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Liberación de asesino pone dudas sobre identidad de Israel

Un soldado israelí condenado por homicidio por haber rematado de varios tiros en la cabeza a un palestino herido fue liberado y recibido como héroe tras haber pasado nueve meses en la cárcel, la mitad de la sentencia original.


Un soldado israelí condenado por homicidio por haber rematado de varios tiros en la cabeza a un palestino herido fue liberado y recibido como héroe tras haber pasado nueve meses en la cárcel, la mitad de la sentencia original.

El soldado Elor Azaria fue condenado a 18 meses de cárcel por haber rematado al palestino Abdel Fattah al Charif en la ciudad de Hebrón, en Cisjordania ocupada. En el momento de ser rematado, Al Charif yacía herido e indefenso en el suelo.

Al otro lado de la frontera, la liberación del soldado israelí provocó indignación entre los palestinos, que consideraron que su condena había sido escandalosamente corta. El ministro de Exteriores palestino calificó la sentencia de “racista”. Y acusó a Israel de “alentar la ocupación de soldados para continuar las ejecuciones sobre el terreno de ciudadanos palestinos desarmados, con cobertura y protección de las autoridades de ocupación”. La escena donde se remató al palestino fue captada en un video por un grupo de derechos humanos y se difundió ampliamente.

Este hecho, absolutamente emblemático de la política invasora y represiva de Israel pone en cuestión una sociedad dividida hacia adentro del país: entre los que apoyan ocupar más territorios con la consecuente represión y matanza de palestinos, y aquellos que no comulgan con el ideario político de Benjamín Netanyahu y ven en su accionar una reedición de lo que lo que la comunidad judía experimentó durante el Holocausto, sólo que ahora es a la inversa, son los judíos los que persiguen y masacran a un pueblo indefenso.

70 años de historia

Israel fue forjando una economía próspera, se constituyó como la primera fuerza militar regional y prevaleció sobre muchos de sus enemigos. Cuando se acerca el aniversario de la proclamación de la independencia, que fue el 14 de mayo de 1948, Israel está divido.

El gobierno de Benjamín Netanyahu, considerado como el más a la derecha de toda la historia de Israel, generó conmoción al presentar un proyecto de ley para reforzar la identidad judía de Israel. Los defensores de estas medidas, las justifican diciendo que es una forma de darle voz a otros grupos más allá de las élites tradicionales.

Pero sus detractores, los miembros de la oposición, artistas, universitarios o antiguos altos cuadros, se inquietan porque estas políticas puedan ser una amenaza para la democracia.

Este viaje introspectivo se manifestó recientemente en un proyecto de ley que define a Israel como el Estado Nación del pueblo judío, designando el hebreo como la única lengua oficial y anclando a Jerusalén como la “capital unificada” del país. El texto fue aprobado en el Parlamento en una lectura preliminar, como una forma de institucionalizar cada vez más el poder para “agrandar” el país, es decir el Estado Nación.

Un antiguo dilema

Hace poco, una comisión ministerial presentó otro proyecto que limita la facultad de la Corte Suprema para invalidar las leyes que considere que son contrarias a los valores democráticos. Los ministros que apoyan esta ley consideran que el tribunal acumula demasiada influencia con respecto a otras ramas del poder. La Corte Suprema levantó ampollas al ordenar la evacuación de algunas colonias en territorios palestinos ocupados o al suspender un plan de expulsión de migrantes africanos.

Al mismo tiempo, el Ministerio de Cultura ha buscado en los últimos años cortar los fondos a las instituciones culturales que se demuestre que son “desleales” con Israel. Esta dicotomía es anterior a la creación del Estado de Israel: en 1947, los dirigentes sionistas laicos y los representantes de los judíos ultra ortodoxos lograron un acuerdo para que estos últimos, que observan de forma rigurosa las leyes del judaísmo, conservaran el control sobre la vida privada, por ejemplo en temas como el matrimonio y las formas de preservar el shabat, el día sagrado de descanso semanal.

Leyes fundamentales

Israel no cuenta con una constitución al modo tradicional de otros países, sino con un paquete de “leyes fundamentales” que ejercen esta función. Esas leyes consagraron los valores “judíos y democráticos” de Israel y obligan a que todas las normas se ajusten a estos dos términos. Pero nunca hubo definiciones claras acerca de lo que es judío y lo que es democrático, por lo que las interpretaciones de sus puntos fueron funcionales a los intereses de quienes las interpretaran.

Un futuro en sombras

Los judíos seculares de origen europeo, con sus valores social-demócratas, dominaron el país durante los primeros 40 años. Pero luego otros grupos como los judíos de los países árabes, los nacionalistas religiosos y los ultra ortodoxos se afirmaron como fuerzas políticas. Incluso los árabes israelíes, con importante incidencia demográfica también se involucraron políticamente.

Desde su estallido, el conflicto israelo-palestino continúa proyectando una sombra en el futuro. Vastos sectores de derecha se oponen a la creación de un Estado palestino y hablan sin pruritos de anexar una buena parte de la Cisjordania ocupada. Los que se sitúan más hacia el centro y hacia la izquierda –no radicalizada– señalan que tal cosa sería pisotear la democracia y traería además serios problemas demográficos.

Teniendo en cuenta estas cuestiones demográficas, si Israel quiere seguir siendo un Estado judío, va a tener que negarles la igualdad de derechos a los palestinos y prácticamente instaurar un régimen de apartheid, argumentan esos sectores.

Casa para todos

“Israel fue establecido para el pueblo judío, que nunca se sintió en casa en ningún lugar del mundo”, declaró recientemente el escritor David Grossman, uno de los grandes pensadores israelíes con vida que resiste hablar directamente de política pero que, ante los hechos de avasallamiento y violencia a los que el gobierno actual –y buena parte de los anteriores– somete a la  población palestina, se vio impelido a hacer algunas declaraciones cuando liberaron al soldado asesino que purgó una ridícula condena.

“Después de 70 años de éxitos sorprendentes en tantos aspectos, Israel, es con toda su fuerza, quizás una fortaleza. Pero sigue sin ser un hogar. Los israelíes no van a tener un hogar mientras que los palestinos no tengan el suyo, y todo lo que impida eso es un error”.

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