Ciudad

Peligros en la red

Le dan cinco años de cárcel por hostigar sexualmente a menor

Un hombre, entonces de 40 años, creó el perfil falso de una mujer en Facebook para acercarse a un chico de 12 años. Una vez que se ganó la confianza consiguió fotografías del niño desnudo, las que usó luego para extorsionarlo.


El uso de las redes sociales por niños, a veces, ubica al chico en situaciones de peligro. En especial cuando del otro lado se esconde un pedófilo. Ello se vio plasmado en una causa penal que data de 2012, en la que un niño de 12 años fue engañado y hostigado sexualmente por un hombre de, por ese entonces, 40 años través de Facebook. Cuando el niño se dio cuenta de que hablaba con un hombre y no con una chica de 19 años como decía, las conversaciones con tenor sexual y fotos del adolescente desnudo ya estaban en manos de este hombre que comenzó a amenazarlo con viralizarlas, subirlas a sitios gays o mostrarlas a sus amigos y familiares. Un compañero de colegio fue la llave para que esta información llegara a los adultos y de allí derivara en una denuncia penal. Durante la investigación se determinó que hubo otros casos similares que datan de una década atrás, con niños de la misma edad. El juez de sentencia 5ª Gustavo Salvador llegó a la conclusión de que este hombre se dedicó a interferir en el libre desarrollo sexual del niño y, por ese motivo, lo condenó a 5 años de prisión por el delito de tentativa de corrupción de menores agravada.

Corría 2012 cuando J. cursaba 7º grado. Muchos de sus compañeros eran parte de la red social Facebook y empezaron a compartir la amistad de un mismo contacto. Este perfil, que supuestamente pertenecía a una chica de 19 años, comenzó a mantener conversaciones con el chico. Los primeros 15 días fueron de conocimiento, luego su interlocutora le pidió los números de teléfono de su casa y su celular, a lo que J. accedió.

Conversaciones con connotación sexual que incluían fotos del niño desnudo y comunicaciones telefónicas donde se escuchaban jadeos comenzaron a ser moneda corriente, hasta que la supuesta joven de 19 años, durante una charla telefónica, reveló su identidad y confesó que era un hombre. Esta situación llenó de temor al chico, que cortó la comunicación y allí comenzaron los acosos. El fin era que el niño no cortara el vínculo y para ello lo extorsionaba con mostrar el material fotográfico y contar a sus amigos y familia las conversaciones.

J. se vio desbordado por la situación y le contó a un compañerito lo que estaba viviendo. Este chico se asustó y le dijo a su madre, que a su vez se comunicó con la mamá de J., quien luego de conocer los detalles de la situación, por boca de su hijo, presentó una denuncia penal. Así y todo, el acosador no se rindió en su intento de contactar al menor o amenazarlo cuando lograba ubicarlo telefónicamente.

El calvario duró de julio a octubre de 2012, cuando el hostigador cesó en sus intentos. Las pericias a dos perfiles de Facebook, las conversaciones y las llamadas ubicaron el domicilio del acosador, que fue identificado como Dante G. y terminó preso. Durante la investigación se confirmó la existencia de otras víctimas, incluso a quienes fustigó por años. A una de ellas le ofrecía monedas a cambio de un contacto sexual, la perseguía y se aparecía en la puerta del colegio cuando el adolescente ya cursaba la secundaria. A su vez lo obligaba a sacarle fotos íntimas a su hermano menor mientras éste dormía.

Los testimonios hablan de un hombre querible, comprador, que se vinculaba correctamente con los niños a la vista de los adultos; pero luego desplegaba otras acciones que buscaban un acercamiento de contenido sexual con niños que no superaban los 11 o 12 años.

Durante el proceso se probó que G. llamó a J. en 44 oportunidades a su celular, incluso se intercalaban conversaciones a través del chat con llamadas. De los testimonios se desprendió un patrón de actuación del imputado a lo que el juez sumó un informe elaborado por una psicóloga del Centro Regional de Salud Mental Agudo Ávila en el que concluye que el imputado presenta un trastorno de pedofilia.

Salvador sostuvo que para que una acción se considere corruptora debe ser capaz de desviar el libre crecimiento sexual de una persona y entendió que en este caso la conducta de Dante G. encuadra en el delito promoción de la corrupción de menores en grado de tentativa agravada por haberse ejercido con intimidación. Por esa razón lo condenó al imputado a 5 años de prisión.

Comentarios