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Los riesgos del yoga

Por: Laura Hintze.- En pleno auge de la disciplina, desde el Colegio de Kinesiólogos advierten sobre la necesidad de que sean especialistas los que se encarguen de dictar clases.

La práctica de yoga está en pleno auge. De su existencia se sabe por todos los rincones, pero qué es en realidad esta disciplina y cómo debe llevarse adelante es una información que unos “pocos” profesionales manejan. En el marco de estas ganas de equilibrar mente, cuerpo y espíritu –ganas que lejos están de ser un problema ya que los beneficios del yoga son más que reconocidos– muchos instructores y profesionales manifestaron su gran preocupación por el dictado de esta práctica en lugares que no están habilitados por personas que no están certificadas para hacerlo. “No todos están preparados, ni todos conocen patologías o contraindicaciones de las posturas de yoga. Las prácticas sin control ni cuidado generan graves problemas”, señaló Daniel Ruiz, presidente del Colegio de Kinesiólogos de Rosario; quien agregó que esta problemática se extiende a prácticas como ondas rusas o Pilates y que la responsabilidad reside tanto en el control por parte del Colegio y de la Municipalidad como de las personas que se acercan a practicar yoga.

Según explicó Ruiz a El Ciudadano, esta disciplina comenzó a usarse a partir de indicaciones médicas, especialmente porque implica trabajar con músculos y huesos a partir de movimientos suaves. “Sin embargo, a medida que se hizo más conocida, empezaron a aparecer problemas por haber hecho mal los ejercicios. Muchas posturas de yoga exigen mucho y no todos pueden hacerlas, y no todos los instructores están verdaderamente preparados o conocen las patologías o contraindicaciones  de las posturas”, explicó el presidente del Colegio de Kinesiólogos. Así, la problemática que generó “que cualquiera dé clases de yoga”, se instaló en la comunidad de profesionales como una preocupación y un tema de permanente discusión. “La gente consume en masa y es muy difícil controlar. Yo creo que tiene que averiguar e informarse sobre a dónde ir”, dijo Ruiz, y luego comparó: “Es como comprar medicamentos en un quiosco y no en una farmacia”.

Para este problema, las responsabilidades se reparten entre todos: el Estado, las instituciones (en este caso, Colegio de Kinesiólogos) y la propia sociedad. De la Municipalidad, por un lado, depende la habilitación del local. La Dirección General de Habilitaciones de Industrias, Comercios y Servicios exigen que haya un kinesiólogo a la hora de habilitar esta actividad en un comercio. Luego, que eso se cumpla corre por cuenta de las inspecciones. Así, según explicó Rodrigo Gutiérrez, a cargo de la Dirección de Inspección de Industrias, Comercios y Servicios, en los spas, gimnasios, centros de belleza – que se habilitan en el rubro de comercios, no centros de salud – tiene que existir la presencia de un profesional durante todas las actividades que se realicen a lo largo del día. Este incumplimiento es el que más se visualiza, aunque, estimó Gutiérrez, “el nivel de faltas es el mismo que en otros comercios, no es que sea una tendencia. En caso de encontrar falencias, el local se multa o clausura, dependiendo de la magnitud de la falta”.

Las inspecciones se trabajan en conjunto con el Colegio de Kinesiología, el cual facilitó un listado a los inspectores que detalla qué disciplinas necesitan la presencia de un profesional (dermatólogos o kinesiólogos, según sea la actividad que se practique en el comercio), a modo de facilitar el control. Al Colegio le compete la inspección de aquellos profesionales matriculados y los locales particulares de Kinesiología, luego, sólo resta difundir información entre la población, a modo de concientizar sobre el cuidado y las responsabilidades que tienen todos y todas sobre su cuerpo. “La gente no tiene que poner su cuerpo en manos de cualquiera”, destacó Daniel Ruiz. “Tiene que saber quién es su instructor, que no sea alguien que estudió sólo un día”.

Los expertos en esta disciplina oriental también concuerdan con este panorama: ya sea el del furor como el del problema de que personas no capacitadas den clases. Desde la Federación Argentina de Yoga en Rosario, Inca Fernández Long indicó: “Sí, se practica yoga y se dan clases sin certificación. La formación es de uno o dos años y es necesaria para saber cómo armar posturas, y conocer los beneficios y contraindicaciones de cada una”. Por otro lado, Sebastián Cuenca, profesor de yoga, técnico en Dietética y Nutrición Natural y asistente en Medicina Tradicional China, destacó: “Yoga necesita un control permanente, ya que muchas posturas y hasta ejercicios de respiración, que parecen muy inocentes, pueden ser peligrosos. Hay grandes avances y mucha difusión, algo que yo aplaudo, pero hay que ir con cautela”. Y agregó: “En yoga siempre se necesita un profesor, siempre hay alguien que sabe más. En una vida de 70, 80 años no se puede abrazar una disciplina de cinco mil años”.

Desde su perspectiva, el furor por la práctica de esta disciplina “es real”, tanto en Rosario, como en el país y el mundo; y se debe a que el yoga actúa como una herramienta que ofrece soluciones de manera saludable y natural.  En ese sentido, destacó que muchas personas se acercan a sus clases recomendadas por médicos – por problemas físicos, de postura – y también por psicólogos y psiquiatras. “Me parece que creció la búsqueda del yoga por el grado de estrés que hay en la sociedad. El yoga trabaja con el cuerpo, la mente y el espíritu, trabaja cosas que el deporte no, como la meditación o la respiración, y tiene diferentes ramas, algunas más dinámicas que otras, lo que lo hace efectivo para todas las edades”, concluyó, por su parte, Fernández Long.

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