Espectáculos

Los dos grandes del buen humor

Andrea Fiorino y Salvador Trapani hablan de “Dios los cría”, un espectáculo con monólogos y canciones, con el cual ambos capocómicos locales comparten un escenario. Los viernes de enero y febrero, en La Comedia.


Trapani y Fiorino, dos humoristas dispuestos a hacer reír a los rosarinos en verano.
Trapani y Fiorino, dos humoristas dispuestos a hacer reír a los rosarinos en verano.

Por Miguel Passarini

El trayecto recorrido de todo artista siempre condiciona el hacer, el volver a escena, el regreso a ese momento creativo vital (y fatal) que, en ciernes, se completa el día en el que se concreta el estreno. Dos popes del humor local, dos capocómicos rosarinos que saben de recorridos exitosos, aplausos y reconocimiento masivo, y que hace mucho tiempo eligieron a Rosario como lugar para el trabajo, vuelven hoy a correr el riesgo de sumar. Juntos, la actriz y humorista Andrea Fiorino y el actor, humorista y luthier Salvador Trapani, con la coordinación de Elena Guillén, gráfica y edición de  video y sonido de Fabio Sbérgamo y producción de Guillermo Salvador, desembarcarán esta noche, a las 21.30, en La Comedia (Mitre y Ricardone), con Dios los cría, un espectáculo en el que aquellos momentos de otros trabajos sumados a nuevos momentos descubiertos en el proceso conjunto se fusionan en la búsqueda de un recorrido unívoco: el de un humor que fluye y escapa del efecto banal, porque sus protagonistas entienden que el humor es un tránsito marcado por cierta desprolijidad que los humaniza y que, al mismo tiempo, los engrandece.
“En realidad, no somos amigos pero sentíamos admiración el uno por el otro, un respeto por el trabajo, un entendimiento de vernos por años”, se apresuró a decir Fiorino en una tórrida jornada de ensayos, ajustes y contratiempos propios de las horas previas a un estreno que los tiene, junto con Luis Rubio (mañana, en la misma sala, con Pei per viu), como protagonistas de una sana costumbre: la temporada de verano rosarina que se extenderá por los próximos viernes y sábados de enero y febrero.
Así, como imbuidos en una especie de versión criolla de la Pareja abierta, de Darío Fo y Franca Rame, Trapani y Fiorino serán ellos y otros, completando la frase que da nombre al espectáculo y que, asegura, que si “Dios los cría…, ellos se juntan, o el viento los amontona”.
—¿Qué cosas del registro de humor de cada uno les interesó al otro  como para pensar en hacer algo juntos?
—(AF) En lo personal, más que el humor y más allá de que disfruto mucho del trabajo de Salvador como espectadora, me enganchó mucho la idea de lo musical, que es lo que más me gusta del trabajo de Salvador; poder hacer humor con música o con canciones, esa lógica de su trabajo con los instrumentos siempre me sedujo mucho. De todos modos, y más allá de que Salvador hubiese sido el talentoso luthier y músico que es, pero su humor no me hubiese gustado, no me hubiese enganchado a actuar.
—(ST) No es algo en lo que había pensado, porque a veces las cosas se dan y después se piensan o se les arma un por qué. En mi caso, lo de Andrea es de años, de haber ido a ver casi todos sus espectáculos, y creo que es algo que estaba latente y se dio. Seguramente tenía que pasar.
—¿Y en qué momento surge este encuentro artístico?
—(AF) En realidad, Salvador me llamó, primero, hace un par de años para hacer algo, nos reunimos y todo porque estábamos encantados con la idea, pero veníamos cansados del trabajo individual. Entonces él me dijo: “Andrea, escribí algo de humor y lo hacemos”, pero yo no sabía qué escribir o no tuve ganas; y yo le decía: “¿Y si hacemos algo con los instrumentos…?”, y el me decía “nooo…”. Así, nos dimos cuenta de inmediato que no era el momento (risas).
—(ST) También apareció la idea de buscar una comedia buena, ya probada, y de armar un elenco, algo que quedó en carpeta y que ya vamos a hacer; pero habrá que encontrar la obra.
—¿Y de qué se trata “Dios los cría”?
—(AF) Es algo juntos con los materiales que ya veníamos trabajando; también, por el poco tiempo de ensayos que teníamos cuando surgió esta propuesta, no había otra posibilidad. De todos modos, lo nuevo, acá, es que estamos juntos en el escenario por primera vez.
—Más allá de la experiencia y el camino recorrido, lo que sea que hayan hecho, se completará hoy a partir del estreno… el humor es así.
—(ST) Sin duda. Hace unos días escuché un fragmento de una vieja nota a Federico Fellini en la que hablaba del valor de las imperfecciones y decía “mi obra es imperfecta” y está bueno que así sea, porque si mostramos algo que hacemos los seres humanos, los seres humanos somos imperfectos. Y a esto “me lo digo”, porque en verdad fue poco tiempo pero valorizamos mucho los ensayos, la conexión rápida que hubo en improvisaciones y en búsquedas con códigos de humor muy distintos. Hay momentos muy buenos en los que estamos juntos, que crecían con la alegría o esa imprescindible diversión que todos necesitamos a la hora de crear.
—(AF) Es verdad, fue todo muy rápido, y la cosa fluyó, pero nosotros, en realidad, no somos amigos, pero sí sentíamos admiración el uno por el otro, un respeto por el trabajo, un entendimiento de vernos por años, eso ayudó mucho a crear un código común, más allá de que hubo días en los que yo le decía “bueno, yo entro acá y toco el serrucho” y al segundo nos dábamos cuenta que no iba por ahí, no es lo mío (risas).
—¿Se vuelve una presión el hecho de la expectativa que genera que ustedes se junten en un escenario?
—(ST) Somos concientes de eso, pero es algo que armó la gente, por lo tanto no es un problema nuestro; el que lo armó, que lo desarme. De todos modos, nosotros creemos que es una gran propuesta de humor.
—(AF) Una de las cosas que pretendíamos era divertirnos, sin tomar el trabajo livianamente, porque trabajamos muchísimo. De todos modos, siento que no es lo mismo que otras veces, siento esa expectativa en la gente.
—Sobre todo, porque el público que los conoce y hasta quizás el que no los conoce, vendrá para verlos juntos…
—(ST) Por eso creo que la clave de esta propuesta fue lograr un equilibrio porque, claramente, en un punto pesa esto de juntarse, son las trayectorias, los recorridos, los registros, las formas; y por otro, los tiempos no daban para hacer algo todo nuevo. Y el equilibrio se da, por ejemplo, entre los monólogos que Andrea ya venía trabajando y que están muy buenos, y un instrumento como La Bacharra, que es un inédito mío. A eso, le sumamos los momentos en los que compartimos escenario.
—(AF) Hay un terreno que conocemos y nos da confianza, que es el individual, pero el espacio compartido se vuelve un desafío que terminará de acomodarse con lo que le pase al público. En el espectáculo hay momentos musicales de uno y de otro, monólogos, y momentos musicales y dialogados tipo sketchs o situación, momentos escénicos juntos.

