Ciudad

A 40 años del Golpe

Los claustros en la dictadura

En la Facultad de Humanidades se inaugura hoy a las 19 una muestra, organizada por la Escuela de Historia que funciona en ese edificio, para mostrar cómo funcionó esa casa de altos estudios a partir del último golpe militar.


“La facultad bajo el terrorismo de Estado. A 40 años del golpe” es el nombre de la muestra documental que inaugura hoy, a las 19, en Entre Ríos 758. La exposición, que se presentará hasta el 4 de abril próximo, está organizada por la Escuela de Historia y enseñará datos extraídos de los legajos de docentes y estudiantes desaparecidos que pasaron por la casa de altos estudios entre 1976 y 1983. En el marco de la intervención, se llevarán a cabo otras actividades, como un encuentro en el que graduados contarán sus experiencias durante la dictadura a partir de un objeto y una charla de la que participarán, entre otros, la directora del Museo de la Memoria, Viviana Nardoni.

A pocas horas de la inauguración de la muestra, la planta baja de la facultad de Humanidades está ocupada por alumnos que van y vienen cargando afiches, otros que cuelgan el material en las paredes, mientras varios docentes repasan con atención las abultadas páginas de unos libros que contienen los legajos de estudiantes y profesores.

Todos se preparan así para dar el puntapié inicial a la actividad que comenzará hoy y que se trata, nada menos, de la primera muestra que organiza la Escuela de Historia sobre cómo el pasado reciente alteró la dinámica de los claustros de Entre Ríos al 700 durante la última dictadura, y en donde se dictaban entonces las carreras de Filosofía, Letras, Historia y Antropología, como también Psicología y Trabajo Social que a fines de la década del 80 se trasladaron a La Siberia.

“Todos coincidieron en que éste no era un 40º aniversario común, que no era sólo un número redondo. Si bien es cierto que a los historiadores nos convocan y tenemos gustos por los números redondos, lo cierto es que también se da en una situación muy particular”, señaló Laura Luciani, docente de la Escuela de Historia.

Una vez que se decidió llevar a adelante la intervención, los organizadores pensaron primero en montar “una muestra sumamente humilde en la que íbamos a buscar datos de estudiantes, docentes y no docentes que fueron desaparecidos o asesinados por el terrorismo de Estado”.

Pero a medida que se recolectaban testimonios orales y documentación, el proyecto tomó vuelo. “Alumnado nos dio acceso a los legajos y pudimos rescatar muchísima información. Tuvimos la suerte de contar con un trabajo previo que había realizado la escuela de Psicología, en el que se había contabilizado a 37 personas desaparecidas. Nosotros rescatamos a 14 de esta facultad y algunos más en otras dependencias como Antropología, Letras, Filosofía”, dijo la docente. No obstante, aclaró que fue poca la información que pudieron obtener de las carreras de Bellas Artes y Trabajo Social, ya que si bien se dictaron en el edificio de Humanidades durante un tiempo, sus archivos no se encuentran actualmente en el lugar.

Luciani contó que el trabajo inicial fue abordar, primero, los legajos. Después, continuaron con las resoluciones del Consejo Académico (como se llamaba en ese momento al organismo que organizaba la vida de la facultad durante la dictadura) en donde aseguró que encontraron “de todo”. Así, salieron a la luz documentos que detallaban los libros prohibidos y otros en donde se asentaba que los docentes sólo podían ir a la casa de altos estudios a dar clase. “También surgieron las sanciones que se les aplicaron a algunos estudiantes, en definitiva, todo un conjunto de normas que tuvieron que ver con el llamado Proceso”, agregó.

Otro tramo de la muestra trata sobre el fin de la dictadura y la lucha estudiantil. Al respecto, Luciani remarcó que “si hay algo que es característico de la UNR, y que no se dio en ninguna otra universidad del país, es que el rector, Humberto Ricomi, fue el único rector que fue echado de su cargo”, gracias a las resistencia del alumnado.

“Ricomi termina renunciando después de la huelga de hambre de los estudiantes en diciembre de 1983, lo que constituye un caso único. Nos pareció importante terminar la exposición con esa movilización que logró sacar de su puesto al rector de la dictadura”, concluyó Luciani.

El golpe que desató la Universidad de las catacumbas

El golpe cívico militar del 24 de marzo de 1976 movió los cimientos de la vida universitaria en el país. En la Universidad Nacional de Rosario (UNR), al igual que en claustros de otras ciudades, cientos de estudiantes optaron por dejar los estudios mientras que muchos docentes fueron cesanteados o no se les renovaron sus contratos.

El cimbronazo causado por la dictadura generó un fenómeno que luego fue objeto de numerosos estudios académicos y que se llamó “La universidad de las catacumbas”, que eran espacios en donde graduados y alumnos continuaban capacitándose en la clandestinidad.

Roberto Retamoso, profesor de Letras de la Facultad de Humanidades y Arte, recordó cómo los años oscuros interrumpieron su carrera que ya lleva tres décadas: “Muchos teníamos cargos interinos o provisorios pero a fines de 1975 directamente no nos renovaron las designaciones y quedamos todos afuera. Recién pudimos volver en 1984. Durante la dictadura ni pisamos la facultad directamente. Además, era mejor no hacerlo porque si te veían te podían hacer algo”.

Entre 1976 y 1983, el docente aseguró que no pudo desempeñarse como tal porque “los que habíamos quedado con esa especie de marca no teníamos posibilidad de dar clases en ninguna otra institución educativa”. Así, junto a otros colegas, formó parte de esa suerte de exilio educativo y participaba de reuniones en las que se analizaban distintas investigaciones y estudios.

Con la dirección de figuras como Ricardo Piglia, Josefina Ludmer, Nicolás Rosa o Juan José Sebrelli, entre otros, muchos docentes cesanteados o prohibidos durante la dictadura se perfeccionaron en un espacio académico alejado de los centros de estudios convencionales. “De allí salieron funcionarios relevantes en la difícil transición política de los 80, y los fundamentos filosóficos y jurídicos de ese hecho histórico inédito que fue el Juicio a las Juntas Militares”, señala la docente y política Diana Maffía en su trabajo El análisis filosófico y la universidad de las catacumbas.

Sin embargo, el golpe fue sólo el corolario de un proceso anunciado, según consideró Marta Ortiz, rosarina egresada de la escuela de Letras en 1973. “Era frecuente verme envuelta en corridas de la Policía a estudiantes. Había que correr y rogar que te abrieran una puerta salvadora de los gases lacrimógenos, porque en esos casos llevar libros te hacía inmediatamente sospechoso. Tiempos de sucesos convulsos que abrieron el camino a la letal dictadura de 1976”, señaló Ortiz.

Cabe recordar que dos años antes del golpe se promulgó la ley Universitaria que en su artículo 5º establecía la prohibición en los ámbitos académicos de “proselitismo político partidario o de ideas contrarias al sistema democrático que es propio de nuestra organización nacional”.

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