viajes son un factor nuevo, porque si en la Edad Media una aldea tenía 500 habitantes y se tardaba casi una semana en llegar a la aldea vecina, un jumbo tiene 500 habitantes y demora doce horas en estar en la otra punta del planeta. Por eso aparecen las grandes epidemias como el Sars, síndrome agudo respiratorio severo, surgió en Canadá y da un cuadro respiratorio similar al hantavirus, pero se contagia de persona a persona, por inhalación, como el virus del resfrío. Puede hacer una epidemia que en dos día mata a media ciudad. Es de una peligrosidad extrema, muy mortal, de transmisión aérea que se transmite respirando.

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