Edición Impresa

Lo emboscaron para matarlo

Es la principal hipótesis de la pesquisa del crimen de Marcos Alonso: suponen que acudió a una reunión con conocidos en las afueras de Olavarría, adonde lo asesinaron para luego dejar el cuerpo en el centro.

Los investigadores del crimen del abogado Marcos Alonso creen que la víctima acudió en la tarde del pasado lunes a una reunión con personas conocidas que lo citaron en las afueras de la localidad bonaerense de Olavarría, adonde lo mataron para luego dejar su cadáver en el interior de su auto, estacionado en el centro de la ciudad.

Fuentes vinculadas con la pesquisa dijeron a la agencia Télam que la pista más firme apunta a un crimen mafioso vinculado con la profesión del penalista Alonso y que los asesinos actuaron “por encargo” de un cliente de la víctima, actualmente detenido.

“Tenemos a cinco personas en la mira, estamos estudiando sus movimientos en los días previos al asesinato y sus vinculaciones telefónicas tanto con la víctima como con el sindicado autor intelectual”, reveló un jefe policial.

Al respecto, los mismos voceros revelaron que tienen identificado un lugar posible donde pudo haberse cometido el crimen y que esperan en las próximas horas poder allanar con orden judicial, ya que tienen expectativas de hallar algunas evidencias, entre ellas las ojotas que tenía puestas la víctima y que no se hallaron en el auto.

Los pesquisas creen que Alonso trataba diariamente con alguno de sus asesinos por diversas causas que él llevaba, vinculadas con el ambiente criminal, y que los “subestimó”.

“Hacía relativamente pocos años que (Alonso) era abogado y creemos que subestimaba la capacidad de daño de estos muchachos vinculados al delito, en un ámbito donde todo se arregla a las trompadas o a los tiros”, expresó un investigador.

Desde el bunker montado en Olavarria, los jefes policiales de la Departamental Azul, la Distrital Olavarría, la Sub DDI de Olavarría y hasta de Drogas Ilícitas, delineaban el trabajo a seguir en procura de obtener datos que entregar a la Justicia para que se puedan realizar allanamientos que permitan esclarecer el suceso.

Mientras tanto, la pesquisa está dedicada a obtener testimonios y datos de las comunicaciones que permitan conocer en detalle todos los últimos movimientos del abogado asesinado.

“Creemos que en no más de 48 horas el caso debería comenzar a resolverse”, dijo un investigador.

Si bien la Policía trabaja sobre cuatro o cinco hipótesis vinculadas con la actividad laboral de Alonso, la más fuerte es la que apunta a la autoría intelectual de un preso, actualmente detenido en la comisaría de Tapalqué, quien era cliente de Alonso.

Según testimonios incorporados a la causa, ese detenido, identificado como Walter Gallastegui, se halla tras las rejas desde el 6 de este mes acusado de haber atacado de 11 tiros el 14 de noviembre de 2009, a la salida de un pool de Olavarría, a Fabricio Armendano, que sobrevivió pero aún no puede caminar.

Si bien al abogado asesinado era amigo de Armendano, tomó igualmente la defensa de Gallastegui, quien le pagó sus honorarios.

Según testigos, el detenido habría recibido la promesa de Alonso de quedar excarcelado, ya que lograría revertir la carátula de “tentativa de homicidio” a “lesiones”, lo que no sucedió y enfureció al acusado, dijeron los informantes.

Siempre según las fuentes policiales, Gallastegui es un hombre con numerosos antecedentes penales, cumplió condena por un homicidio, estuvo involucrado en causas por delitos contra la propiedad e incluso estuvo vinculado con las drogas.

“En Olavarría hay cuatro o cinco familias de delincuentes conocidas y él pertenece a una de ellas”, aseguró un vocero.

Alonso fue visto con vida por última vez el lunes por la mañana, cuando salió de su casa rumbo a su trabajo vestido con bermudas y ojotas.

Tras una denuncia de averiguación de paradero realizada ante la Policía por su esposa en la noche del lunes, la Policía y la fiscal de Olavarría Susana Alonso iniciaron la búsqueda y, cerca de las 2 de anteayer, el cadáver del letrado fue hallado baleado, maniatado y con un billete de dólar en la boca, en el asiento trasero de su Peugeot 3076 gris, estacionado en el centro de la ciudad.

Mediante la autopsia se determinó que Alonso presentaba siete balazos en la cabeza, el pecho y un brazo y que el crimen se cometió en otro lugar.

Según testigos, antes de desaparecer el abogado había retirado de su estudio 6.000 dólares y 1.000 euros que no fueron hallados en su poder.

Comentarios