Ciudad

Matrimonio igualitario

Los olvidados en el régimen de licencias de maternidad

El Ciudadano habló con dos parejas del mismo sexo sobre cómo fue tener hijos sin el derecho a dejar de trabajar. Argentina tiene uno de los sistemas más estrictos de la región y no incluye los casos de adopción


Arte El Ciudadano

Loreley Flores tenía 38 años y dos hijos adolescentes cuando decidió volver a ser mamá. Hacía unos meses estaba en pareja con Alejandra Buttiche, que le propuso formar juntas una familia. Flores había tenido sola a sus dos primeros hijos y le encantó la idea de la maternidad acompañada. Estaba segura de que no quería poner el cuerpo para el embarazo. Buttiche sí. Hizo el tratamiento de fertilización asistida y al tercer intento quedó embarazada de mellizas. Apenas se enteraron, Flores preguntó cuánto tiempo de licencia le correspondía en el trabajo. El departamento de Recursos Humanos de la empresa aceitera en la que trabajaba averiguó en la Ansés y le informó que tenía dos días por paternidad. “Yo no iba a ser padre. Iba a ser madre. Después de la sanción del matrimonio igualitario quedó un vacío porque las leyes laborales no se pusieron a tono”, explicó Flores en diálogo con El Ciudadano.

Ariel Vijarra y Damián Piggin esperaron seis años hasta que en 2013 los llamaron desde el Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos y les avisaron que podían ser padres de una beba de 28 días. Estaba internada en neonatología y los dos salieron corriendo de sus trabajos para conocerla y estar con ella. Piggin es médico y Vijarra es administrativo en un sanatorio. Ninguno tenía licencia por paternidad. “No teníamos ni la cuna. Nos tomamos vacaciones adelantadas y días sin goce de sueldo. Cambiamos todos nuestros horarios y contratamos a una niñera para organizarnos. La gente es muy comprensiva y valora mucho la adopción, pero no tenés derechos. La ley te pide el vínculo y el cuidado de la salud del niño o la niña pero no te brinda las garantías para estar”, contó a El Ciudadano, Vijarra.

Las dos parejas son parte de una realidad que atraviesa a los matrimonios igualitarios que eligen tener hijos desde la sanción de la ley en 2010. También muestran la desigualdad entre mujeres y hombres a la hora de acceder a las licencias por maternidad y paternidad en el trabajo. Argentina tiene uno de los regímenes más estrictos de Latinoamérica. Según la legislación, que data de 1974, para las mujeres es de 12 semanas y para los hombres dos días de corrido. No contempla a las parejas del mismo sexo, los partos múltiples ni la adopción. Tampoco prevé extensión por discapacidad. La Organización Mundial del Trabajo (OIT) recomienda un mínimo de 14 semanas para las mujeres y 15 días para los hombres. En el discurso de apertura de sesiones del Congreso Nacional de este año el presidente Mauricio Macri anunció que iba a enviar un proyecto para extender las licencias por paternidad a 15 días. El reclamo de las organizaciones de mujeres y de diversidad sexual es de igualar la cantidad de días sin distinción de género. Hay varios motivos. Por un lado, plantean que diferenciar madres y padres deja afuera a las parejas del mismo sexo. Por otro, pone a la mujer en un lugar de desventaja en el mercado laboral y le quita al hombre el derecho a los primeros vínculos en la crianza.

“Los niños y niñas tienen derecho a estar con madres y padres por igual y a disfrutar de la familia. Se piensa que el hombre sólo necesita días para hacer trámites y que después tiene que volver a ser el proveedor económico de la familia. Las familias actuales no son así”, explicó Flores y recordó que el censo de 2010 arrojó que en el país sólo el 24 por ciento de las familias son del tipo tradicional. “La diversidad del 76 por ciento restante no se tiene en cuenta. Con propuestas como las de Macri el Estado ratifica y afianza los estereotipos, como si no hubiese familias de madres y madres, padres y padres y como si madres y padres no hiciéramos las mismas tareas. Está en juego qué vínculos se generan con los niños y qué sociedad queremos ser”, agregó. Para ella, el sistema actual es doblemente injusto para las mujeres. “Si cualquier persona tuviese el derecho a la licencia parental, a las mujeres no nos preguntarían en una entrevista laboral si tenemos hijos o queremos ser madres. Hoy la maternidad pone en juego la posibilidad de conseguir trabajo”, opinó Flores.

