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Las transformaciones de un barrio símbolo de la ciudad

La arquitecta Cintia Barenboim estudia las etapas que afrontó Pichincha en el período 1998-2009.  

Desde 1998 a 2009 el barrio Pichincha de Rosario sufrió grandes transformaciones: la crisis de 2001 y el auge de la construcción fueron algunos de los hechos que influyeron en la arquitectura y patrimonio del sector. Una investigación a cargo de la arquitecta Cintia Barenboim abordó esta transición y el papel que tuvieron allí las políticas públicas urbanas.

Entre fines del siglo XIX y mediados del XX hubo un gran desarrollo de las actividades portuaria y ferroviaria en la región, y el barrio Pichincha se encontraba estratégicamente ubicado para sacar provecho de este crecimiento. Afloraron en esa época numerosos burdeles, prostíbulos y casas de citas, que funcionaron de manera  clandestina hasta 1930, y le dieron un sello distintivo al histórico barrio, unas nueve manzanas delimitadas por las calles Suipacha, Ovidio Lagos, Wheelwright y Salta. La investigadora explicó que luego de un estudio de patrimonio vinculado al imaginario colectivo de los límites del barrio, actualmente abarca más de ochenta cuadras.

Cintia Barenboim se centró en la exploración de la etapa posterior a la decadencia máxima del barrio, que tuvo lugar en 1990, cuando la actividad comercial decayó, y el valor patrimonial del sector se encontraba devastado.

Etapas de cambios

La investigación de Barenboim distinguió cuatro períodos contenidos entre los años 1998 y 2009. El primero de ellos se desarrolló de 1998 a 2001, y fue la etapa previa a la crisis de la Argentina, hecho puntual marcó el inicio de la segunda etapa, que se extendió hasta  2003. Posteriormente acontece el auge de la construcción, que tiene lugar en los años 2003-2006 y el último tramo de esta década de cambios consta de la aplicación de la normativa del Plan Especial Barrio Pichincha, que extiende hasta el año 2009. “Lo particular del mismo es que apunta al cuidado del patrimonio, a diferencia de los barrios San Telmo o Palermo, de Buenos Aires”, señaló la investigadora.

Luego de la crisis de 2001 vino el resurgimiento económico, explicó Barenboim, que favoreció ampliamente el mercado de la construcción en Rosario. El área delimitada por avenida Pellegrini y bulevar Oroño, caracterizada por su constante crecimiento inmobiliario se expandió, abarcando también al barrio Pichincha, un tanto olvidado y deteriorado desde mitad del siglo XX. Se levantaron locales comerciales, espacios culturales y restaurantes, que se emplazaron en las grandes dimensiones de galpones, lotes y casas que heredó el lugar de su pasado.

Haciendo referencia a este acontecimiento, la arquitecta apuntó que también abundaron las construcciones de edificios en altura, muchas veces sin tener relación con el contexto que las enmarcaba. Esto alentó el lanzamiento por parte del Área de Planeamiento Urbano de la ordenanza Nº 8125/07. La misma se propuso atenuar los efectos de la transformación urbana, poniendo énfasis en la sustitución de los edificios con valor patrimonial, y en el mantenimiento de la identidad de los espacios.

El estudio de Barenboim analiza las “políticas de conservación” que se implementaron en el área central del barrio. Las mismas incluyen la declaración de cuatro “Áreas de Protección Histórica” (APH), espacios que deben mantenerse tal cual están, sin existir posibilidad de transformación alguna. La normativa también intentó igualar la edificación en altura, permitiendo la construcción de edificios de tres pisos, con un límite de hasta 13 metros. No obstante, la arquitecta apuntó que en las dos arterias principales de Pichincha, las calles Ovidio Lagos y Salta, se permitió la construcción de hasta 19 metros de alto. También se definieron tres “Áreas de Reserva”, que constan de sectores que lindan con Puerto Norte, destinados al desarrollo inmobiliario a futuro.

Otras políticas públicas urbanas, explica la investigadora, fueron de “transformación”. La zona del barrio más cercana al río Paraná fue denominada “Frente de Renovación Urbana”. Este lugar está habilitado para las demoliciones y las construcciones de edificios de hasta 36 metros o torres de hasta 66 metros de altura.

Sus propuestas

“Un aspecto positivo de la implementación del Plan Especial Barrio Pichincha es que orientó el boom de la construcción. Se planificó, es decir, ni bien se comenzó a edificar el Estado intervino y generó la normativa y de esta manera se organizó la edificación”, afirmó Barenboim.

Por otro lado, la arquitecta marcó puntos que se podrían haber mejorado, como por ejemplo en la declaración de áreas de reserva, “faltó definir cuales son los indicadores  urbanísticos de esas áreas, es decir, la normativa debería haber marcado qué es lo que se quiere construir ahí, cuales serían las alturas permitidas y cuales los usos”.

Asimismo, la resignificación del sector histórico de Pichincha, según la mirada de la investigadora, es un aspecto muy valioso tenido en cuenta en la normativa. Barenboim propone además la incorporación de un circuito turístico, para que los visitantes vean y conozcan la historia del barrio.

“Con respecto a las Áreas de Protección Históricas (APH) solamente lo que se hizo fue nombrarlas. Yo propongo realizar obras que valoren los edificios patrimoniales tanto públicos como privados, que haya más iluminación y carteles. Es decir, me parece importante no solamente nombrar esas áreas, sino también que exista más infraestructura relacionada”, manifestó la arquitecta.

El barrio, el libro

Barenboim volcó su investigación en su libro Políticas Públicas Urbanas y Transformaciones Edilicias: el caso del barrio Pichincha en la ciudad de Rosario (período 1998 – 2009), resultado de la tesis del mnáster en Planificación Urbana – Regional de la Universidad de Buenos Aires, que realizó durante los años 2006, 2007 y 2008.

Cabe destacar que Barenboim es investigadora del Conicet, docente de Arquitectura y Urbanismo, y adscripta en la cátedra de Intervención Urbanística. Obtuvo el 3er Premio “Investigadores Formación Arquisur 2009”. Fue asesora técnica del Concejo Municipal, de la Dirección de Habilitaciones Municipal y de la Dirección de Gestión Urbana Nacional.

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