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“Los rótulos matan al arte”

Por Daniela Barreiro.- Patricio, Gastón y Guido Sardinelli, integrantes de Airbag, reflexionaron sobre la industria discográfica y contaron pormenores de su regreso a los escenarios y a la escena musical de la mano de su último disco titulado “Vorágine”.


airbag

Tras la edición de Una hora a Tokyo en 2008, Airbag paró su actividad. Un conflicto contractual los hizo detener sus presentaciones y la posible edición de un nuevo material. El silencio de los hermanos Sardelli duró hasta el año pasado, cuando salió a la venta Vorágine, un material que, más cercano al hard rock, fue presentado en la ciudad en mayo de 2012.

Ahora, un año después, Pato, Guido y Gastón Sardelli regresan para dar un cierre a esa etapa y poder empezar así “un nuevo camino” para  el cual ya están preparando un nuevo disco.

De la mano de los temas de Vorágine en combinación con los clásicos de la banda, “y algunos temas de Una hora a Tokyo que no suenan desde hace 4 o 5 años”, según adelantó Pato, Airbag tocará esta noche, a partir de las 21, en el Club Brown (Francia y Brown).

—De la mano de Vorágine retomaron la actividad después de varios años de silencio ¿Cómo vivieron ese reencuentro con el público? 

—(Guido) Fue raro porque cuando estábamos preparando Vorágine no sabíamos qué iba a pasar, nos costó, pero de a poco vamos recuperando muchos espacios que habíamos perdido. Eso se dio gracias a la gente que nos estaba esperando y haciendo el aguante. Vorágine es para nosotros un disco distinto que conservamos con mucho cariño.

—¿Qué fue lo que más les costó?

—(Guido) Reorganizarnos entre nosotros, porque hicimos un cambio de todo, desde discográfica a management. Tocamos con  gusto, somos lúcidos para eso, pero de todo lo otro no entendemos nada. Lo que más nos cuesta es la parte del negocio.

—¿Cómo ven ahora la industria y la profesión?

—(Gastón) Hay cosas que vas aprendiendo a medida que te van estafando. Te empezás a dar cuenta de cómo es determinada persona, y empezás a leer todas las partes del contrato, te ponés un poco más lucido. Logramos entender que el músico es un trabajador. Te pueden estafar con ciertas cosas, te van a decir a todo que sí cuando por el otro lado te están sacando lo tuyo. En otros rubros también pasa eso pero, tal vez, hay una conciencia de con quién te enfrentas. Son detalles tontos pero es importante saber que sos un trabajador como cualquier otro.

—(Guido) Al principio no nos fijábamos en esas cosas, creíamos que lo único que importaba era lo que pasaba en el escenario o en el estudio de grabación. Pero la verdad es que pasan un montón de cosas a las que si no les prestás atención, te terminan arruinando lo lindo. Cuando sacamos el primer disco tuvimos la suerte de salir a tocar mucho. Entonces íbamos aprendiendo sobre la marcha. Hoy tengo 24 años y a los 16 ya estaba recorriendo muchos lugares, tocando mucho. Haber arrancado de tan pendejos tiene sus cosas buenas y sus cosas malas.

—¿Cómo se abocan desde ese lugar a la grabación del próximo disco?

—(Guido) Cada disco es una posibilidad que no hay que desperdiciar haciendo lo mismo que venías haciendo o repitiendo algo que tuvo éxito. Yo antes tocaba la batería, ahora toco la guitarra y canto, y después de hacer ese cambio, que es arriesgado porque no sabés qué va a resultar de eso, te das cuenta que, en cierto modo, podemos hacer lo que queremos sin tener miedo al rechazo. Tenemos que ser sinceros con nosotros mismos. Siempre quise tocar la guitarra y cantar, pero la discográfica nos decía que era un error, que tenía que seguir tocando la batería. Ahora nos dimos cuenta que la libertad es un beneficio que no hay que entregar; entonces, cada disco nuevo es la posibilidad de un nuevo camino en el que puede haber lo que sea.

—Si bien continúan la línea de los anteriores, los dos últimos discos se acercan más al hard rock ¿Sienten que se están alejando del pop?

—(Pato) Una hora a Tokyo es el disco más diferente a lo que veníamos haciendo, un disco totalmente de guitarras, prácticamente hard rock, por ahí Vorágine vuelve a acercarse más al pop pero tiene canciones como “Mecanismo de control” que no tienen nada que ver con ese estilo. Nosotros vamos haciendo canciones y no nos importa mucho eso.

—(Guido) Gustavo Cerati dijo una vez que él pertenecía a una generación en la que la palabra pop no era una mala palabra, y yo creo que se puede hacer algo ligado al pop que no sea ni automático ni viciado por las necesidades del sistema. Hay música para todos los momentos y eso es lo lindo.

—¿Cómo se llevan con los prejuicios y con la etiqueta de rock adolescente y comercial?

—(Guido) Lo que más nos importa es lo que pasa cuando salimos a tocar o cuando estamos en una sala de ensayo. Después, si te ponés a pensar si te encasillan o no, es otro tema. Les recomiendo a todos que, en vez de ver Iron Man, vean el documental sobre la historia de Queen, no es que uno se compare ni mucho menos, pero ver cómo entablaban un vinculo con la prensa, cómo los bastardeaban a morir y, sin embargo, el tipo hizo “Bohemia en rhapsody”, que es el mejor tema del mundo.

—(Gastón) Hay muchos que se dicen antisistema pero que viven poniendo rótulos. Señalan y dicen que algo es comercial o no, cuando en realidad esos rótulos nacen desde el propio sistema, de las disquerías para catalogar las músicas. Sin querer, se termina adoptando una forma de dividir a los trabajadores culturales con la que no estamos de acuerdo, nosotros respetamos a los que hacen cumbia, pop, heavy, porque consideramos que ponerle un rótulo al arte es no entender de qué se trata, es matarlo.

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