Las mellizas de Flores y Buttiche nacieron en la semana 36 y estuvieron 15 días internadas en neonatología. Flores tomó un mes entre la licencia permitida, vacaciones que había guardado y los días sin goce de sueldo. Buttiche tenía los tres meses por ser la mamá gestante y cuando cumplió el plazo decidió renunciar. Lo hizo porque las nenas todavía eran muy chicas y porque tenía ganas de dejar el trabajo en el que había estado los últimos 16 años. La idea inicial era buscar empleo pasados los primeros meses. Durante dos años tuvo trabajos esporádicos. En 2015 consiguió empleo formal. Sus hijas tenían dos años. “Fue una decisión que en ese momento pudimos tomar. Tuve la licencia que correspondía porque puse el cuerpo, pero tres meses es poco y más con mellizas. En el caso de Lore va más allá de que pensemos que es injusto que hayan aplicado el criterio del padre. Las licencias por paternidad no deberían ser dos días porque es imposible relacionarse con un bebé recién nacido en tan poco tiempo”, agregó Buttiche.

Paternidad deseada

Vijarra explicó que en el caso de las adopciones hay un vacío legal que no distingue género. “La ley dice que son dos días por paternidad, pero cuando te dan al bebé en adopción es una guarda provisoria. Todavía no es tu hijo legalmente y no gozas de ese beneficio. Recién cuando figura en la partida de nacimiento y en tu documento con tu apellido, podés empezar los trámites. La licencia no la tenés. No importa si sos mujer o varón”, agregó.

Vijarra y Piggin maduraron el deseo de ser padres en la espera de un hijo o una hija para adoptar. “Hay un ideal a la hora de adoptar. Las parejas buscan un bebé. Muchos no adoptarían a un adolescente o a un chico con discapacidad. En nuestro caso pasó que con los años afianzamos las ganas de ser padres y eso significó darle un hogar a cualquiera que necesitara una familia”, explicó Vijarra. Cuando empezaron los trámites no había ley de matrimonio igualitario. Decidieron que se anote Damián porque es médico. “Es tan poca la información que hay que uno no sabe cuál es el criterio para elegir. A los tres años salió la ley, nos casamos y nos anotamos juntos”, agregó. Los trámites no se agilizaron hasta que no empezaron a insistir en el registro. Vijarra investigó y escribió un libro sobre adopción que presentó en distintos lugares de la provincia. La primera hija llegó a través del registro y ellos se convirtieron en el primer matrimonio igualitario de Santa Fe en adoptar. La segunda vino cuatro meses después cuando todavía era legal la adopción directa y una mujer los contactó para darle a su hija. “Con la más chica fue de sorpresa y es imposible estar preparados. Cuando me llamó el juez salí del trabajo sin importarme nada”, contó.

Hacia la igualdad

Según un estudio del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec), una de las organizaciones con mayor producción de estadísticas sobre el tema, en el país sólo el 50,4 por ciento de las trabajadoras y el 49 de los trabajadores reciben licencias por maternidad y paternidad. Cippec propone un esquema universal que cubra a todos por igual y que alcance a quienes se desempeñan en el sector formal e informal y los grupos actualmente no cubiertos: los trabajadores formales independientes (monotributistas no sociales y autónomos) y los trabajadores informales no cubiertos por la Asignación Universal por Hijo. Recomiendan que las licencias sean iguales para madres y padres biológicos y adoptivos, sean o no parejas del mismo sexo y que se extiendan en caso de hijos con discapacidad o en partos múltiples. De acuerdo con Cippec, la ley actual no concibe al cuidado como un trabajo remunerado. “El hecho de que las licencias por maternidad en la actualidad no incluyan aportes resulta discriminativo, dado que las madres deben trabajar más años para cubrir la misma cantidad de aportes que un padre en las mismas condiciones”, explicaron desde Cippec.

Cómo es en Santa Fe

Más allá de la legislación nacional, existen convenios colectivos tanto en el ámbito público como el privado que avanzaron en la cantidad de días de manera particular. En Santa Fe desde el 2014 el régimen de licencias para empleados públicos provinciales es de hasta 135 días para las mujeres: 45 días de preparto y tres meses más desde el nacimiento. Si es más de un hijo o el recién nacido es prematuro son 6 meses más siempre y cuando el bebé pese 2.500 gramos o menos y nazca antes de la semana 37 de gestación. Para hombres son 8 días corridos. Las empleadas municipales de Rosario tienen 90 días corridos, que pueden dividirse entra la fecha previa y posterior al parto. Para los hombres, es de 15 días corridos después del parto.

En 2016 los diputados provinciales de Santa Fe del Igualdad y Participación, Silvia Augsburger y Rubén Giustiniani, presentaron un proyecto de ley que las personas que se conviertan en padres y madres puedan tener un total de 180 días por igual. La propuesta no fue tratada.

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