 

Fotos de Ignacio Petunchi.
Fotos de Ignacio Petunchi.

—¿Comparten la idea acerca de que uno de los puntos que los une está en que son dos humoristas que no buscan o no fuerzan la idea de hacer humor?
—(ST) Cuando uno hace humor la respuesta esperada es la risa, pero sí es real que, en lo personal, aquello que más me hace reír está en no buscar el efecto; por eso me interesó siempre la línea de Buster Keaton: el no gesto, la economía de recursos; con los años voy en una búsqueda de eso, ojalá que con el tiempo pueda tener menos cosas, tocar menos instrumentos, hacer menos pero dar más. Hacer reír con nada es lo más complejo.
—También comparten el efecto no buscado que es propio de la gente que tiene vis cómica: se paran en el escenario y la gente se ríe…
—(AF) Algo de eso hay, pero también tiene que ver con las referencias que ya tienen de nosotros, de nuestro trabajo. Y un poco nos apoyamos en eso de que el público rosarino nos conoce, que somos “conocidos y hacemos humor”. Y creo que esto de no buscar el efecto, me lleva nuevamente a la primera pregunta: lo que me gusta de un artista es que no se note el esfuerzo a la hora de hacer reír; si no es algo que fluye, no funciona.

Apuesta al talento

En Dios los cría, Andrea Fiorino (Pequeñas terapias ilustradas, Para la cartera de la dama y el bolsillo del caballero, Si yo les contara, su homenaje a Niní Marshall) y Salvador Trapani (Breve desconcierto, La Royalle, Re-ciclo) juntan sus talentos y estirpes de capocómicos con un sentido unívoco. Así, del mismo modo que apelan al tradicional y conocido humor excéntrico de Trapani y sus particulares instrumentos musicales, juegan con los personajes entrañables de  Fiorino, esos que, como pocas, la actriz puede llevar a escena apelando a su conocido talento y probado histrionismo. De este modo, la obra se estructura a partir de canciones y monólogos, intercalados por particulares e ingeniosos diálogos que ambos desandarán juntos en escena.

Temporada de humor con Fiorino y Trapani

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